Por una optimización adecuada de los costes empresariales
La moderación salarial aumenta la productividad, pero no es la forma más conveniente de conseguirlo
Hace pocos días se han publicado los datos relativos a la evolución de los costes laborales en nuestro país en el tercer trimestre de 2019, que junto a los datos de anteriores periodos que viene publicando el Instituto Nacional de Estadística, nos ofrecen una radiografía bastante detallada de la evolución de estos costes tanto en las empresas como en las entidades públicas de nuestro país.
Tales datos agregados vienen a mostrar un incremento global de los costes laborales en 2019 claramente superior al de años anteriores, si bien una parte importante de este aumento se debe a incrementos puntuales o coyunturales que no se van a repetir en próximos periodos, tales como el incremento del Salario Mínimo Interprofesional en un 22,3%, o la subida retributiva a los empleados públicos del 2,5%. No es el objetivo de estas líneas analizar dichos datos, sino explicitar algunas cuestiones estratégicas y operativas relacionadas con estos costes laborales en el ámbito de las empresas.
Sabido es que uno de los pilares básicos en los que se asienta el éxito de una organización, tanto en el corto como –sobre todo– en el largo plazo, es la eficiencia y el buen aprovechamiento de sus recursos humanos. En relación con ello, las empresas han de buscar a este respecto una optimización entre el coste y la eficacia de su mano de obra, con el fin de reducir en lo posible lo primero y aumentar lo segundo, o lo que es lo mismo, aumentar la productividad de la mano de obra, cuya importancia, tanto cualitativa como cuantitativamente, es muy sustantiva en una buena parte de los sectores empresariales, y se configura en todo caso como un factor clave de éxito en cualquier organización.
Es importante en este contexto contemplar el proceso productivo de una empresa como una función o actividad económica que se caracteriza por utilizar unos factores o recursos (inputs), que adecuadamente combinados o manejados, dan lugar a unos productos –sean bienes o servicios– que constituyen los outputs de la empresa, destinados a su comercialización en el mercado.
Cabe recordar que la empresa utiliza normalmente unos inputs muy diversos, y entre estos factores o recursos productivos se encuentra uno fundamental: el personal. La moderación de este input, y en definitiva del coste retributivo que conlleva, podrá simplemente instrumentarse a través de una escasa o incluso nula subida en la revisión anual de los salarios de los trabajadores; ahora bien, esta moderación supone una simple reducción, pero no supone una racionalización, ya que determina únicamente un mantenimiento o incluso una reducción en términos reales de los salarios.
La racionalización del coste laboral va más allá de esto; se trata de ir a la reducción de los costes laborales que contiene cada unidad de producto generada (sea un bien o un servicio), esto es, de conseguir una moderación realmente productiva del coste del personal; se trata, en definitiva, de que se consuma menor cantidad de ese input por cada unidad de output, esto es, de que el coste laboral de cada producto que obtenga la empresa sea cada vez menor.
Está claro que una moderación salarial pura y dura, esto es, una mera reducción de los salarios en términos reales, podrá contribuir (siempre que suban al menos en la misma cuantía los precios de los outputs producidos) a un aumento de la productividad, ya que esto se dará siempre que haya alguna mejora en el cociente o relación: inputs/outputs. Ahora bien, esta vía del recorte no es la única, ni la más adecuada, ya que la ganancia en productividad no se da contra la ineficiencia, sino contra el sacrificio de los trabajadores.
Es por ello por lo que habrá que buscar una moderación salarial a través de la reducción de los costes laborales unitarios, lo cual sí supondrá una moderación salarial productiva. La realidad actual es que en muchas empresas, al aplicarse la reducción de los costes salariales vía reducción del número de trabajadores (por despido o no renovación), se está obteniendo no una ganancia de productividad contra la eficiencia, sino contra el número de empleados de la empresa, y en definitiva, contra el empleo, y por tanto, y consecuentemente, contra la sociedad.
Otra importante vía que las empresas pueden utilizar –y de hecho están utilizando– para mejorar su eficiencia económica y su rentabilidad a través de la reducción de sus costes a largo plazo es una variabilización de estos costes, consistente en convertir una parte de los costes fijos en costes variables, esto es, dependientes del nivel de outputs o de la productividad de los trabajadores. Se trata, en definitiva, de otra forma de reducir los costes laborales unitarios en lugar de limitar o reducir en términos absolutos los gastos de personal.
La utilización de unas y otras vías permitirá asegurar, en fin, un aumento de productividad, ya que en la medida en que se logre ese incremento en el aprovechamiento de los recursos de la mano de obra, disminuirán automáticamente los costes unitarios, lo cual originará para la empresa un incremento de la renta o beneficio (a través del aumento del margen unitario), lo cual sí representará una ganancia contra la ineficiencia y supondrá una mejora en el nivel de productividad.
Ello, además de acercarnos al nivel de productividad de nuestros vecinos de la Unión Europea, podrá otorgar un cierto margen para que nuestros productos puedan ganar competitividad vía precios allende nuestras fronteras.
Jesús Lizcano es catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y académico de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras