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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Posible subasta por el control del operador de la Bolsa española

El Gobierno puede imponer condiciones que permitan que el funcionamiento de los mercados españoles no escape a la regulación comunitaria

CINCO DÍAS

El operador de la Bolsa suiza, Six, lanzó ayer una oferta de algo más de 2.800 millones de euros por el 100% de Bolsas y Mercados Españoles (BME). El gestor de la Bolsa española se había convertido en una pieza preciada en el movimiento de consolidación que vive el sector y que tiene todo el sentido desde el punto de vista estratégico por las eficiencias y economías de escala que comporta. Six, controlado por la banca suiza, tiene en BME uno de los últimos trenes para unirse a la carrera por el tamaño. El mercado español tiene un aliciente especial para el oferente: es una puerta de entrada a la UE —con las implicaciones regulatorias que eso conlleva— y un puente de futuro hacia los mercados latinoamericanos.

BME ha estado manteniendo conversaciones con Six desde hace meses. pero, en paralelo, ha tenido también negociaciones con Euronest, el mercado con aspiraciones paneuropeas. Six ha dado el primer paso y ha puesto un enorme cheque encima de la mesa, pero el mercado y los inversores especulan con la posibilidad de que se abra una guerra de opas por el control de una de las últimas Bolsas independientes de considerable tamaño que quedan en la Unión Europea. No cabe descartar que algún otro actor se sume a la puja, para bien de los accionistas de BME.

La oferta de Six es, por otra parte, una muestra de confianza en el potencial de la economía española y sus empresas, cuyo reflejo financiero está en la contratación de acciones y bonos de sus principales entidades emisoras. Ni la amenaza de una tasa a las transacciones financieras ni la incertidumbre política sobre la formación de Gobierno, ni las exageradas alarmas que se han lanzado en algunos ámbitos han asustado a los bancos suizos, que no son precisamente los mayores amantes del riesgo.

BME, de la mano de Antonio Zoido, ha defendido hasta ahora su independencia, pero con el relevo en la gestión se ha reabierto el debate de si tenía sentido mantenerse en solitario o negociar las mejores condiciones posibles para los accionistas y demás grupos de interés en una operación de integración. Esta última tesis es la que se ha impuesto.

El Gobierno tiene en su mano autorizar la operación bajo el asesoramiento de la CNMV. No tendría sentido hacer depender esa autorización de concepciones proteccionistas, pero sí debe tenerse en cuenta la peculiaridad de que la oferta de Six venga de un país de fuera de la UE. Si es necesario, el Gobierno tiene capacidad para imponer condiciones que permitan que el funcionamiento de los mercados españoles no escape a la regulación comunitaria.

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