Con la investidura acaba el bloqueo y es la hora de la responsabilidad
Se trata de un Gobierno débil, sin una mayoría sólida detrás; deberá por ello actuar con voluntad de aunar esfuerzos y lograr consensos
El Congreso de los Diputados otorgó ayer su confianza para formar Gobierno a Pedro Sánchez, el candidato propuesto por el rey Felipe VI. La investidura del líder socialista, por estrecho margen y en segunda votación, pone un fin a un periodo de bloqueo. En dicho periodo se han tenido que repetir las elecciones por la incapacidad para formar Gobierno en la anterior legislatura, pese a que había aritméticas que lo hacían posible.
El espectáculo de las sesiones de investidura ha sido poco edificante. El hecho de que Sánchez haya tenido que contar con la abstención de ERC y Bildu ha elevado la tensión en el Parlamento y ha llevado a los diputados de algunos partidos a hacer llamamientos al transfuguismo o incluso a cuestionar la legitimidad de la investidura. Podrán gustar más o menos Sánchez, sus aliados y sus futuros compañeros de Ejecutivo, pero es un error cuestionar la legitimidad democrática del Gobierno que sale del Parlamento.
Se trata, sin duda, de un Gobierno débil, sin una mayoría sólida detrás. Deberá por ello actuar con voluntad de aunar esfuerzos y lograr consensos lo más amplios posibles, siempre dentro de la Constitución y las leyes, por supuesto. El objetivo debe ser abandonar la excepcionalidad en que se halla instalada la política española. La fortaleza o eficacia del Gobierno se medirá en primer lugar por su capacidad para sacar adelante unos Presupuestos. Después, por la posibilidad de impulsar la agenda pactada entre los socios de coalición y por la capacidad para reconducir el conflicto territorial.
Mercados e inversores han recibido con tranquilidad la formación del nuevo Gobierno. Para Bruselas, un Ejecutivo europeísta en uno de los principales países de la UE es una muy buena noticia. También otorga cierta tranquilidad el hecho de que a la cabeza de la política económica esté Nadia Calviño con rango de vicepresidenta, y que los ministros de Unidas Podemos (UP) apenas tengan peso económico. Sin embargo, hay algunos aspectos en el pacto firmado entre el PSOE y Unidas Podemos que son cuestionables. En un momento de desaceleración económica y con tensiones geopolíticas internacionales, el Gobierno debe ser muy prudente y responsable, tanto en las medidas que adopta como en la forma en que las comunica. Dar pasos atrás en la consolidación fiscal con políticas de gasto poco medidas y paralizar o revertir reformas (como la laboral o de las pensiones) puede perjudicar a la confianza, a la prima de riesgo, al crecimiento, la recaudación, la disponibilidad de recursos para políticas sociales y el bienestar de los ciudadanos.