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Tribuna
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Sí, Angela Merkel sigue siendo intocable

El perfil de su cuarta legislatura dependerá de quiénes sean sus compañeros en el Bundestag Hace un año se vaticinaba el final de su era, por su gestión de la crisis de los refugiados

Angela Merkel, ayer en un mítin.
Angela Merkel, ayer en un mítin.REUTERS

La campaña para las elecciones generales del 24 de septiembre en Alemania está mo strando una situación más compleja de lo esperado. Y no porque haya muchas dudas respecto al resultado final: parece claro que Angela Merkel va a seguir siendo canciller por cuarto mandato consecutivo e igualará, o incluso superará, a Helmut Kohl en permanencia en el cargo.

La dinámica política de la campaña electoral nos está señalando, sin embargo, algunas incertidumbres: el posible socio de la CDU en el caso de que sea necesario, la evolución del papel del SPD o la ascensión de AfD. Es probable que la unión de los dos partidos conservadores alemanes, la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Social Cristiana de Baviera (CDU/CSU) con Merkel al frente, va a necesitar apoyo para formar gobierno. Parece que el Partido Liberal (FDP) recupera terreno y podría volver a tener representación en el Parlamento alemán por lo que podría ser de nuevo el socio de la CDU. A pesar de lo dicho, los últimos debates tampoco permiten descartar el mantenimiento de la actual “gran coalición” de conservadores y socialdemócratas e incluso muestran como probable su continuidad.

Aunque se estima que el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) será la segunda opción más votada, “el efecto Schulz”, del que tanto se habló al inicio de la campaña, no está teniendo el alcance esperado. El impulso que para la socialdemocracia podría suponer la candidatura de Martin Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, ha sido efímero. Las encuestas mostraron en un principio una subida importante en intención de voto para el SPD, hasta el punto de que se especulaba con la posibilidad de desalojar del poder a Merkel con una posible coalición del SPD con la izquierda de Die Linke y con los verdes de Grüne. Los malos resultados electorales que ha ido cosechando el SPD en distintas elecciones en los Länder (Sarre, Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia) han desinflado claramente las expectativas. Los socialistas alemanes no remontan, y su incapacidad para transmitir un mensaje más atractivo y diferenciado es manifiesta.

Especial mención merece el avance de Alternativa por Alemania (AfD) que podría convertirse en la tercera fuerza del Bundestag. Aunque el comienzo de la campaña no le auguraba buenos resultados, la AfD cosechaba un gran triunfo al marcar los grandes temas del debate político: refugiados, seguridad, identidad nacional… La intención del voto a la ultraderecha alemana ha ido subiendo hasta rondar el 10%. AfD, fundado en 2013, nace y se alimenta de la misma insatisfacción que partidos como UKIP, el Partido de la libertad (PVV, de Países Bajos), o el Frente Nacional, entre otros, y tiene un perfil menos duro para los votantes alemanes que un partido más abiertamente neonazi como es el Partido Nacionaldemócrata alemán (NPD). El intento de AfD de obtener una mayor respetabilidad choca sin embargo con las declaraciones de sus líderes; en esta campaña, tanto Alexander Gauland, reivindicando el orgullo alemán por el ejército nazi, como Alice Weidel con sus declaraciones racistas, han mostrado con claridad los fundamentos del partido.

El discurso racista y xenófobo que ha venido calando en algunos sectores de la población se recrudeció en 2015 con la crisis de los refugiados. El compromiso de Angela Merkel, que ha hecho que Alemania haya acogido a más de un millón de refugiados en dos años, no solo ha alimentado a la ultraderecha sino también las divisiones en su propio partido. Aun así, Merkel, incombustible y armada con un indiscutible liderazgo, ha sobrevivido a las críticas y concita casi un 40% de intención del voto.

El tema de Europa está siendo crucial en la campaña. Desde Bruselas se espera que, como sucedió en Francia, en Austria o en Holanda a lo largo de este año, el euroescepticismo salga derrotado en las urnas. Alemania es un pilar fundamental para la UE que cuenta con que los dos principales partidos (CDU y SPD), aun con matices, comparten el apoyo al proyecto europeo.

El crecimiento de opciones políticas que incluyen en su ideario el antieuropeismo militante, como AfD, cuestiona el llamamiento del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, a “relanzar Europa”. Con un protagonismo que no se corresponde a su base social, Alternativa por Alemania se muestra claramente contraria a la UE y a uno de sus estandartes, el euro, llamando a la vuelta de las monedas nacionales. Justamente, este miércoles 13 de septiembre, en su Discurso del Estado de la UE, Juncker emplazaba a la extensión de la zona euro a los 27 miembros. Sin duda alguna la propuesta de reformas hacia una mayor integración europea necesita el compromiso alemán para llevarse a cabo.

Hace exactamente un año, en septiembre de 2016, los titulares de muchos periódicos de Europa se referían a un hipotético final de la “era Merkel”. Merkel había dejado de ser “intocable” e incluso se cuestionaba su candidatura para estas elecciones. Su gestión de la crisis de los refugiados con su decisión de dejar las fronteras de Alemania abiertas erosionó su popularidad, dividió a su partido y significó para muchos el auge de la ultraderecha. Un año después, parece muy seguro que el vaticinio no se cumplirá. El próximo domingo veremos que la era Merkel continúa. Los matices de la nueva legislatura los pondrán sus compañeros en el Bundestag.

Adela M. Alija es directora del departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Nebrija

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