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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Elecciones en EE UU: unos resultados para la reconciliación

Trump tiene la oportunidad de negociar, que es su gran habilidad, y los demócratas pueden recomponerse

El presidente de EE UU, Donald Trump, durante un acto de campaña en Indiana, EE UU, el 5 de noviembre.
El presidente de EE UU, Donald Trump, durante un acto de campaña en Indiana, EE UU, el 5 de noviembre.REUTERS

Donald Trump ha dedicado 2018 a hablar de economía, que va muy bien y que, pensaba, sería su gran baza electoral para que los republicanos ganaran las elecciones del 6 de noviembre. Sin embargo, los demócratas han obtenido la mayoría en la Cámara de Representantes y los republicanos han ampliado su mayoría en el Senado. ¿Previsible? Sí, porque todas las encuestas lo anticipaban. ¿Creíble? Quizá no, porque las encuestas previeron en 2016 la victoria de Clinton, pero ganó Trump.

Trump ha hecho bien en poner énfasis en la economía porque es lo que más importa a las personas: tener empleo y dinero. Sin embargo, como explica el ex presidente de la FED Alan Greenspan en The age of turbulence, cuando las personas alcanzamos un nivel de confort económico a lo largo de un extenso período de tiempo, nos acostumbramos y aspiramos a más: porque la economía va bien, no ha sido un factor determinante positivo para los republicanos. De haber ido mal, la debacle para los conservadores hubiera sido monumental. Ejemplo: en los 22 meses que Trump lleva en la presidencia, se han creado cinco millones de empleos. Con Clinton, fueron seis millones. Con Obama se perdieron cuatro: heredó la Gran Recesión y, aunque enderezó la economía, los efectos positivos para las personas tardaron en notarse; los votantes castigaron a los demócratas en 2010 y Obama, muy afectado, afirmó: “ha sido un shellacking (palizón)”.

En el caso de Trump y los republicanos no ha habido shellacking, porque han avanzado en el Senado, pero la pérdida de 26 congresistas a favor de los demócratas significará que el partido de Trump va a tener muchas dificultades para sacar adelante su programa. Y habrá enfrentamiento político, si no se busca el entendimiento.

En 2018, los republicanos se quedaron más en casa versus el muy motivado votante demócrata. Los republicanos se han unido –a falta de otro líder y con la economía a favor– siguiendo a Trump. Los demócratas se han movilizado, pero están divididos entre su vieja guardia (Hillary Clinton, Nancy Pelosi, Harry Reid, Joe Biden) y la nueva, que lidera Bernie Sanders.

¿Qué pasará a partir de ahora? Los demócratas no querrán poner el peligro la bonanza económica: crecimiento del 3,5% en PIB anualizado y desempleo, casi inexistente: (3,7%). Aunque sí desearán reducir desigualdades.

Cinco millones de empleos nuevos desde 2016. Muchos son de calidad y en el sector Servicios y en el TIC-digital: Estados Unidos es el único país del mundo que, desde agosto de 2013, incluyó la innovación, las TIC y la transformación digital como componentes del PIB. El cambio a mejor, empezó con Obama y, con Trump, se ha acelerado: gracias a la digitalización, la pyme americana aumenta la productividad un 22% y la competitividad un 33%. La creación de empleo es fuerte: en octubre, hubo 250.000 nuevos empleos y los salarios aumentaron un 3%.

Los índices de confianza y sentimiento económicos son positivos. Hay dificultades para contratar, bien en la banda alta (los mejor pagados) y también en la baja, por falta de trabajadores cualificados (hace falta formación). La ausencia de una reforma pactada sobre la inmigración complica las cosas, porque los que consiguen pasar la frontera con México son pocos y generan un efecto adverso en la población blanca (72%) y la afroamericana (13%). Pero o aumenta la tasa de natalidad o habrá de ser la inmigración quien mantenga el crecimiento económico.

Los mercados de valores han vivido con Trump máximos históricos en todos sus índices. Tan solo muy recientemente, hubo una corrección a la baja en empresas tecnológicas, cuyo valor de mercado supera el billón de dólares americano: Apple, Google, Amazon, Microsoft y Facebook.

La construcción y la vivienda crecen. El índice de referencia SP-Case-Schiller muestra que el precio de la vivienda se ha revalorizado un 20% desde 2016. Servicios, digitalización-TIC, consumo interno, juntos, empujan el fuerte crecimiento económico de América, cuando China y Rusia están en recesión, Japón crece moderadamente y la Unión Europea crece al 0,2% por ciento en tasa trimestral. Todo ello y la renuncia (teórica) a la globalización que, en el caso de Trump, supone sustituir los acuerdos de libre comercio del pasado por otros nuevos más favorables a Estados Unidos (TTP, NAFTA), le granjean al presidente el favor de los 95 millones de seguidores que tiene en redes sociales.

Pero los acontecimientos relevantes sucedidos en América desde 2016 han dividido al país y dado argumentos a los demócratas para ganar la Cámara de Representantes: trasladar la embajada norteamericana de Tel-Aviv a Jerusalén, la lucha comercial con China, las sanciones a Europa. También la espada de doble filo en las relaciones con Rusia: por un lado, la trama rusa que investiga Robert Mueller para demostrar que Putin ayudó a Trump a ganar las elecciones de 2016; por otro, la eterna rivalidad con Rusia; la desregulación financiera que beneficia a Wall Street, pero deja desamparados a los clientes; la fuerte bajada de impuestos, interpretada como beneficio para el 1% y nada para el 99%; el acuerdo de desnuclearización con Corea del Norte; la continua venta de armas a Arabia Saudí para contrarrestar el poder de Irán, a quien se imponen más sanciones; la renuncia a luchar contra el cambio climático: estos hechos y muchos más, han movilizado a los demócratas en sus bastiones tradicionales.

Nunca, desde los años sesenta y la Guerra de Vietnam, la polarización y enfrentamiento social y racial habían sido tan severos como ahora. Trump tiene la oportunidad de bajar el tono de su retórica y negociar, que es su gran habilidad. Los demócratas pueden recomponerse, buscar un líder para una nueva época y conciliar la vieja con la nueva guardia.

Siendo optimista –o tal vez naif–, el resultado de estas elecciones debiera ser la esperanza que da paso al diálogo y que sustituya al enfrentamiento y busque una mayor igualdad social.

Jorge Díaz Cardiel es Socio Director Advice Strategic Consultants. Autor de Trump, año del ecuador: trueno y complacencia

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