Jim Farley, un apasionado de los coches al frente de Ford
Disfruta reconstruyendo modelos clásicos y corriendo con ellos en la pista
Jim Farley (Argentina, 1962) será el nuevo presidente y consejero delegado de Ford a partir del 1 de octubre en sustitución de Jim Hackett. El mercado no se ha mostrado sorprendido por el nombramiento, pero si por la rapidez del cambio. De hecho, en febrero el propio Hackett aseguró que planeaba quedarse en su puesto. Aun así, la transición se realizará de manera planificada y suave pero fluida. Hackett continuará dos meses más en su cargo y será asesor especial de la compañía hasta marzo de 2021.
Farley se unió a Ford en 2007 como director global de marketing y ventas y pasó a liderar la marca de lujo Lincoln, la división sudamericana, el negocio europeo, y todos los mercados globales en funciones sucesivas. Su entrada en la compañía fue iniciativa de Bill Ford Junior, presidente ejecutivo y bisnieto de Henry Ford, y de Alan Mulally, entonces CEO de la compañía.
En su momento, Mulally le dio la bienvenida describiéndole como uno de los líderes más exitosos y talentosos de la industria. Farley fue un miembro clave a la hora de devolver a Ford a la rentabilidad. Ideó la campaña Drive One, cuyo objetivo fue ofrecer coherencia tras cambios frecuentes en la estrategia de la automovilística. Los expertos han hecho comparaciones entre Mulally y Farley por su comprensión del producto. Un elogio para el nuevo cabeza de la empresa, dado que a Mulally se le suele recordar por su éxito en ayudar a Ford a evitar la quiebra y del rescate federal.
Antes, Farley fue un hombre de Toyota, corporación en la que entró en 1990 y en la que tuvo una carrera destacada durante 17 años. Entre sus éxitos figura el lanzamiento y despliegue de la extinguida marca orientada a la juventud Scion, de la que fue primero vicepresidente y luego responsable de todas sus actividades. También ocupó el puesto de vicepresidente de Lexus (alta gama) y el de director general de la marca de Toyota en Norteamérica.
Estudió Economía en la Universidad de Georgetown (Washington DC) y tiene un MBA por UCLA (California). Está casado con Lia Farley, exactriz convertida en supervisora de guiones e hija de Joseph E. Connor (ex subsecretario general de gestión de las Naciones Unidas), con la que tiene tres hijos. Farley es hijo de banquero pero su abuelo, Emmet Tracy, a quien nombra a menudo, trabajó para Henry Ford como el empleado 389 de la histórica planta Rouge (Michigan), y acabó dirigiendo un concesionario Lincoln-Mercury cerca de Detroit.
En una entrevista con el Detroit Free Press, con motivo de su reciente nombramiento, ha reconocido que estaba muy unido a su abuelo y que su fichaje por Toyota no fue una decisión muy bien acogida por la familia. “Creo que mi papel en Ford es atender a los empleados y darle a alguien como mi abuelo una oportunidad para él y para su familia. Es una forma de pagar una deuda con Ford y con mi abuelo”, explica.
Bill Ford le ha descrito esta semana como un apasionado de los coches. “Se le puede encontrar los fines de semana en pistas de carreras compitiendo con vehículos terminados por él. Es su diversión”. Un artículo de 2019, publicado también por Detroit Free Press, lo describía como alguien que prefiere pasar el tiempo despiezando y ensamblando Mustang clásicos y motocicletas antiguas, vestido con camisetas y jeans, que entablando relaciones con las altas esferas en traje. Él mismo aseguraba a la publicación que disfruta corriendo con su GT40 de 1965, que alcanza más de 200 millas (320 kilómetros) por hora. Y añadía: “Cuando salgo de él, tras una carrera larga y dura, me siento tranquilo y relajado. Es mi yoga”. Su primer automóvil fue precisamente un Mustang antiguo de 1966.
Es conocido por ser intenso y apasionado, a veces hasta el punto de tener un temperamento excesivo cuando las cosas no salen correctamente. De carácter intensamente competitivo, en 2011 llegó a los titulares cuando el periodista Bill Vlasic citó su aversión apasionada por General Motors en su libro Once Upon a Car (Érase un coche). “Vamos a destrozarlos y será divertido. Los odio a ellos y a su compañía, a todo lo que representan”, recogió Vlasic. Farley ha dicho que el sector automovilístico puede ser frustrante, pero asegura que su amor por el producto le permite volver al día siguiente con el mismo nivel de compromiso y entusiasmo.
Lo necesitará para hacer funcionar el plan de reestructuración de la empresa, que tendrá un coste aproximado de 11.000 millones de dólares y que ha despertado dudas entre los inversores. Al fabricante aún le queda para poder ser considerado competitivo contra rivales como Tesla, GM, Nissan y Volkswagen en términos de vehículos eléctricos, asistencia al conductor semiautónoma y características avanzadas de seguridad activa.
El analista de Credit Suisse Dan Levy cree que Farley impulsará a Ford a ser una empresa más pequeña pero más enfocada. Acentúa que la orientación del directivo desde que entró en la compañía ha sido enfatizar las fortalezas y sus marcas más destacadas: F-Series, Mustang, los vehículos utilitarios y los comerciales ligeros; y espera que reduzca el número de marcas y productos que ahora se perciben como debilidades para la compañía. Como principales retos, Levy destaca el de aumentar las ganancias en el corto plazo y demostrar a los inversores que Ford está preparada para los grandes cambios de la industria en el largo plazo.
Por su parte, el analista de Bank of America John Murphy mantiene la recomendación de compra tras el nombramiento y señala a los inversores que en la compañía se está produciendo un punto de inflexión en su cadena de producto; también destaca sus esfuerzos de reestructuración. En general, los analistas destacan la confianza que aporta que al frente de Ford vaya a estar un hombre del sector del automóvil, después de haber tenido un líder de fuera (Hackett venía de la industria del mueble).
Con Farley, la compañía se enfrentará a uno de los momentos más trascendentales en la historia del automóvil. Marcado no solo por el cambio de energías y propulsión, sino también por la era autónoma y conectada, y por la pandemia de Covid-19.
La compañía
El beneficio neto de Ford en el segundo trimestre fue de 1.117 millones de dólares, gracias al extraordinario de la inversión de Volkswagen en la filial de conducción autónoma Argo AI. Sin embargo, perdió 876 millones. En el semestre, sus ingresos fueron un 32% inferiores a los del mismo periodo de 2019.
En los últimos tres años, su acción ha caído más de un tercio. Las de General Motors han bajado poco más de un quinto, Volkswagen está casi sin cambios y Fiat Chrysler ha subido un 12%.