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Presidente de la Cámara de Comercio de EE UU en España

Jaime Malet: “Los derechos laborales adquiridos serán muy difíciles de preservar”

Sostiene que las medidas proteccionistas responden a una globalización excesiva y que se habrían dado incluso sin la Administración Trump

El presidente de la Cámara de Comercio de EE UU en España, Jaime Malet.
El presidente de la Cámara de Comercio de EE UU en España, Jaime Malet.Juan Lázaro

Jaime Malet (Barcelona, 1964) lleva al frente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España desde 2002, una organización con un siglo de historia que reagrupa a 340 grandes compañías de ambos lados del Atlántico. Estos empresarios, que generan una facturación conjunta de 248.000 millones de euros en España –el 24% del PIB y un millón de puestos de trabajo– piden al Gobierno estabilidad tras años de vaivenes electorales. Entre las medidas más urgentes, creen necesario seguir creando empleo y flexibilizando el mercado laboral, aunque ello suponga revertir derechos. Sobre la política proteccionista de Donald Trump, Malet sostiene que se habría terminado adoptando con o sin él en la Casa Blanca y considera que la imposición de la tasa Google puede mermar la inversión y el talento. Cree que España está infrarrepresentada en los grandes foros internacionales, una de las razones por las que este miércoles organiza en la capital el foro AmChamSpain Summit, que reunirá a numerosos exmandatarios y otras personalidades del ámbito nacional e internacional.

R. Ponemos fin a un larguísimo periodo electoral. ¿Cuáles son las mayores urgencias para los empresarios de la Cámara?
R. Lo primero que se necesita es estabilidad, ya que lo contrario impide hacer planes a largo plazo. Las oportunidades son enormes, ya que el país ha demostrado una enorme resiliencia tras la crisis y una capacidad de crecimiento superior a la de muchos socios. Pero hay que ponerse manos a la obra. Hay que reducir la abultada deuda, no por la vía de aumento de ingresos sino por la eficiencia del gasto. Aunque se han hecho esfuerzos muy importantes, también hay que reducir la deuda externa mejorando las condiciones para que las compañías sigan siendo competitivas. También hay que impulsar un modelo educativo que hoy es muy poco meritocrático e invertir mucho más en I+D+i, ahora un nivel muy deficiente [del 1,1% del PIB frente al 3% de la UE], algo que debería pasar no tanto por la inversión pública, sino por incentivos al sector privado.

Otro elemento importantísimo es adaptar el tejido productivo a la cuarta revolución industrial y pensar en un plan nacional de recapacitación laboral para que el mercado pueda adaptarse a los cambios tecnológicos. Hay que atajar además el problema estructural del desempleo y el Gobierno se tendría que poner como meta reducirlo por debajo del 10% en esta legislatura, con una mayor flexibilidad y mejoras en las capacidades de los trabajadores.

R. La OCDE advierte de que la alta precariedad del mercado laboral español lo hace más vulnerable a la robotización. ¿Es compatible mejorar la calidad del empleo con una mayor flexibilización?
R. Claro. Es importante que el mercado laboral sea muy flexible. Un mercado rígido, con un Estatuto de los Trabajadores de la época preconstitucional, que exige unas burocracias a la hora de la concertación social y la contratación, es contrario a lo que van a exigir los nuevos tiempos. El mundo está cambiando muchísimo. Lo que antes parecía normal y los derechos adquiridos van a ser muy difíciles de preservar.
R. Entonces, ¿flexibilizar implica retroceder en derechos?
R. Lo óptimo es que ambas cosas sean compatibles. Pero en caso de incompatibilidad, es muy importante que todo el mundo pueda estar trabajando.
R. ¿Qué opinan los empresarios de la intención del Gobierno de recuperar la tasa Google a las grandes tecnológicas?
R. La Cámara cree que esto debería regularse en los foros internacionales, a nivel de la OCDE. Las empresas pagan sus impuestos, lo que ocurre es que la forma de hacerlo se estructura de manera muy diferente a la de otras compañías. Hay que pensar cómo se puede regular a nivel internacional para que estas paguen en todos los sitios y no haya doble imposición. Ser el primero de la clase en esto y establecer medidas en contra de las compañías no sé si va a ser muy efectivo para atraer inversión y talento.
R. ¿Hay mucha preocupación entre sus socios por la escalada proteccionista de Trump?
R. Siempre he pensado que la globalización tenía excesos y que se iban a intentar reducir. Ya en la última etapa de la presidencia Obama hubo muchísima preocupación por la forma en que China estaba ocupando los mercados globales, lo que puede suponer una amenaza para la posición hegemónica de Estados Unidos, que ha pasado de ser un acreedor neto a un deudor neto extraordinario. Con México tiene un déficit comercial de más 60.000 millones de euros; con Alemania, también; con la Unión Europea, de 178.000 millones; y con China, de más de 400.000 millones cada año. Es algo único en la historia. [Las medidas proteccionistas] nos pueden gustar más o menos, pero no es un invento de la Administración americana actual. Intentar paliar los excesos de la globalización es algo que hubiera ocurrido de una forma u otra.
R. Pero, ¿hay malestar entre sus socios?
R. La relación bilateral económica está sobre todo basada en la inversión, con lo cual, una gran parte de nuestros socios no tienen esa preocupación. Estados Unidos es el primer inversor extranjero en España, y España es también un inversor importantísimo allí: ha invertido más de 70.000 millones en la última década y media. Ahora bien, hay dos tipos de socios nuestros que sí tienen esa preocupación. Unos son los que exportan allí que, por supuesto, están muy preocupados. Otros son aquellos que están metidos en cadenas de producción globales, de las que una parte pasa por China o se está viendo afectada por otro tipo de restricciones arancelarias como es el caso del acero y el aluminio.
R. ¿Todavía es un riesgo invertir en Cataluña?
R. Sí, claro. Es un tema que sigue preocupando mucho y eso se refleja en los datos. Todos los Gobiernos que quieran saltarse la legalidad son un peligro para la estabilidad y la creación de empleo.
R. ¿Qué relación mantienen con la Cámara de Comercio de Barcelona, controlada por empresarios independentistas?
R. La misma que podemos tener con cualquier otra cámara de cualquier otro sitio de España y la que teníamos hasta la fecha, con independencia de las relaciones más personales, porque yo soy de Barcelona. Con la gente nueva que hay ahora creo que tendremos muy poca relación porque defienden unas ideas que no creemos que sean las adecuadas para una entidad empresarial.
R. ¿Cómo puede España mejorar su imagen en el exterior?
R. España es un país cuya presencia no se corresponde ni con su capacidad cultural, económica ni, sobre todo, con su historia. Perdió muchísima influencia y visibilidad positiva con la crisis económica. Es hora de volver otra vez a los ruedos internacionales y de hacer un esfuerzo para estar muy presente no solo a nivel político, sino también empresarial. España podría tener vocación de ser una potencia regional media con tres palancas de influencia muy importantes: Europa, Latinoamérica y África. No hay muchos países que tengan esa capacidad.
R. ¿Dónde están las grandes oportunidades para que España y EE UU trabajen juntos?
R. En trabajar juntos en Europa, Latinoamérica y África. Y en incrementar nuestros flujos de inversión. España puede recibir mucha más inversión americana y, a la vez, la apuesta de las empresas medianas españolas por EE UU sería fantástica para que ganasen músculo y tamaño.

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