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Los inversores castigan la deuda de El Corte Inglés en pleno conflicto accionarial

El rendimiento del bono escala a máximos desde octubre de 2017 El grupo ha bajado su pasivo un 30% desde que Gimeno llegó al poder

Bono emitido por el Corte Inglés

La guerra se cocía a fuego lento desde hace meses, pero estalló en toda su crudeza a inicios de mayo. Dimas Gimeno, con el 2,9% del capital del grupo y que llegó a la cúpula del gigante de la distribución en agosto de 2013 como director general para ser nombrado presidente en septiembre de 2014, ya fue apartado de la gestión hace siete meses. Entonces se le retiraron los poderes ejecutivos y el consejo nombró dos consejeros delegados. Fue la primera batalla por el control de El Corte Inglés que ganaron sus primas, las hermanas Marta y Cristina Álvarez Guil, que controlan el capital con aproximadamente el 15,2%.

Ya en la primera gran refinanciación de la cadena de grandes almacenes Dimas estaba en la cúpula. En noviembre de 2013 se firmó un crédito sindicado por 4.900 millones de euros. Ese mismo mes, la compañía hizo su primera incursión en los mercados de capitales con bonos por 600 millones de euros a través de la titulización de los derechos de cobro de sus tarjetas y préstamos al consumo concedidos por su financiera.

Esa deuda, ya amortizada, contó con una calificación por parte de las agencias S&P y Fitch de AA+, solo un escalón por debajo de la matrícula de honor. La garantía de los préstamos fue clave para obtener esa altísima nota. Apenas un año y medio después, en enero de 2015, volvió al mercado de capitales con una emisión de Hipercor por 600 millones.

Morgan Stanley fue el único colocador, y la deuda fue vendida a un puñado de inversores institucionales, según fuentes conocedoras de la operación. Ni siquiera necesitó la calificación de las agencias de rating, un requisito habitual para deuda sénior como esa, que únicamente cuenta con la garantía del emisor.

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La filial de hipermercados de El Corte Inglés, fusionada con la matriz oficialmente en noviembre de 2017, paga un cupón del 3,875% por esos bonos. La rentabilidad, que se comporta de manera inversa al precio, llegó a un mínimo del 2,071% el pasado 9 de abril. La evolución de los bonos ha estado apoyada por el buen momento del mercado de deuda, escoltado por las compras del BCE desde marzo de 2015 y por la persistencia de los bajos tipos de interés en la zona euro. Las mejoras operativa y financiera de El Corte Inglés también han contribuido a la caída del rendimiento.

Pero la tensión en el seno del consejo de administración ha hecho saltar las alarmas entre los inversores. Esos bonos, que ya están en más manos pues una parte de los inversores originales ha hecho caja ante las plusvalías amasadas, marcan una rentabilidad superior al 2,4%. El rendimiento se ha disparado en los últimos días (véase gráfico).

Los vendedores han sido especialmente las sociedades de capital variable (sicav) que adquirieron los bonos después de la colocación en el mercado primario. Su rendimiento se sitúa en máximos desde el pasado mes de octubre. Los bonos fueron emitidos con una vida de siete años y les quedan más de tres y años y medio para expirar, pues vencen en enero de 2022.

El reloj sigue corriendo para Dimas Gimeno

Límite 5 de junio. Los días siguen descontándose del calendario del presidente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, para la convocatoria del consejo extraordinario que trate su cese. Como ya informó CincoDías, el 4 de mayo cuatro consejeros, en representación de un tercio de los votos de este órgano, le trasladaron a Gimeno la petición de convocatoria de forma oral, a través del secretario Antonio Hernández-Gil. Gimeno no reconoce tal petición al no haberse hecho por escrito, un requisito que no es obligatorio. Los consejeros de El Corte Inglés no han movido ficha y siguen dando por buena la petición del 4 de mayo, por lo que Gimeno tiene hasta el 5 de junio para fijar una fecha.

