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El accionista rebelde del rescate de Lufthansa tiene el as del empleo en la manga

El multimillonario Heinz Hermann Thiele podría rechazar el rescate de 9.000 millones de euros si Berlín no modifica sus condiciones

Una aeronave de la aerolínea alemana Lufthansa permanece aparcada en tierra por culpa del impacto que está teniendo el Covid-19 en los vuelos, Frankfurt, Alemania, 23 de marzo de 2020.
Una aeronave de la aerolínea alemana Lufthansa permanece aparcada en tierra por culpa del impacto que está teniendo el Covid-19 en los vuelos, Frankfurt, Alemania, 23 de marzo de 2020. Reuters

La amenaza que ha lanzado el multimillonario Heinz Hermann Thiele de impedir el plan de rescate de 9.000 millones de euros que el Gobierno alemán ha preparado para la aerolínea Lufthansa puede no ser un plan tan suicida como parece a primera vista. De consumarse la bancarrota de la aerolínea, el magnate de 79 años perdería su inversión de 715 millones de euros, pero también supondría una humillación para la canciller Angela Merkel. Hay una forma de solucionar esto de una forma que beneficie a ambas partes.

Los accionistas tienen pocos motivos para quejarse sobre el plan de rescate de la aerolínea. Berlín se hará con un 20% del accionariado de Lufthansa con un descuento del 75% respecto a su precio actual, pero también extenderá un préstamo de 3.000 millones de euros e inyectará otros 5.700 millones de euros usando una forma híbrida de entrada en el capital conocida como “aportación pasiva”. Si el Gobierno hubiera optado por la compra de acciones ordinarias, los actuales inversores hubieran acabado con una participación minoritaria en una compañía estatal.

Por lo tanto, debería ser fácil descartar la queja de Thiele sobre que el Gobierno alemán no tiene por qué ser propietario de partes de empresas privadas. Con todo, su participación del 15,5% le da el derecho de bloquear el rescate ya que requiere de la aprobación de al menos dos terceras partes de los accionistas. Solo un 38% de los accionistas se han registrado para votar el plan en una reunión que se celebrará mañana.

Arrastrar a Lufthansa a la insolvencia eliminaría la inversión de Thiele y además, sería visto como el culpable de las pérdidas del resto de accionistas. Aún así, el Gobierno alemán también tiene muchos motivos para no correr el riesgo de que el plan no llegue a buen puerto. Una bancarrota sería muy negativo para el tejido empresarial alemán, todavía recuperándose de la implosión del grupo de pagos Wirecard y dejaría en el aire el destino de los 138.000 empleados de Lufthansa.

Pese al pulso que le está echando el multimillonario, probablemente Merkel ve con buenos ojos el punto de vista de Thiele. Durante la gestación del plan de rescate su partido, el conservador CDU, solo quería que el Gobierno adoptara una participación del 10% frente al 20% que pedía el partido socialdemócrata SPD, sus compañeros de coalición.

Esto acerca la posibilidad de un acuerdo. Si se le permitiera a Thiele participar en la oferta de acciones con los mismos términos que al Gobierno, Lufthansa conseguiría su dinero y el rol de Berlín sería algo menor. Eso le gustaría tanto a Merkel como a Thiele. El resto de accionistas y el SPD estarían menos contentos, pero con insuficiente tiempo para organizar una respuesta, el último no tendría mucho que hacer o decir. Además, una participación del Gobierno ligeramente más pequeña iría en el interés de todos los inversores privados. 

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Fernando Belinchón Bernabé, es responsabilidad de CincoDías

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