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Atapuerca: Un día en la cueva de nuestro abuelo caníbal

Atapuerca abre a la visita del público una de las cuevas del mayor yacimiento arqueológico de España A partir de este sábado se puede entrar en Cueva Peluda, que tuvo actividad hace cientos de miles de años

Fernando Sanz Sánchez de Rojas

Cierto, parece el título de una mala película de serie B, pero el titular esconde la que sin duda va a ser una de las experiencias culturales y de ocio de este verano. La dirección que gestiona la exploración científica de los yacimientos arqueológicos de Atapuerca ha decidido abrir a la visita de los aún vivos el lugar en el que vivieron, comieron y murieron nuestros primeros abuelos. Un grupo de homínidos que tuvieron a bien ocupar unas cuevas al abrigo de las lomas de la sierra de Atapuerca en la provincia de Burgos, y que de forma consciente o no, decidieron concentrar la ‘basura’ orgánica que generaban, en determinados puntos de la caverna durante cientos de miles de años. Algunos de esos restos son huesos de jóvenes individuos, cuyo análisis ha demostrado que practicaron el canibalismo, bien por motivos rituales, bien por razones alimentarias.

Es la historia datada y documentada desde hace décadas por cientos de profesionales que, verano a verano, se concentran en las excavaciones y cuyo trabajo a diario, bajo un sol de justicia, hace palidecer a cualquier advenedizo CSI.

Las excavaciones llevan largo tiempo siendo visitables por el gran público, interesado en aprender  las costumbres de los primeros pobladores de estas cuevas. Pero hasta hora no era posible visitar las cuevas. El visitante tenía que utilizar su imaginación para hacerse una idea de cómo era el entramado de hoquedades que trufan estas montañas. Y que, afortunadamente, las obras de un ferrocarril minero, en el siglo pasado, abrieron en canal, como el que corta un queso gruyere y ve sus agujeros desde el plano de corte.

“Pero ¿donde están las cuevas?” Era una pregunta reiterada por los visitantes, ansiosos de conocer y aprender como vivieron nuestros primeros antepasados.

Y ya hay respuesta. Desde el sábado 17 de junio será posible hacer algo que hasta ahora estaba prohibidísimo. Se podrá entrar en grupos de quince personas en la denominada Cueva Peluda. Una hoquedad de más de 100 metros de profundidad, plagada de estalactitas y estalagmitas goteantes y saturada de las raíces de las encinas del exterior que la dotan de un rotundo aspecto fantasmagórico

Una cueva que no se ha librado de los grafiteros de cada época. Algunos fechados por sus autores en 1929, y que muchos años antes, de que se pintaran sus paredes con dudoso gusto, estuvo ocupada por osos cavernarios.

El camino, que ha de recorrerse con enorme cuidado para no arrasar las delicadas y leves formaciones calcáreas internas, da cuenta de la existencia de varias oseras, incluso de una hoquedad en la que se ha recuperado un esqueleto completo de plantigrado. No hay pruebas fehacientes de que los homínidos la ocupasen, pero en arqueología todo es cuestión de tiempo y fortuna el que finalmente se logre demostrar que sí habitaron allí hace decenas de miles de años nuestros antepasados burgaleses.

La entrada a Cueva Peluda se complementará con un circuito verde con el que se pretende poner los yacimientos en su contexto natural y medioambiental. Un viaje a la prehistoria remota que solo costará 18 euros.

Y como todo pastel tiene una guinda, la sorpresa y la esperanza aún se mantiene bajo tierra. Está bajo kilos de sedimentos de cientos de miles de años aún no explorados. La esperanza, que sin duda aumentará el trabajo y pondrá a prueba la paciencia de los más 400 profesionales que llenan cada temporada los andamios y las cuevas de Atapuerca, es que en la denominada Cueva Fantasma, un paraje ahora protegido con telas pisadas con piedras, se confirme que vivieron, comieron y murieron homínidos de la estirpe Neanderthal.

Los primeros vestigios ya han aparecido y ahora todo esta a la espera de que su estudio confirme el hallazgo. Sin duda será la gran noticia arqueológica del año.

Sobre la firma

Fernando Sanz Sánchez de Rojas
(Madrid, 1964). Estudió periodismo en Madrid. Comenzó su trayectoria profesional en la revista Aral. En 1991 se incorporó como redactor a la sección de Empresas de Cinco Días. Ha sido redactor jefe de la sección de Empresas, jefe de la sección de Especiales y actualmente redactor jefe de la edición impresa del diario.

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