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Tendencias

Un impulso en la empresa a la economía colaborativa

Empleados que intercambian casa en verano o comparten coche cada mañana

A mayores oportunidades y avances tecnológicos, nuevos retos y nuevas necesidades. Eso es la economía colaborativa, una interacción entre dos o más personas que, mediante una plataforma, generalmente digital, intercambian diferentes bienes o servicios, ya sea un coche o una vivienda, para satisfacer sus respectivas demandas. Pero hay recorrido más allá de Uber, BlaBlaCar o Airbnb. Y muchas empresas han decidido apostar por ella, y además de forma interna, de puertas hacia dentro. “En las compañías hay generalmente un alto nivel de familiaridad y trato. Y en las que son multinacionales y tienen miles de empleados por todo el mundo, aunque estos no se conozcan entre sí, hay una confianza extra por pertenecer al mismo grupo”, explica Albert Cañigueral, conector en España de OuiShare, consultora especializada en consumo colaborativo.

Todo este cóctel de peculiaridades es el que ha propiciado que este tipo de plataformas encuentren un impulso dentro de las organizaciones. “Es lógico porque, en gran medida, contar con un volumen de personas importante, y muchas veces en diferentes localizaciones, facilita que puedan llevarse a cabo este tipo de ideas y proyectos”, prosigue Cañigueral, que pone como ejemplo a Collaborative Perks, “una empresa del sector que promueve, entre otros, el intercambio de casas entre profesionales de una misma compañía, el alquiler de viviendas por días o el intercambio lingüístico”.

De esta forma, si un empleado de una gran compañía, con residencia en España, quiere viajar al otro lado del mundo, “puede ponerse en contacto con un compañero de cualquier otro país que quiera hacer lo mismo”, describe el experto. Esto no significa que otras plataformas no sean seguras, “pero siempre habrá más confianza hacia alguien que sabes que trabaja en tu misma empresa”. Se trata, en definitiva, de ir más allá de los roles tradicionales de las compañías. “Al trabajo puedes ir con algo más que un título bajo el brazo y unas competencias profesionales. Puedes sumarle este tipo de iniciativas y multiplicar tu valor como persona y empleado”, insiste Cañigueral. Además, de esta forma las relaciones laborales se humanizan mucho más.

Los planes de movilidad, un aspecto que incide diariamente en los profesionales, son un buen punto de partida para impulsar estos planes

Sin embargo, y comparado con el potencial que estas herramientas pueden llegar a alcanzar, estos proyectos aún no son mayoritarios y no están del todo asentados. “Es interesante que las empresas los descubran y apoyen, ya sea publicitándolos o mediante incentivos que los hagan mucho más atractivos”, apunta Cañigueral. Un buen punto de partida está en aquellos momentos cotidianos, que transformándolos, pueden llegar a hacer mucho más cómodo, y seguro, el día a día de los empleados.

Uno de ellos es la movilidad. En este sentido, Baker McKenzie y el RACE están colaborando para impulsar en las empresas planes de movilidad colaborativa entre los empleados. “Las Administraciones cada vez limitan más el uso individual del coche, y un atasco de varios minutos tiene consecuencias en la empresa, con pérdida de horas de trabajo y con un impacto negativo en la productividad. Por eso, los planes de movilidad son una oportunidad de negocio y posicionamiento”, afirma el director de seguridad vial del RACE, Tomás Santacecilia. “Estas limitaciones, y por ello estos problemas, van a ir aumentando seguro, por lo que las organizaciones que antes se adapten a la situación, tendrán un valor añadido”, prosigue el socio laboral de Baker McKenzie, José Prieto.

La solución, insisten estos expertos, es que la alta dirección de las empresas tome la delantera y encabece este cambio cultural, llevando a cabo, en lo que respecta a este caso, planes de movilidad exhaustivos para saber dónde actuar en cada caso: “La entrada al trabajo suele coincidir en horas y recorridos, es algo rutinario. El regreso a casa, sin embargo, suele variar más. Por eso, una de las alternativas es crear planes de movilidad compartida en el que, a la vuelta, cada empleado se apunte al vehículo que más se adapta a sus necesidades”, ilustra Albert Cañigueral. También hay otro tipo de incentivo: “Liberty Seguros, por ejemplo, da pluses salariales a los empleados que van al trabajo en bicicleta”, cuenta Santacecilia. Sin embargo, el mayor incentivo es reducir la siniestralidad vial, “ya que a la vez que incentivas, también regulas en nuevos hábitos”, recuerda José Prieto.

Tambiénen la universidad

Este tipo de iniciativas tienen cabida más allá de las empresas. Uno de los destinos en donde más potencial de crecimiento hay es la universidad, “donde generalmente hay pocas plazas de aparcamiento”, explica Albert Cañigueral. Por eso, recientemente varios campus británicos promovieron el uso compartido de los vehículos entre sus alumnos, “y fijaron plazas de estacionamiento en los mejores lugares para ellos, al estilo de las reservadas para minusválidos”.

También, si estas técnicas no terminan de cuajar, ya que generalmente implican un cambio cultural muy drástico, se pueden buscar alternativas para hacerlas mucho más atractivas. De nuevo, estas universidades británicas dieron con la situación para incentivar estos proyectos. “En este caso, a todos los usuarios que se acogían al programa de los coches compartidos, se les dieron dos viajes en taxi gratuitos al trimestre, para que en el caso de que el sistema fallase, no se quedasen sin transporte”. Son formas, explica, de hacer más seductores estos proyectos.

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