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La crisis del coronavirus

Colapso económico: España se encamina a la recesión

El desplome de sectores enteros y el confinamiento de población por el coronavirus llevan la economía a una crisis que disparará el paro y el déficit

Desmontaje de las Fallas tras su aplazamiento.
Desmontaje de las Fallas tras su aplazamiento.Efe

La crisis sanitaria camina a velocidad de vértigo hacia la crisis económica, con una altísima probabilidad de entrar en recesión este mismo semestre. La previsión de crecimiento presentada por el Gobierno hace un mes, pese a ser ya modesta (1,6%), carece de valor, como carece de valor una estimación de déficit presupuestario del 1,8% del PIB, y como carecen de valor, por tanto, unos presupuestos elaborados con un escenario que se ha evaporado en solo dos semanas de escalada de la epidemia del coronavirus en España.

La espiral de la alarma por el coronavirus ha llevado a las autoridades a entrar en una carrera de decisiones, culminada con el anuncio del estado de alarma para hoy por parte del presidente del Gobierno, que provocan una práctica paralización de la economía. Sectores enteros como el transporte, el turismo, la hostelería, el comercio minorista no alimentario, la educación, el deporte o la cultura se han hundido de golpe, arrastrando consigo a muchos otros. La factura será elevada para la actividad y el empleo, con subida del paro y proliferación de expedientes de regulación de empleo en industria y servicios.

El cierre de los colegios y universidades, la recomendación del teletrabajo, la clausura de todos los centros públicos de ocio, el aplazamiento de miles de eventos, las restricciones a los viajes y la clausura de buena parte de la actividad comercial han secado la economía. Se transita en las grandes ciudades como si fuera domingo, sin cines ni restaurantes.

“Vamos a una recesión inmediata; ya ahora estamos creciendo por debajo del 1%, y en España hemos decidido declarar una emergencia sanitaria al coste que sea, sin analizar bien cuál será”, asegura Fernando Fernández, profesor de Economía de IE Business School. “Hemos parado sin darnos cuenta por unos cuantos meses todo aquello en lo que tenemos ventaja competitiva con Europa, como es el ocio y el turismo, la capacidad de tratar a la gente, como son exposiciones, congresos, eventos... Este año está perdido para el crecimiento; habrá caída de PIB irremediablemente”, concluye.

“No descarto una recesión; dependerá que cuánto tardemos en superar la epidemia. Si la alarma sanitaria se prolonga e impide recomponer la temporada turística, probablemente habrá un 2020 recesivo”, en opinión de Santiago Carbó, director de finanzas de Funcas.

Hacer estimaciones de variables tan sensibles como el consumo en estas circunstancias es muy complicado. Pero si en los últimos trimestres se había resentido y avanzaba a tasas ligeramente superiores al 1%, no es arriesgado pronosticar que entre en negativo de manera brusca incluso en el primer trimestre con el práctico confinamiento de la población en muchas zonas del país, el cierre de casi todo el sector de la distribución, salvo alimentación (ya decretado en Madrid) y las innumerables limitaciones a ocio y viajes.

El consumo eléctrico ha descendido un 5% en Madrid y hasta un 12% en La Rioja. Habrá descensos abultados en consumo de carburantes, ventas minoristas no alimentarias, tráfico aéreo o viajes. Y habrá un reflejo directo en el comportamiento de la inversión, que hará un paréntesis en sus planes.

El segundo trimestre será más contractivo que en el primero, porque ya arrancará con restricciones de oferta y frenazo en la demanda desde el principio. Con todo ello, y teniendo en cuenta que la exportación está en cuarentena por la globalización del episodio vírico, la economía no podría evitar la recesión. Será seguramente más intensa que prolongada, pero siempre que las medidas sanitarias funcionen.

“Todo va a depender de cuándo se despeje el problema sanitario; el primer trimestre no me atrevo a hacer cálculos, pero el segundo será recesivo con seguridad, y de su intensidad, y de las soluciones que plantee el Gobierno, dependerán los siguientes”, según Francisco Pérez, director del Ivie. “El parón intenso provoca despidos, pérdida de empleo y de renta de las familias y de las empresas, así como de recursos fiscales, que deben ser corregidos con medidas de liquidez potentes; el Gobierno tiene que evitar que este parón arrase al tejido productivo, muy sensible a estas caídas tan fuertes de la demanda en un país tan dependiente del consumo”, añade Francisco Pérez.

Las cuentas públicas

Con esta cadena de pérdidas de renta familiar y empresarial y con el obligado socorro estatal, las cuentas fiscales hechas hasta ahora ya no valen. “España, como Italia y otros países, necesita que el candado fiscal se levante por un tiempo en la proporción que se precise”, asegura Fernando Fernández. “Hay que elevar claramente la ratio exigible de deuda sobre PIB; hay que evitar como sea que los problemas de liquidez de las empresas se traduzcan en problemas de solvencia”.

“La UE no se puede poner de perfil: hay que elevar los márgenes de déficit; el Gobierno no puede racanear con este asunto”, coinciden Carbó y Pérez.

Con un Presupuesto en el limbo político, la previsión de déficit para este año era del 1,8%. Lógicamente, es papel mojado, como lo es el techo de gasto ya aprobado por el Congreso solo hace una semana, y como lo es toda la senda de déficit para la legislatura.

La impresión es que el aumento del gasto público irá más allá de las pobres estimaciones que le concedió el Ejecutivo como necesidades sanitarias (3.800 millones). El frenazo económico no solo abre un incremento imprevisto del gasto difícil de calcular, centrado en prestaciones por desempleo y sanidad, sino también un abismo en los ingresos públicos, por caída de renta de familias y empresas, e incapacidad para honrar los pagos. Nadie se atreve a estimar el desequilibrio fiscal de este año, pero no parece excesivo que duplique el de 2019.

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