Financiación con monedas digitales: el ‘boom’ de las ICO llega a España en medio de un vacío regulatorio
Cuatro ‘startups’ españolas recaudan 30 millones con la venta de nuevas monedas digitales Otras 22 se preparan para lanzar sus ICO en la primera mitad de 2018, según la consultora Finnovating
El español Ferrán Martínez, uno de los pívots más dominantes del baloncesto europeo en la década de los noventa, quiere revolucionar los fichajes deportivos. Como cofundador de la startup Globaltalent busca poner en marcha una red donde los fans puedan financiar las carreras de jóvenes deportistas a cambio de una parte de sus ingresos futuros. En medio de la fiebre del bitcoin, la empresa ha diseñado una nueva moneda digital, el Globatoken, que será la unidad de cambio en este mercado basado en la tecnología blockchain. Para lanzar su proyecto, aspira a recaudar 35 millones de euros.
Las operaciones de financiación con monedas digitales (ICO, por sus siglas en inglés) son uno de los fenómenos más llamativos del boom de las criptomonedas. En 2017, emprendedores de todo el mundo ingresaron más de 4.400 millones por la venta de nuevas monedas digitales, según la firma Autonomous Research. Entre ellas, cuatro firmas españolas lograron captar más de 30 millones por la venta de tokens con nombres futuristas como PYLNT, REAL, CREA o ANT.
En las plataformas donde se intercambian estas nuevas divisas, sus precios se han disparado a niveles incluso más insólitos que los del bitcóin. El valor del ripple, que sirve para facilitar transacciones internacionales y cuya tecnología es utilizada por el Banco Santander, ha saltado de 200 millones a comienzos de 2017 a más de 115.000 millones, antes de caer hasta los 40.000 millones por la fuerte presión de reguladores y banqueros de medio mundo que alertan de su volatilidad y alto nivel de riesgo.
Pero los promotores de las criptomonedas argumentan que, más allá del fervor de la burbuja especulativa, se esconde una profunda transformación. Las ICO han creado una nueva vía para recaudar dinero para las startups, utilizando una técnica a mitad de camino entre el crowd-funding y una salida a Bolsa. Se trata de generar una determinada cantidad de tokens que se venden a cambio de otras criptomonedas o de moneda corriente, y sirven para adquirir los bienes o servicios que la compañía en cuestión va a ofrecer, o como una divisa intercambiable.
En España, decenas de emprendedores han montado sus proyectos con esta tecnología o se preparan para hacerlo. Se trata de 26 empresas, según el mapa de las ICO elaborado por Jaime Fernández Cerezo, asesor de Fintech en Finnovating. Van desde plataformas educativas donde los profesores cobran sus salarios en criptomonedas hasta microcréditos para financiar la agricultura sustentable en Latinoamérica. La más exitosa, Aragon, fundada por un asturiano de 21 años, recaudó 20 millones en apenas veinte minutos con la promesa de ofrecer soluciones tecnológicas para eliminar intermediarios que entorpezcan la actividad empresarial.
Son proyectos basados en una visión de servicios descentralizados en línea, donde los usuarios interactúan unos con otros sin la necesidad de una autoridad que funcione como intermediaria. Transferencias sin bancos, alquileres sin Airbnb o vídeos compartidos sin You Tube. Los más entusiastas están convencidos de que muchas de las aplicaciones más populares de internet pueden rehacerse de esta forma, y dejar el control y los ingresos en manos de los usuarios.
Pero hay otra visión, que evoca recuerdos de grandes episodios especulativos. “Parece otra vez la burbuja de las punto com, otra vez la burbuja de las hipotecas”, afirmó en diciembre pasado Robert Shiller, Premio Nobel de Economía, a la revista Fortune. Y es solo una de las muchas voces que se han alzado en contra de las criptomonedas en los últimos meses por el riesgo de robo, la falta de garantías para los inversores y la ausencia de una regulación que evite fraudes y engaños.
Después de dar indicios durante semanas, la CNMV y el Banco de España han tomado una postura conjunta. Las divisas digitales no sirven para reemplazar el dinero. No son un buen depósito de valor ni una unidad de cuenta estable. Ninguna ICO ha sido registrada, autorizada o verificada por ningún organismo supervisor de España. Pero las advertencias no alcanzan para llenar el vacío regulatorio, que recién comienza a discutirse en el Parlamento.
Las ICO suponen para los reguladores un problema adicional. Pueden estructurarse en cualquier país que no las haya prohibido. Y los tokens se distribuyen de forma anónima por internet. Desde un punto de vista legal, es muy difícil determinar dónde ocurre una transacción: en Gibraltar, donde se estructura la ICO; en Londres, donde tiene sede la compañía emisora; o en Barcelona, donde reside el comprador de los tokens.
La española Home Meal, dueña de los restaurantes Nostrum, ha estructurado su ICO en Suiza, una suerte de paraíso europeo para este tipo de operaciones. La empresa reemplazará su sistema de fidelización por uno con monedas digitales, una especie de ticket restaurante que vive en el blockchain.
Su consejero delegado, Quirze Salomó, quiere recaudar 50 millones de euros para financiar nuevas franquicias por toda Europa. Un desafío enorme para una compañía con un valor de mercado de 38 millones. A los incrédulos, Salomó les dice que el futuro ha llegado para quedarse: “La revolución del blockchain va a ser enorme, incluso más grande que la de internet”.