Los conflictos en el capital han paralizado el proceso de emisión de bonos por 1.200 millones acordado en la refinanciación firmada el pasado enero. El Corte Inglés llegó a un acuerdo con Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs para refinanciar 3.650 millones de euros. Ese contrato cuenta con tres tramos. Uno por 1.450 millones de euros a cinco años; una línea de crédito por 1.000 al mismo plazo, y un préstamo puente de 1.200 millones por 12 meses ampliables hasta 24.

Los planes iniciales de El Corte Inglés consistían en emitir entre junio y julio bonos sénior para sacudirse ese crédito coyuntural por 1.200 millones. Incluso estaba negociando ya con las agencias de rating para obtener una nota. Esta emisión duplica en tamaño la realizada hace más de tres años y, por lo tanto, El Corte Inglés estaba siendo sometido al escrutinio de las calificadoras.

Tanto los coordinadores de la refinanciación como las otras 10 entidades que también participan en el préstamo –CaixaBank, Bankia, Sabadell, BBVA, Société Générale, Crédit Agricole, Credit Suisse, BNP Paribas, Deutsche Bank y Unicredit– se comprometieron a colocar los bonos. La cuenta atrás para la emisión arrancaría tras la aprobación de las cuentas de su último ejercicio fiscal, concluido el 28 de febrero de 2018, en la reunión del consejo de administración del próximo 30 de mayo.

Pero el grupo, aconsejado por las entidades financieras, aplazará la operación hasta después del verano, una vez que las aguas se hayan calmado, como publicó CincoDías el 8 de mayo. Este es el escenario actual, salvo que la situación dé un giro de 180 grados y todos los conflictos se resuelvan en los próximos días, pues la ventana de emisión de deuda se cierra a mediados de julio. Las fuentes consultadas afirman que lo apretado del calendario, pese a que Dimas Gimeno sea cesado en junio, convierten la emisión en una operación de alto riesgo antes de septiembre. 

El objetivo de la colocación es también “reordenar el programa de pagarés” por 1.315 millones de euros. Los propietarios de esa deuda –una parte de los más de 90.000 trabajadores de la empresa y también exempleados, jubilados y herederos– podrán reinvertir el importe, tras su amortización a medida que vayan venciendo, en productos financieros a través de su filial Seguros El Corte Inglés.

La deuda financiera neta durante la etapa de Dimas Gimeno en la cúpula del poder del grupo ha pasado de los 5.688 millones de euros de cierre de 2012 a los 3.927 de finales de agosto del año pasado, según varios documentos enviados a la Bolsa irlandesa y al MARF, la plataforma alternativa de renta fija de BME. El recorte es del 31% en menos de cinco años.

El grupo cuenta con un programa de pagarés en el MARF desde diciembre por hasta 500 millones y vencimientos hasta dos años. Ahora lo está utilizando al máximo. La agencia de rating Axesor hizo hace seis meses un informe de solvencia de El Corte Inglés: “Cuenta con una más que adecuada capacidad para hacer frente a sus compromisos financieros”, asevera.

Desde la cadena de distribución se resta importancia al repunte del bono, situación que atribuyen a la escasa liquidez del mismo. Desde el inicio de esta crisis, desde El Corte Inglés se ha insistido en que la gestión del día a día de la compañía no se ha visto afectada por la disputa entre las hermanas Álvarez Guil y Dimas Gimeno. La estabilidad de cara a los acreedores es ahora la prioridad para la empresa, que en dos semanas aprobará sus resultados.

El propio Dimas Gimeno reconoció en abril, ya despojado de sus funciones ejecutivas, que el ejercicio 2017-2018 acabó con un crecimiento de los beneficios “por encima de dos dígitos, y generando ebitda”. Y anticipó, antes de desatarse el conflicto actual: “El Corte Ingles va bien y va a seguir yendo bien”.

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