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Del Papa Francisco a Guindos: voces dispares defienden un ingreso mínimo

Personajes públicos de distintos ámbitos e ideologías consideran que la crisis del Covid-19 requiere alguna modalidad de renta mínima

Una mujer sostiene tres billetes de rupias indias.
Una mujer sostiene tres billetes de rupias indias. Anand Purohit (Getty)

La crisis del Covid-19 está actuando como catalizador de una propuesta que se venía debatiendo en el mundo de la economía: un ingreso mínimo vital. La pandemia ha suscitado el acuerdo con matices entre personajes públicos con pensamientos opuestos, ahora alineados a favor de una ayuda como la que el Gobierno lanzará en mayo. Sus destinatarios, en palabras del Ejecutivo, serán "familias que tienen serias dificultades para afrontar sus gastos básicos". 

Los últimos en expresar su apoyo han sido el Papa Francisco y el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos. El Pontífice, durante la celebración de la Pascua, deslizó: "Este puede ser el momento de considerar una renta básica universal". La cabeza de la Iglesia Católica considera que esta herramienta "permitirá alcanzar el ideal tan humano y cristiano de ningún trabajador sin derechos". Días después fue De Guindos, conocido por su rigor presupuestario, quien abogó por una "renta mínima de emergencia" para que nadie se quede sin ingresos durante esta crisis. Si bien el exministro ha dejado claro que debe ser "claramente temporal".

Javier Ferri, profesor de la Universidad de Valencia e investigador de Fedea, considera que el mecanismo "debe cubrir las necesidades mínimas. Ir mucho más allá puede tener efectos negativos a la hora de los incentivos en el mercado de trabajo", señala al otro lado del teléfono. En cuanto al coste para las arcas públicas, el ministro Escrivá, cuando estaba al frente de la Airef, calculaba que la prestación supondría un desembolso de unos 5.500 millones de euros. Una cantidad que, a ojos de Ferri, "no es excesiva, equivaldría aproximadamente a un 0,5% del PIB, pero se suma a otras cantidades que son consecuencia de medidas para paliar esta crisis, que va a suponer una caída importante del PIB, por lo que el esfuerzo fiscal es mucho mayor".

Uno de los defensores a ultranza, el candidato a presidente de EE UU por el partido demócrata Andrew Yang, enarbolaba el llamado Freedom Dividend (dividendo de la libertad) como medida estrella de su campaña: un ingreso de 1.000 dólares mensuales "para todos los americanos mayores de 18 años". Elon Musk, fundador de Tesla y una de las veinte mayores fortunas del mundo, apoyaba la candidatura de Yang. Musk ha expresado en público que la renta básica será cada vez más necesaria ante el avance de la inteligencia artificial en el mercado laboral.

Otro de los mayores multimillonarios, el fundador de Facebook Mark Zuckerberg, defendió hace tres años el ingreso mínimo en una alocución en su alma máter, la Universidad de Harvard, por considerarlo una vía útil para favorecer la creatividad empresarial: "Afrontémoslo: hay algo malo en nuestro sistema cuando puedo dejar [Harvard] y hacer miles de millones de dólares en diez años mientras millones de estudiantes no pueden pagar sus préstamos, y mucho menos iniciar un negocio", dijo entonces. "Es nuestro momento para definir un nuevo contrato social para nuestra generación. Debemos explorar ideas como el ingreso básico universal para dar a todos un colchón y poder probar cosas nuevas", añadió.

El FMI evitó esta semana hacer una defensa abierta de la renta mínima. Poul Thomsen, director del departamento europeo del Fondo, dijo al respecto en una rueda de prensa que "muchos de los países del grupo adoptaron medidas enérgicas durante los años buenos para aumentar su capacidad de recuperación. Repito, todos los países tienen el espacio necesario para reaccionar enérgica y adecuadamente ante la pandemia".

Sin embargo, el traslado a la práctica sigue lejano. Para Luis Ayala, analista de la Fundación Alternativas y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos, resulta "complicado" pensar en "una ayuda de gran cuantía generalizable para toda la población en países de la Unión Europea". Ayala sugiere que, en todo caso, los países de la eurozona se plantearán "un sistema de emergencia y consolidar en el medio plazo un sistema más robusto de renta mínima para hogares con bajos ingresos", explica por teléfono.

900 euros para cada japonés

El mes que viene Japón espera poder repartir pagos de cerca de 900 euros a cada japonés. La medida fue anunciada este jueves por el Ejecutivo para aplacar los daños económicos en el país nipón, el más endeudado del mundo (237% de su PIB). Un presupuesto adicional detallaba pagos de 300.000 yenes (unos 2.600 euros) a los hogares cuyos ingresos se viesen afectados por el brote de Covid-19, aunque miembros del partido del primer ministro Shinzo Abe han presionado para que la ayuda transitoria llegue a todos los japoneses, informa Reuters. 

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El debate también ha estado servido en Reino Unido. El líder del Partido Nacionalista escocés en la Cámara de los Comunes solicitó en marzo una renta mínima coyuntural. El premier británico, Boris Johnson, le respondió: "Es importante que durante esta crisis demos pasos de apoyo a los trabajadores, y la sugerencia que me hace es una entre muchas otras". Más de 170 miembros del parlamento, de seis partidos distintos, trasladaron una misiva al Gobierno en la que defendían que el pago de una suma fija de dinero semanal a cada adulto durante la crisis constituía una propuesta "práctica, no ideológica". Sin embargo, días después, el canciller de Hacienda desechó la medida.

El experimento finlandés

Uno de los países que ha testado la ayuda ha sido Finlandia. Kela, su instituto de seguridad social, presentó el año pasado los resultados de un estudio de dos años para comprobar la viabilidad del ingreso mínimo. Según los impulsores, el ingreso de 560 euros mensuales recibido por los 2.000 desempleados de la muestra marcaba una diferencia inapreciable en la tasa de empleo, pero muy elevada en cuanto a bienestar de esas personas. Minna Ylikännö, investigadora de Kela, señaló que “el bienestar de las personas mejora cuando tienen algún tipo de seguridad financiera. Se sienten seguros y se encuentran mejor, es algo que vemos en otros países, no solo la experiencia finlandesa”.

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