Preguntas que hacerse diez años después del estallido de la Gran Recesión
Quien más ayudó a aliviar la situación de la crisis de la deuda fue el BCE Sería importante constatar si hemos aprendido de un capítulo tan doloroso
Van a cumplirse diez años desde que dos fondos de Bear Stearns se declararan en quiebra, en la primera señal (entonces inadvertida por la mayoría) de una crisis que se desbocó un año más tarde con la quiebra de Lehman Brothers. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria en EE UU arrastró a la economía mundial, en particular a aquellos países, como España, donde coincidía una sobrevaloración de activos inmobiliarios y una asunción temeraria de riesgos en el sector financiero.
Vino el rescate de Grecia, que puso en jaque al euro, el derrumbe de las cajas de ahorros en España, y una desconfianza general con los países periféricos de la UE, cuyas primas de riesgo escalaron a niveles insostenibles. El Gobierno español de entonces (el de Rodríguez Zapatero) quiso primero combatir la crisis con medidas expansivas del gasto, hasta que en 2010 chocó bruscamente con la realidad e inició un camino de recortes que continuó Rajoy a partir de 2012. El ajuste en el sector privado destruyó empleo y devaluó los salarios.
El saneamiento de la banca obligó a disparar la deuda pública. Quien más ayudó a aliviar la situación fue el BCE, que dijo que haría todo lo necesario para salvar el euro y mantiene desde hace años una política muy expansiva, vía que en EEUUya se está abandonando de forma gradual.
Diez años después, la recuperación de la economía global es un hecho. Las cuentas públicas españolas están en orden y tanto el PIB como el empleo crecen con fuerza, aunque la factura social de la crisis es duradera, porque aumentó la desigualdad. Los mercados recuperaron la senda alcista y en EE UU ya han superado con nuevos récord los niveles previos a la llamada Gran Recesión.
Los efectos políticos están a la vista, con el auge de los populismos, como los que explican el brexit o la elección de Donald Trump, dos hechos que generan gran incertidumbre. Pese a todo, Europa parece haber contenido la marea y el proyecto común podría reactivarse. En el escenario se cruza además otro fenómeno para la historia:la digitalización de la economía.
Sería importante constatar si hemos aprendido las lecciones de un capítulo tan doloroso de la historia reciente. ¿Es mejor la regulación financiera a escala global? ¿Se ha avanzado para frenar la inversión más especulativa, en la línea que se propuso el G20 en Pittsburgh en 2008? ¿Somos más conscientes de los riesgos? ¿Evitaremos las burbujas en el futuro? ¿Es viable una unión bancaria en la UE, entre otros avances hacia la integración? ¿Cabe una economía menos vulnerable? ¿Podemos gobernar mejor la globalización sin caer en un proteccionismo trasnochado?Un decenio no basta para darnos las respuestas.