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Breakingviews
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El gigantesco pozo de ‘cash’ de Shell es una protección lógica contra el clima

Los proyectos tardan años en dar sus frutos, y los Gobiernos pueden imponer impuestos al carbono o medidas similares

Ben van Beurden, CEO de Royal Dutch Shell.
Ben van Beurden, CEO de Royal Dutch Shell.REUTERS

Ben van Beurden no se contenta con dirigir el mayor pagador de dividendos del mundo. El CEO de Shell prevé dar 125.000 millones de dólares, la mitad de su valor de mercado, a los accionistas en cinco años. Tiene sentido, dado el futuro incierto del sector. Shell dijo ayer que devolvería ese dinero en forma de dividendos y recompras de acciones entre 2021 y 2025. Es un aumento considerable respecto a los 90.000 millones que han previsto para 2016-20. El nuevo compromiso se financia con un aumento del flujo de caja libre, que esperan que alcance los 35.000 millones en 2025, frente a los 23.000 millones de este año que estima Refinitiv.

La caída de los pagos de intereses y la disciplina de costes explican gran parte de la subida. Shell también han puesto un tope a la inversión para que vaya más dinero a los inversores en vez de a los nuevos yacimientos. Espera desplegar 30.000 millones al año en 2021-25. Eso significaría un gasto de capital de solo 86 centavos por cada dólar de flujo de caja al final del período. Este año stá gastando 1,06 dólares.

Dar prioridad al flujo de caja puede parecer imprudente, especialmente porque Shell ya invierte menos que sus rivales. BP y Total invertirán respectivamente 1,32 y 1,16 veces su flujo de caja libre este año. La preocupación por que Shell no esté invirtiendo lo suficiente contribuye a que su rentabilidad por dividendos sea del 6,1%, que es superior a la de sus competidores, e implica que los payouts son insostenibles.

Pero tiene sentido anteponer los retornos de efectivo frente a nuevas inversiones en combustibles fósiles. Los proyectos tardan años en dar sus frutos, y los Gobiernos pueden imponer impuestos al carbono o medidas similares. Sería más sostenible apostar por las renovables, pero proyectos como los parques eólicos suelen ofrecer rendimientos más bajos que los objetivos actuales de Shell. Si se combinan las recompras de acciones y los dividendos, su rentabilidad es menos atípica. El flujo de caja esperado para 2019 es del 9,1% del valor de mercado, no muy superior al 8,4% de BP y al 9% de Total. Su gigantesco flujo de caja es una respuesta lógica a la incertidumbre futura.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías

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