Cinco grandes semilleros de ‘startups’
Las universidades y escuelas de negocios ven en las aceleradoras de compañías una forma eficaz de conectar a sus alumnos con el mercado
Los viveros de empresas son parte fundamental de un ecosistema emprendedor fuerte, ya que reducen la mortalidad de los proyectos. Surgidos en los años noventa en Europa, en España han tenido un desarrollo más reciente, pero explosivo. En pocos años, estos semilleros se han multiplicado por todo el territorio para ayudar a miles de profesionales a crearse el empleo que no han podido conseguir en el mercado laboral.
La mayoría de estas aceleradoras de negocios han sido promocionadas por ayuntamientos, comunidades autónomas, universidades y cámaras de comercio, aunque últimamente también han aparecido algunas patrocinadas por inversores privados.
Junto con su impacto social, las universidades españolas han encontrado en los viveros una forma eficaz de trasladar al mercado los resultados de sus investigaciones y de introducir a sus titulados en el circuito de la economía. Las escuelas de negocios, por su parte, ven en ellos una fórmula de afianzar la vocación empresarial de sus alumnos y de generar redes de contactos entre ellos y otros agentes del ecosistema de innovación.
Según la comunidad de inversión Startupxplore, en España hay unos 278 viveros, de los cuales 140 son aceleradoras, 99 incubadoras y 39 cumplen ambos roles.
Las incubadoras acogen a los emprendedores en espacios de trabajo compartido (coworking) durante periodos de entre uno y cinco años para protegerlos mientras maduran su idea de negocio. Las aceleradoras, en cambio, impulsan proyectos en fases más avanzadas para acelerar su salida al mercado.
Mientras las primeras dependen de entidades públicas y alquilan los espacios a precios subvencionados, las segundas dependen de inversores privados que aportan capital para el arranque de los proyectos a cambio de una participación en los beneficios.
De acuerdo con Startupxplore, el 10% de los viveros españoles depende de universidades. “Entre ellas suelen ser mucho más habituales las incubadoras, que a través de un proceso de formación, asesoría y coworking, ayudan a que las ideas de sus alumnos se conviertan en empresas, lo que a menudo complementan con apoyo financiero e incluso servicios horizontales, como el acceso a abogados con los que tienen algún acuerdo”, dice Javier Megias, su consejero delegado.
En cuanto a la calidad de sus programas, Megias sostiene que las incubadoras universitarias están bien valoradas, quizás por delante de las dependientes de entidades públicas y por detrás de las privadas. “Pero depende muchísimo del equipo gestor, del valor real que aporten al proyecto y hasta qué punto se involucren”. A continuación presentamos cinco que destacan en estos tres aspectos.
EsadeCreápolis. Dos en uno hasta levantar el vuelo
Es el ejemplo perfecto de cómo una entidad puede tener la doble vertiente incubadora-aceleradora. EsadeCreápolis es el parque empresarial creado por la escuela de negocios barcelonesa para alojar a startups, pymes innovadoras y departamentos de I+D de grandes empresas.
Desde su inauguración en 2009, han pasado por él 229 emprendedores, entre los que está María Fernanda González, cofundadora de la firma de software Moca: “Llevamos tres años aquí y nos ha ayudado mucho a captar socios. Nos invitan a conferencias sectoriales, donde tenemos la oportunidad de contactar con potenciales clientes e inversores”, comenta la emprendedora, que tiene una ronda de financiación abierta por 400.000 euros.
El campus se sostiene con los ingresos generados por el alquiler de los espacios (Moca es uno de sus inquilinos) y la prestación de servicios. A esta faceta de incubadora sumó hace seis años el programa de aceleración Empenta (Impulsa en catalán), dirigido a empresas tecnológicas que ya tengan su prototipo listo y necesiten financiación.
“Por lo general son proyectos científicos a los que les falta capacidad de gestión”, señala Oriol Alcoba, director general de EsadeCreápolis. “Durante seis meses los incubamos —aunque no necesariamente estén aquí— con clases magistrales, consultoría y mentores”, añade.
El programa, que acaba siempre con la presentación de los proyectos a un foro de inversores, admite 20 startups al año.
Actúaupm. El puente de la Politécnica con el mercado
La Universidad Politécnica de Madrid tiene un programa de innovación, UPM Innovatech, y otro de emprendimiento, Actúaupm, que están abiertos a su comunidad universitaria e incluso a personas externas, siempre que formen equipo con alguien de dentro. Ambos programas tienen su sede en el Centro de Apoyo a la Innovación Tecnológica (CAIT) inaugurado hace cuatro años junto al Centro de Empresas, constituyendo así un ecosistema de innovación que busca estrechar lazos entre la academia y el mercado.
“Innovación, viabilidad, equipo y las ganas que demuestren son los criterios de selección que tenemos en cuenta”, indica Arístides Senra, director del programa. No hay un número máximo de plazas. “En las últimas ediciones hemos recibido unas 500 propuestas anuales que involucran a más de 1.000 personas”, detalla. El edificio del CAIT dispone de un total de 25 espacios para start-ups consolidadas y 10 en modalidad compartida para startups en fases tempranas.
