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Contante y Sonante
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El año que vivimos peligrosamente juntos

La pandemia está haciendo estragos en toda la economía. La banca ya no sabe qué hacer para tener ingresos. En el convenio que se está negociando ofrece subidas del 0% para 2019, 2020 y 2021 y del 0,5% para 2022 y 2023

Fachada del Instituto de Crédito Oficial (ICO)
Fachada del Instituto de Crédito Oficial (ICO)

El 14 de marzo, cuando confinaron a toda España por la crisis sanitaria del coronavirus pensábamos que era un mal sueño que duraría unas semanas. Luego pasamos a que el estado de alarma duraría algo más, unos meses, nos asomábamos a los balcones y a las ventanas para cantar aquello de Resistiré. De esto hace ya más de siete meses, y sí, muchos han/hemos resistido, pero la crisis sanitaria se ha convertido en una crisis económica y con consecuencias mucho más dramáticas de lo previsto inicialmente. Pero no solo en España, sino en toda Europa, y casi, en general, en todo el mundo.

El viernes por la tarde escuche en la SER el escalofriante relato de un español en la selva de Perú describiendo cómo están viviendo el coronavirus allí. Su respuesta fue inmediata y directa. “No lo estamos viviendo. La gente directamente se muere”.

Ese es el coronavirus. Esa es nuestra nueva normalidad. Esa que primero afecta a la salud, y luego a la economía, y para muchos, no saben que es más importante, contagiarse o mantener su empleo.

Y en esas estamos.

Tal es así que en muchas empresas, sobre todo pymes y autónomos, que habían solicitado préstamos para cubrir sus necesidades diarias de liquidez a su banco con avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO), ahora no saben cómo en unos meses podrán seguir pagando estos créditos, pese a que sus empresas hasta ahora eran viables, y con un futuro prometedor si no hubiera sido por el parón que ha provocado ese maldito virus, que nadie sabe cómo atajar, ni cuál es su auténtica procedencia.

Lo mismo sucede con las moratorias crediticias, tanto las legales como las sectoriales. Se suponía que estas moratorias eran un parón temporal en los pagos de los préstamos de las personas más vulnerables, hasta que finalizará una crisis sanitaria temporal. Pero esa temporalidad se alarga, y parece que para muchos más de lo previsto inicialmente.

¿Y qué hacer? Las medias de ayudas temporales prácticamente han finalizado, y el temido escalón entre las ayudas y su devolución ya ha comenzado a tomarse sus primeras víctimas. Sectores como la hostelería, el ocio y el turismo en general o el pequeño comercio están despeñándose por este escalón de varios metros de altura.

¿Qué hacer? Pues parece que una de las principales medias es mantener las ayudas públicas más tiempo. ¿Y cómo? Pues ahí están. Las restructuraciones crediticias parece que son una de las medidas principales para evitar la caída en picado de las pymes y autónomos.

Vuelta a repetir los esquemas de salvación de empresas como en la reciente crisis financiera de 2008. El problema está en que ahora la crisis es mucho más profunda. Ahora si se reflexiona, parece un juego de niños unas ayudas europeas de 40.000 millones que recibieron los bancos en 2012. No es que no fueran sustanciosas e importantes, pero ahora el problema es mucho mayor y generalizado por sectores y por países.

De ahí que el Gobierno, la banca y los empresarios estén buscando soluciones que pasan por habilitar al ICO a que, junto con las entidades financieras, logren encontrar una fórmula para refinanciar a las empresas viables y evitar su caída, un aumento del déficit por los impagos de estas compañías en las que el Gobierno a través del instituto de crédito cubre la morosidad entre un 80% a un 70%, y que se dispare la morosidad bancaria por esta razón y por la falta de pagos de las moratorias, que suman más del 50.000 millones de euros.

Pero no solo es una decisión española. Bruselas y la Autoridad Bancaria Europea (EBA en sus siglas en inglés) deben contribuir también en la búsqueda de soluciones. Bruselas en las ayudas del ICO, y el organismo que preside el español José María Campa en el caso de la normativa contable de las moratorias, para evitar que en unos meses la banca tenga que provisionar por estos impagos al haber finalizado el plazo de las moratorias legales.

Mientras, los bancos siguen dando vueltas a nuevas fórmulas para reducir costes y lograr ingresos en un momento en el que los clientes solo piensan en mantener lo que tienen.

Es un juego peligro que puede terminar en perverso. Forzar la maquinaria para que la plantilla de la red de oficinas de un banco tenga que vender una serie de productos catalogados por la dirección puede llevar a que se coloquen a usuarios indebidos, a que se venda financiación a quien no puede pagarla o a colocar seguros a quien no sabe que está firmando.

El negocio bancario se hunde, y si no hay ventas, las herramientas son subir comisiones y reducir costes, además de, como se ha comentado antes forzar las máquinas para vender productos en momentos en los que los clientes solo piensan en ahorrar, si es que pueden.

En la actualidad se está negociando el convenio colectivo de los bancos asociados a la AEB. Inicialmente el periodo para cerrar el acuerdo se había fijado para el 31 de octubre, pero todo hace indicar que hoy lunes se ampliará este plazo, ya que las posiciones entre patronal y sindicatos están muy alejadas.

El principal escollo de las negociaciones es el salarial. El convenio, que se firmará para cinco años (2019, el último finalizó en 2018, a 2023) puede ser un buen momento para poner coto a los nuevos incentivos para vender ciertos productos para ganar puntos para el bonus.

De momento, la AEB ha propuesto para 2019, 2020 y 2021 anular las subidas salariales. Y para 2022 y 2023 incrementos del 0,5% en ambos ejercicios. En el convenio de ahorro firmado en septiembre las subidas para esos ejercicios han sido de 0,75% y 1%.

Lo lógico, y ya que al final tanto unos como los otros hacen exactamente lo mismo, es que los baremos salariales de mínimos sean similares, como lo ha sido tradicionalmente. Y también sería lógico regular en parte la retribución variable porque al final puede que se vuelva contra el cliente, ya que puede terminar con un plan de pensiones que no quería, pero que ese mes suma puntos al empleado para completar su salario. O, por lo menos así me lo han contado. 

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