El Ivie considera clave la inversión en I+D frente al Covid y lamenta el peso que tiene en España
Un estudio destaca que la inversión en Investigación en el país solo representó el 1,2% del PIB en 2018 frente al 2,2% de la Unión Europea
La innovación tecnológica ha demostrado su potencial durante la crisis del Covid-19, no solo a la hora de contribuir al desarrollo de respuestas sanitarias a la pandemia, sino también para ofrecer herramientas que permitan impulsar la actividad de las empresas. Por ello, el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) considera que la inversión en I+D es fundamental para salir de la crisis provocada por la pandemia del coronavirus y lamenta que esa partida representara tan solo el 1,2% del PIB en el país en 2018 frente al 2,2% de media de la Unión Europea.
Así, el peso de la Investigación en España supuso casi la mitad que la media de la UE-27, a pesar de que la crisis de 2008 ya evidenció la importancia de la innovación y la tecnología como instrumento para impulsar la economía y el cambio de modelo productivo, según el informe que recoge datos del INE y de Eurostat. Además, el país se situó muy por debajo de potencias como Estados Unidos o Japón, que ya en 2017 -último dato disponible- la partida alcanzó el 2,8% y el 3,2% del PIB, respectivamente.
En este sentido, el documento señala que España no ha sabido aprovechar los años de expansión para avanzar en este sentido, puesto que su tasa de crecimiento anual de inversión en I+D entre 2008 y 2018 -último dato disponible- fue de solo el 0,2%, frente al 4,6% de Alemania, el 2,6% de Italia, el 20% de China o el 6,3% de Estados Unidos. Así se aleja cada vez más de la media europea, donde el crecimiento en conjunto en los 10 años fue de un 3,6%.
Por comunidades autónomas, la dinámica de inversión en I+D con respecto al PIB entre 2008 y 2018 no es mucho mejor. Nueve regiones presentan tasas de variación negativas, especialmente, Extremadura (-2,5%), Asturias (-2%), Castilla-La Mancha (-1,9%) o Cantabria (-1,8%).
Por otro lado, en 2018, solo en cinco autonomías el peso de la partida representaba cifras superiores a la media nacional: País Vasco (2%), Madrid (1,7%), Navarra (1,7%), Cataluña (1,5%) y Castilla y León (1,3%).
Asimismo, el estudio también destaca la baja implicación del sector empresarial en la ejecución de I+D así como en la financiación. En España, el peso de la inversión privada en Innovación y Desarrollo representa el 56,5% del total, por debajo de la media europea (66,4%) y de la de otros países de referencia, como EE.UU. (73,1%) o China (77,6%). Además, entre las regiones españolas se observan grandes diferencias. Mientras que en el País Vasco la inversión realizada por las empresas supera las cifras de las grandes potencias, con el 76,1%, en Extremadura (25%) y Canarias (20,1%) se registran los valores mínimos.
Por el contrario, el peso de la inversión en I+D de la Administración pública (16,9%) y la universidad (26,4%) es el más elevado de todos los países analizados, por encima de la media de la UE en ambos casos, con un 11,4% y un 21,7%, respectivamente.
Por último, el tercer reto que destaca el informe se refiere a la mejora necesaria en la cooperación entre agentes e instituciones responsables del impulso a la innovación. Empresas, Administraciones públicas y centros de I+D+i (universidades, institutos de investigación y centros tecnológicos) no integran suficientemente sus objetivos y, de esta forma, se limita el potencial que podría tener la inversión. Así, según los datos, la colaboración universidad-empresa es muy baja, no llega al 10% entre el reducido colectivo de empresas que se declara innovadora, mientras la cooperación entre empresas y Administración todavía es menor, apenas alcanza el 6,5%.
Uno de los indicadores que mide el grado de transmisión de resultados de la I+D+i al tejido productivo es el número de patentes registradas. En España la cifra se sitúa en 36 patentes por cada millón de habitantes, solo una tercera parte de la media europea (107 patentes).
En este sentido, los economistas autores del documento Javier Quesada, Matilde Mas y Jimena Salamanca, exponen que la I+D debe ganar peso en la actividad productiva de los diferentes sectores de la economía, tanto mediante la incorporación de contenido de I+D en los bienes y servicios producidos por las empresas, como desarrollando nuevos sectores más tecnológicos.