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Despachos
Tribuna
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Los retos de las fusiones transatlánticas

El sistema de remuneración de los socios suele ser uno de los grandes dolores de cabeza en las uniones de firmas

Getty Images

Muchos ya cantaban victoria, celebrando la que hubiera sido la creación de una de las mayores firmas por facturación mundial, junto a despachos como Kirkland & Ellis, Latham & Watkins, Baker McKenzie y DLA Piper, y con unos ingresos de más de 2.500 millones de euros.

Tras 18 meses de contactos entre la inglesa Allen & Overy y la americana O'Melveny & Meyers, la llamada a ser la principal fusión transatlántica del año, finalmente, no sucedió. ¿Qué falló? Las firmas afectadas hablan de fluctuaciones de la moneda y de inestabilidad. Sin embargo, parece que ha habido más razones que habrían precipitado el desencuentro:

Intereses

Quienes siempre se mostraron partidarios de la fusión fueron los socios de litigios de Allen & Overy. La fuerza de la práctica de litigios en Estados Unidos de O'Melveny provocaba un interés pronunciado de estos socios, mientras ciertos socios de mercantil no veían con tanto entusiasmo la operación. Por otro lado, según RollOnFriday, empleados de O'Melveny intentaron eliminar la evidencia de vínculos de la firma americana con Donald Trump, cuando se estaba negociando sellar la fusión. Mientras desde Londres se insistía en destrumpificar la marca americana, desde O'Melveny se mostraba orgullo por ser contratada por la Administración pública de Estados Unidos.

'Naming'

Sobre el tema del nombre de la nueva firma, cabe destacar que pese a que el dominio www.allenomelveny.com fue registrado, no parece que fuera a ser ese el naming definitivo.

Según The Lawyer, había socios de O'Melveny muy molestos con los planes para la nueva marca, que abogaba por reducir la presencia de O'Melveny en el nuevo naming a un simple apóstrofe.

Culturas

Es habitual en las firmas americanas oír quejas sobre que los abogados británicos trabajan menos que ellos, ya que en el Reino Unido suelen registrar unas 1.500 horas anuales, mientras que en EE. UU. muchas firmas alcanzan más de 2.000. Esto también afecta a la conciliación y a los periodos vacacionales. Los abogados ingleses suelen respetar más sus periodos de desconexión.

Por el contrario, la presión de las firmas americanas a sus abogados para registrar más horas provoca que disfruten, por lo general, de menos –e interrumpidas– libranzas y vacaciones.

En cuanto al sistema de remuneración de socios, en el caso de Allen & Overy y O'Melveny fue uno de los puntos culturales que se dejó para el final. Este suele ser uno de los grandes dolores de cabeza en las fusiones entre firmas y que hemos podido observar durante años tanto a nivel nacional como internacional.

Históricamente, en el Reino Unido ha reinado el sistema de compensación del lockstep, en el que prima, como punto clave, la antigüedad en la firma y el corporativismo. Sin embargo, en EE UU, ha dominado el eat what you kill (come lo que matas), sistema donde prevale la vertiente comercial. En la abogacía londinense se considera grosero estar tan centrado en lo económico. No obstante, en la no fusión mencionada, este punto finalmente sí se salvó.

La cultura es un tema crítico en los procesos de fusión, como también comprobamos durante nuestra última visita a Greenberg Traurig, en Miami, donde nos contaban cómo se vivió la fusión frustrada con la también británica Berwin Leighton Paisner por un tema cultural, lo que frustró la que hubiera sido la operación transatlántica de 2016.

A día de hoy, las compañías que pretenden realizar negocios en EE UU suelen contar con firmas americanas, y para ser verdaderamente una firma global, el mercado te obliga a tener presencia allí (preferiblemente en Nueva York), por lo que para los bufetes británicos este tipo de fusiones se han vuelto imprescindibles.

Por todo ello, estoy completamente convencido de que el bufete Allen & Overy seguirá buscando la fusión óptima. Esa operación que le permita dar un salto definitivo al siempre competitivo, pero rentable, mercado estadounidense.

Marc Gericó es managing partner en Gericó Asociates.

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