Para estas últimas, el tiempo de permanencia en la incubadora es de seis meses prorrogables otros seis, en tanto que para empresas consolidadas no hay un límite definido. “Normalmente se quedan hasta que tienen necesidad de un espacio mayor por el crecimiento del negocio”, apunta Senra. En sus 14 años de vida, Actúaupm ha creado 230 startups que han atraído más de 54 millones de euros de inversores privados desde 2007.
DeustoKabi. La entrevista personal es clave
Deusto tiene dos incubadoras, una en su campus de Bilbao y otra en el de San Sebastián. La primera se abrió en 2009 y ha acogido 43 proyectos. El vivero donostiarra se creó en 2011 y desde entonces ha incubado 48 iniciativas. Ambas forman parte del Centro de Emprendimiento de la universidad vasca. Entre los servicios que prestan, los más apreciados por los emprendedores son los de networking y conformación de equipos. Este último da a los estudiantes la oportunidad de realizar sus prácticas en startups.
La universidad imparte dos programas formativos (DeustoStart para proyectos en fases iniciales y Deusto Digital Accelerate para fases avanzadas), organiza foros de inversión y cuenta con la Escuela de Business Angels. Para formar parte de este ecosistema, es preciso que alguno de los integrantes del equipo promotor pertenezca a la comunidad universitaria y que el objeto social de la empresa esté vinculado con el conocimiento que se imparte y genera en ella.
La selección se basa en una entrevista personal con los miembros del equipo promotor en la que se miden aspectos como su capacidad de adaptación a situaciones adversas y su asertividad. Una vez superada esta prueba, el equipo puede permanecer en la incubadora por periodos que varían dependiendo del grado de desarrollo del proyecto. Si está en fase inicial, la estancia es de seis meses prorrogables por otros seis. Una vez constituida la startup, puede domiciliarse durante dos años prorrogables a un tercero.
European Coworking. Estancias en incubadoras europeas
Rocío Torres, licenciada en turismo, estuvo cuatro años trabajando en un hotel en Londres. El tiempo que perdió haciendo papeleos para obtener permisos la motivó a crear Spain in the Bag, una agencia que ayuda a estudiantes y profesionales extranjeros a instalarse en España. La consultora orienta al expatriado sobre los pasos a seguir para tramitar la tarjeta de residencia, abrir una cuenta bancaria o conseguir piso o colegio para los niños. “La idea es que cuando llegue encuentre todo listo”, afirma.
El año pasado, la emprendedora fue seleccionada por el programa European Coworking para realizar una estancia de cinco semanas en una incubadora de la Unión Europea (UE). Participan viveros de 12 países, pero en su caso, fue asignada al Impact Hub de Praga, donde recibió formación y asesoramiento.
Torres dice que la experiencia le sirvió para definir su mercado, valorar el proyecto y aprender a captar clientes en Internet. “Para poder lanzarte necesitas saber un poquito de todo: economía, marketing, gestión de equipos... Si te faltan conocimientos en un área, el programa te ayuda a completarlos”, explica.
Financiado por el Fondo Social Europeo y coordinado en España por la Escuela de Organización Industrial (EOI), el programa ha celebrado dos ediciones. Ahora prepara la tercera, cuyas inscripciones estarán abiertas en www.eoi.es hasta el 24 de septiembre, pero únicamente para iniciativas de Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia, Canarias, Asturias, Galicia, Ceuta y Melilla. Hay cupo para 50 startups. Una decena deben enfocarse en economía verde o circular.
Innovation Factory. Dinero para capital riesgo
La Universidad de Navarra creó hace dos años el Innovation Factory, un centro de innovación y emprendimiento con el que lleva al mercado sus investigaciones, genera habilidades empresariales en sus alumnos y les ayuda a sacar adelante sus ideas de negocio. En paralelo, promovió la constitución de un fondo de capital riesgo de 8,5 millones de euros para financiar iniciativas que se encuadren dentro de estas tres líneas. El fondo aporta un máximo de 500.000 euros por proyecto y siempre en la modalidad de coinversión. Este primer año ha participado en las rondas de seis startups que han levantado 1,5 millones en total.
La gestora Clave Mayor administra el fondo y la universidad lo nutre de proyectos. “No somos un fondo de inversión puro”, aclara David Luquin, director general de Innovation Factory. “No queremos competir con otros fondos sino colaborar con ellos presentándoles proyectos que salen de la universidad y ayudan a que esta sea mejor”.
En el plano de la aceleración, la universidad no tiene un programa estándar de duración definida sino que ajusta sus servicios a las necesidades de cada proyecto. “No hacemos convocatorias ni abrimos ventanas de entrada. Si eres alumno o exalumno y tienes una idea de negocio, puedes reunirte con nosotros y te ayudamos a armar el proyecto y buscar financiación”, puntualiza. Hoy el centro de Pamplona apoya a 90 emprendedores.