Los hogares todavía gastan menos que antes de la crisis
El supervisor admite que la fuerte creación de empleo estimula el consumo Asegura que el nivel de deuda actual no parece restringir el gasto a nivel agregado
Desde que a mediados de 2013 el gasto de los hogares en bienes y servicios cambiara su tendencia y comenzara a aumentar, esta variable se ha convertido en uno de los principales motores de la recuperación económica. Sin embargo, el patrón de consumo de los hogares ha sido diferente según el tipo de producto y según la composición del hogar.
El Banco de España publicó ayer un artículo analítico elaborado por Marta Martínez y Alberto Urtasun, en el que repasa cómo ha sido esa recuperación del gasto. Entre sus conclusiones, subraya que pese a que en el bienio 2014-2015 destacó “la fortaleza del avance del gasto en consumo de bienes duraderos, que fue el que más se redujo durante la crisis, a finales de 2016 el consumo agregado de los hogares todavía se encuentra un 6% por debajo de su nivel previo a la crisis, según datos de Contabilidad Nacional”.
Así, el gasto de los hogares empezó a ajustarse en las primeras fases de la crisis, antes incluso de que lo hiciera la renta real disponible, en un contexto de grandes cambios en las condiciones de acceso al crédito y con fuertes incertidumbres macroeconómicas. Precisamente esta circunstancia es lo que explica, según el Banco de España, el aumento del ahorro que se produjo entonces por precaución.
Cuando estalló la crisis, el ajuste del consumo recayó sobre todo en los bienes duraderos (grupo en el que el supervisor enmarca el vestido y calzado, los muebles y equipamiento para el hogar, la compra de vehículos, equipos de teléfono, audiovisuales y fotográficos, entre otros) y pasó con posterioridad a los no duraderos (alcohol, tabaco, servicios médicos, hospitalarios, recreativos, prensa, librería, vacaciones y restauración).
A partir de 2013, con la recuperación, el aumento del consumo se habría apoyado en la fuerte creación de empleo, que además se produjo en un entorno de baja inflación y moderación salarial, así como en la mejora de las condiciones de financiación. Y es que el aumento de la ocupación fue percibida por los hogares como una señal de que la probabilidad de perder el trabajo había disminuido, aumentando así la confianza y generando una menor necesidad de ahorro por precaución. En paralelo, señala el regulador, la recuperación del empleo también propició que aumentaran las expectativas de los parados de encontrar un trabajo.
Todo este cambio de coyuntura es lo que explica que comenzara a aumentar el consumo, en especial el de bienes duraderos. El Banco de España pone también de manifiesto cómo existen evidencias de que la propensión marginal a consumir es más elevada entre los hogares que consiguen un empleo que aquellos donde aún se encuentran parados. La teoría económica indica que el aumento del consumo es más acelerado cuando procede de un incremento de renta motivado por la creación de empleo que cuando los aumentos son producto de una mejora del salario real.
En su artículo, el supervisor también otorga un papel protagonista en la recuperación del consumo a la flexibilización y el abaratamiento del crédito y, al mismo tiempo, sostiene que aunque confía en que el proceso de desapalancamiento no ha finalizado, “no parece que el nivel de deuda sea en la actualidad un factor restrictivo”.
Tipos de productos y de hogares
Composición. El Banco de España establece cuatro categorías de productos: primera necesidad (alimentos, medicinas y educación), bienes no duraderos, duraderos y no ajustables, entre los que destacan la vivienda y sus suministros. Pues bien, en el periodo 2002-2015 y en términos agregados, los no duraderos fueron los que coparon el mayor peso, con el 43,5% del total del gasto, seguidos de los no ajustables, con el 22,8%, los de primera necesidad con el 18,4% y los duraderos, con el 15,2%.
Evolución. El gasto en bienes duraderos fue el que tuvo una oscilación más cíclica y es el que más destaca ahora con la recuperación.
Renta del hogar. El consumo mejoró más intensamente en los hogares con empleo indefinido frente a los temporales.