Burgos, caballeros medievales y las mejores tapas
La ciudad se enclava en pleno Camino de Santiago Tiene una gran tradición de barra y pincho
Es un cruce de caminos, una ciudad moderna, abierta, con un interesante pasado, de buen comer y con una oferta cultural que se ha reinventado en los últimos años. Enclavada en el Camino de Santiago, Burgos conserva importantes vestigios de su esplendor medieval. Todavía hoy algunos rincones evocan princesas y caballeros medievales, como el Cid, muy presente de la ciudad.
La capital del reino unificado de Castilla y León durante cinco siglos acoge, además de una de las cumbre del gótico español, su catedral, declarada Patrimonio de la Humanidad, un conjunto histórico de gran belleza.
El paseo del Espolón es uno de los espacios urbanos más importantes de Burgos, un punto de encuentro donde se celebran verbenas y fiestas, espectáculos callejeros y conciertos. Construido en el siglo XVIII, destacan su espléndido arbolado de plátanos de indias, algunos edificios de interés como el de la Diputación o el Teatro Principal y, sobre todo, el arco de Santa María.
Es la grandiosa entrada al casco histórico, uno de los monumentos más emblemáticos, que en la Edad Media fue una de las doce puertas de acceso a la ciudad. Concebida como un gran arco triunfal, comunica el puente de Santa María con la plaza donde se erige la catedral. Las agujas góticas de este bellísimo templo destacan sobre cualquier otro edificio. En esta plaza es donde recaban los peregrinos siguiendo las veneras que marca el Camino de Santiago, exactamente igual que en épocas pasadas.
Los palacios y casonas blasonadas, como la del Cordón, conocida como palacio de los Condestables de Castilla, escenario de acontecimientos históricos importantes para Burgos y España –aquí fue donde recibieron los Reyes Católicos a Colón tras su segundo viaje a América–; Castilfalé, hoy Archivo Municipal de Burgos, o la Casa de Miranda, un edificio renacentista de mediados del siglo XVI, rememoran intrigas palaciegas y el poderío económico de otros siglos.
En los meses de primavera y verano es una delicia pasear por los parques que rodean el río Arlanzón, el principal eje de la ciudad; el otoño es un buen momento para recorrer sus calles, justo antes de que los primeros fríos anuncien el crudo invierno burgalés, cuando la vida social se refugia en bares y cafés.
Cultura y gastronomía
Las joyas del Museo de la Evolución Humana (MEH), obra de Juan Navarro Baldeweg, son los valiosos hallazgos procedentes de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, situada a solo 15 kilómetros de Burgos y declarados Patrimonio de la Humanidad. por la Unesco. Imprescindible.
El tapeo forma parte de la idiosincrasia burgalesa. Se concentra en la zona de la catedral y calles aledañas; la más famosa es Sombrerería.