Tiempo de hacer reformas ante una economía que se estanca
Cuando hay nubes en el horizonte, ni las empresas invierten ni las familias gastan porque unas y otras necesitan confianza
La economía española se desacelera, pero lo hace a un ritmo mayor de lo esperado y como consecuencia de una serie de factores, externos e internos, entre los que destaca el fuerte clima de incertidumbre política y el decepcionante horizonte de otras elecciones cuyo resultado, en términos de gobernabilidad, nadie puede asegurar. Tras el reajuste a la baja de datos macroeconómicos llevado a cabo la semana pasada por el INE, ha sido el Banco de España el que ha retocado ahora sus previsiones y ha rebajado el crecimiento desde el 2,4% hasta el 2% para este año, el 0,9% para el año que viene y el 0,7% para 2021. Las cifras forman parte del último informe trimestral del supervisor, que evidencia la urgente necesidad que tiene España de aprovechar la prolongación de este ciclo expansivo para realizar reformas estructurales, en lugar de dejarse arrastrar por una corriente de crecimiento cada vez más débil.
La radiografía realizada por el supervisor tiene en cuenta el respaldo de la acomodaticia política monetaria del BCE, así como el lento proceso de desapalancamiento llevado a cabo por empresas y familias y el esperado repunte de las exportaciones, aunque este último factor depende en buena medida de la evolución de los riesgos externos. El banco advierte también, y muy seriamente, de los persistentes vientos en contra que frenarán el crecimiento en los próximos ejercicios, entre los que figura el debilitamiento de la demanda interna por el efecto combinado de la incertidumbre política y el enquistamiento de conflictos como la guerra comercial o la mala gestión del Brexit. En el informe se incluye una elocuente gráfica que refleja la incertidumbre respecto a las políticas económicas de España en los últimos años, una variable que desde 2018 no ha cesado de crecer. Tampoco las previsiones sobre el empleo son halagüeñas: seguirá creciendo, pero lo hará a un ritmo cada vez más lento y claramente insuficiente para absorber la enorme bolsa de desempleados.
La desconfianza siempre es letal para el crecimiento económico. Cuando hay nubes en el horizonte, ni las empresas invierten ni las familias gastan, porque unas y otras necesitan confianza para tomar decisiones financieras. España poco puede hacer para resolver la guerra comercial o suavizar el Brexit, pero tiene una enorme tarea de reformas propias que urge acometer y para las que debemos contar con un Gobierno estable, sensato y capaz.