La deuda corporativa ni se inmuta con las caídas bursátiles
Los diferenciales apenas han subido pese a la mayor volatilidad Las menores emisiones en 2018 y el BCE sostienen la demanda
El temor al alza de tipos ha sido el detonante para las recientes caídas bursátiles. En unas Bolsas que ya habían alcanzado niveles récord y que además sumaban un fulgurante rally en el mes de enero, el nerviosismo ante la retirada de estímulos de los bancos centrales era creciente. Y los últimos indicadores de inflación en EE UU terminaron por disparar las expectativas de que los tipos bien podrían subir a mayor ritmo de lo previsto en la mayor economía del mundo.
Con tipos de interés más altos, y sobre todo subiendo a más velocidad de la esperada, las empresas bien podrán encontrarse con mayores dificultades para financiarse y para hacer frente al pago de su deuda. Pero este argumento, que se sumó a las razones que los inversores bursátiles encontraron para recoger beneficios, no ha funcionado en el caso de la deuda corporativa. De hecho, este mercado apenas se ha resentido de las abruptas caídas bursátiles de estos días, a pesar de que un entorno de tipos de interés más altos tenga de entrada la consecuencia lógica de deteriorar la calidad crediticia de las empresas.
Frente al comportamiento mucho más visceral de la Bolsa, en el mercado de deuda corporativa ha pesado mucho más la idea de que la situación de fondo no ha cambiado, a pesar de que el horizonte se presente con más inflación. La economía sigue siendo sólida y los beneficios empresariales crecen a buen ritmo, argumentos por los que las caídas bursátiles se corresponderían más con una corrección, no con un cambio de tendencia ni con el inicio de una recesión.
“La turbulencia actual es algo temporal y pasajero. En las Bolsas no hemos llegado a ver pánico y en el mercado de deuda corporativa, menos aún”, afirma Francisco Chambel, responsable de deuda de Unicredit España. Así, las ventas de la renta variable no se han trasladado a la deuda corporativa, un movimiento que sí se aprecia en situaciones de verdadera tensión de mercado. “El estrés en el mercado de deuda corporativa a menudo precede a un cambio de tendencia en la Bolsa. Sin embargo, no hay signos de estrés en deuda corporativa en el entorno actual, con los diferenciales de los bonos cerca de mínimos”, apuntan en Goldman Sachs.
“Los diferenciales de crédito de los grandes emisores españoles apenas se han movido en los días de caídas del Ibex. En la deuda sénior apenas han oscilado un punto básicos y en la subordinada, entre 5 y 10 puntos básicos. No hubo prácticamente vendedores”, explica Chambel.
“No hemos visto apenas movimientos en el mercado de deuda corporativa”, añade Fernando García, codirector de mercado de capitales de SG. Prueba de este inmovilismo es la deuda de Telefónica: la curva de su deuda sénior ha oscilado únicamente 2 puntos básicos a lo largo de todos los plazos, desde 2020 a 2033.
El índice iBoxx Corporates Senior cotizaba en los 21 puntos en la sesión del viernes y no se movió de los 22 de lunes a miércoles. El iTraxx, el índice de los CDS a 5 años, pasó de los 44 puntos del pasado viernes a los 47 del martes.
“El BCE sigue dando muchísima estabilidad a la deuda corporativa, con unos niveles de compra muy similares a los de 2017”, señala Chambel. Así, aunque la cuantía de compras mensuales se ha reducido en enero de los 60.000 a los 30.000 millones de euros, el porcentaje de compras que corresponde a la deuda corporativa habría pasado del 10% del segundo semestre de 2017 al 20% actual, en detrimento de la deuda soberana, explica Chambel.
Otra de las causas que sostienen el mercado de deuda corporativa, además de la buena marcha económica, está en las menores emisiones realizadas en el inicio de año, lo que garantiza la demanda entre los inversores. “No se ha visto un ritmo de emisiones en el inicio de año como cabría esperar. Las empresas ya se han sobrefinanciado aprovechando los tipos bajos y tienen grandes colchones de liquidez”, apunta García. De este modo, “aunque haya ciertas turbulencias, el hecho de que haya poco papel nuevo contribuye para sostener el mercado”. La leve subida de diferenciales que pudiera darse por los inversores que venden quedaría así compensada por el estrechamiento que provoca la demanda. “Los tipos de interés al alza suelen afectar más a las valoraciones en la renta variable que en la fija”, concluye García.