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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La guerra tecnológica entre Washington y Pekín en cifras

No se sabe quién ganará, pero todo apunta a que la UE va camino de convertirse en un jugador de segunda fila sea cual sea el resultado final

A estas alturas quedan pocas dudas de que la guerra comercial entre Estados Unidos y China es, en realidad, una guerra tecnológica en toda regla, guerra en la que se está dirimiendo el liderazgo mundial. China lleva décadas preparándose para este momento, aunque se encuentre temporalmente debilitado por la crisis del coronavirus. Xi Jinping ha tomado una actitud beligerante prácticamente desde el minuto uno en el que alcanzó la presidencia de la República Popular China en 2013. Trump le ha facilitado mucho las cosas con su estrategia de torpedear el orden mundial tan trabajosamente conseguido. Las consecuencias las está pagando ahora, especialmente con la falta de apoyos a su pretensión de bloquear la tecnología 5G desarrollada por China.

De las muchas iniciativas tomadas por Xi Jinping, como el denominado sueño chino; el discurso de devolver a China al “centro del escenario mundial”, frase que se parece mucho al Make America great again de Trump; la iniciativa de la nueva ruta de la seda destinada a conectar Asia, Europa y África, o la campaña Made in China 2025, que tiene como objetivo situar a China a la cabeza de las industrias estrategias que hasta ahora están dominadas por Silicon Valley. Con este plan, China pretende ser líder en tecnología a escala internacional en 2025, por delante de potencias como, Estados Unidos, Alemania o Japón.

Pero eso cuesta dinero. La pregunta es ¿cuánto está invirtiendo China en el intento de desbancar a Estados Unidos del liderazgo tecnológico mundial? O, si se prefiere, ¿cuánto está destinando EE UU para mantenerlo? Para responder a esta pregunta se pueden utilizar varios indicadores. El primero es el tamaño del sector productor de bienes y servicios ligados a las nuevas tecnologías (TIC). El peso que tenía en 2017 –de acuerdo con la información proporcionada por la base de datos Predict de la UE– el sector TIC en la economía de EE UU era 1,07 puntos porcentuales (pp) mayor que en China (5,90% en el primero frente al 4,83 pp en el segundo). Sin embargo, la diferencia entre los dos países se ha ido acortando desde los 1,35 pp de 1995.

El valor añadido por las industrias productoras de TIC es un indicador poco refinado porque bajo el paraguas común de las TIC se cobijan bienes y servicios de muy desigual contenido tecnológico, algunos de ellos clasificables como gadgets. El gasto destinado a investigación y desarrollo (I+D) es un mejor indicador si lo que se persigue es evaluar el esfuerzo realizado por cada país en alcanzar –en el caso de China– o mantener –en el de EE UU–, el dominio tecnológico. En 2017, el peso de la inversión en I+D sobre el PIB ascendía a 10,6% en el sector TIC de EE UU mientras que en China era significativamente inferior, 6%. Estos datos no deberían llevar a concluir que Estados Unidos es el líder sin discusión. Es cierto que lo es, pero su posición está muy amenazada. En el periodo 2009-2017 la tasa de crecimiento de la inversión en I+D llevada a cabo en China por el sector TIC alcanzó el 19% anual, casi el triple que en EE UU (7,7%).

Uno de los agravios más frecuentemente esgrimidos por Trump en su batalla con China es que están copiando la tecnología norteamericana. Sin ponerlo en discusión su veracidad, también es cierto que el número de investigadores en el sector TIC en China ha crecido a un ritmo muy superior al de EE UU. En el periodo 2009-2017 su tasa de crecimiento en el sector TIC de China fue el 6,1% frente al 0,07% en Estados Unidos.

El foco de atención está centrado en el desarrollo de la tecnología 5G, que es solo un componente de las TIC. Una parte importante de la información sobre el 5G la recoge el subsector 612 de las cuentas nacionales, destinado a las telecomunicaciones inalámbricas. Desgraciadamente la información para China no está disponible, pero sí la del sector 61 telecomunicaciones, en el que se integra. El valor añadido generado por el sector de telecomunicaciones en China ya tenía, en 2017, un peso superior que en EE UU (1,86% en el primero frente a 1,73% en el segundo). Además, este sorpasso se ha producido desde que Xi Jinping accedió a la presidencia, entre 2013 y 2017. En 2013 la misma variable tomaba el valor 1,90% en EE UU frente a 1,64% en China. La inversión en I+D realizada por el sector 61 ha crecido a una tasa anual del 9,7% en EE UU, frente al 18,9% en China.

Por otra parte, en EE UU el número de investigadores en el sector de telecomunicaciones se redujo a una tasa del -3,5% anual entre 2009 y 2017, mientras en China crecía al 12,3% de media. Solo en el periodo más reciente, 2013-2017, el crecimiento en el número de investigadores ha sido mayor en EE UU (22,5%) que en China (13,1%).

Las cifras anteriores permiten obtener dos conclusiones. La primera, EE UU continúa ocupando el liderazgo en la producción de TIC, pero este liderazgo se encuentra seriamente amenazado. La segunda, el despegue de China en el subsector de las telecomunicaciones es espectacular en todas las variables, y ha superado ya a EE UU en el peso que tiene en su economía, en el ritmo inversor en I+D y en el ritmo de contratación de investigadores.

¿Y cuál es la situación en la UE 27? Los siguientes datos responden por sí mismos: el peso de su sector TIC en 2017 (4,3%) era inferior al de China (4,8%); la tasa de crecimiento de la inversión en I+D entre 2009 y 2017 (4,5%) ha sido 2,9 pp menos que en EE UU y 14,4 pp menos que en China; en 2017 el peso de la inversión en I+D sobre el PIB en el sector TIC (1,4%) era inferior al de China (1,65%) y EE UU (2,1%). El panorama todavía es más negativo en el sector clave de telecomunicaciones, con un peso menor (1%) que en los otros dos países (1,7% en EE UU y 1,9% en China); caída de la inversión en I+D (-0,8% anual), y crecimiento raquítico en el número de investigadores (1,2%).

En definitiva, no sabemos quién ganará la guerra, pero todo parece indicar que la UE va camino de jugar un papel de segunda fila sea cual sea el resultado de la contienda.

Matilde Mas es Catedrática de Análisis Económico en la Universidad de Valencia y directora de proyectos internacionales en el Ivie

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