Balanza Comercial americana.
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca si algo ha supuesto es una "nueva" etapa de incertidumbre en el comercio mundial y, en particular, en las relaciones económicas que mantienen Estados Unidos y sus principales socios comerciales. Hace poco conocíamos el dato de balanza comercial americano y es un buen momento para poner el énfasis en los saldos bilaterales más relevantes.
Las cifras globales de diciembre mostraban un déficit de 44.260 millones de dólares algo menor que los 45.700 millones de noviembre. Las exportaciones crecían un 2,7% mientras que las compras del exterior lo hacían a razón del 1,5%. Finaliza así el 2016 con un saldo deficitario de 502.250 millones de dólares desde los 500.360 millones en el años 2015 lo que en términos de PIB implica un 2,8% y ahora un 2,7%.
Si atendemos a las balanzas bilaterales, el principal desequilibrio exteriores con China al situarse con un saldo negativo de 347.000 mill de USD en el 2016. En segundo lugar se encuentra el déficit que la economía americana presenta con la UE que resulta ser de 146.300 millones. Con Japón el déficit es de 68.900 millones de dólares y, por último el que presenta México es de 63.200 millones de dólares. Todos y cada uno de ellos ya ha sido objeto/objetivo del pequeño minuto (ahora debería decirse 140 caracteres) de "fama" del señor Trump o su equipo.
El intercambio comercial entre España y EE.UU. se mueve en niveles récord. El país norteamericano ha exportado productos (no incluye servicios) a España por un valor de 10.373 millones de dólares en el 2016, una cifra que es un 15% menor a los 12.190 millones del año 2008. En cambio los Estados Unidos importa de España por valor de 13.468 millones de dólares lo que sitúa el déficit comercial (de mercancías) americano con España en los 3.095 millones de dólares frente al superávit comercial de 1.096 millones de dólares del año 2008.
Es indudable que, si como parece, Trump pone como prioridad en su agenda el equilibrio de la balanza comercial las repercusiones mundiales serán muy significativas. De momento ha desatado una fuerte guerra de declaraciones en las que no ha dejado de lado ningún elemento de clave en la negociación que van desde los aranceles, a la renegociación de tratados comerciales, pasando por la acusación de manipulación de las cotizaciones de las divisas de los adversarios comerciales y las amenazas de sanciones, .... Todo ello sin tener en cuenta que la principal razón por la cual los americanos tiene este déficit es por su excesiva propensión al consumo, que a su vez, es alentada por la casi ilimitada capacidad de endeudamiento (el dólar como divisa clave del sistema monetario mundial juega un papel clave en ello). Todo este sistema se mantendrá si el resto del mundo continua empeñado en financiar sin límite al consumidor americano y, por extensión, a su economía. Por todo ello, resolver este problema puede estar más en manos de los extranjeros que de los nacionales, pero créanme, no será agradable para estos últimos.
Aplicar soluciones que a simple vista son muy efectivas pero que en el mejor de los casos son inviables y en el peor contraproducentes no va a resolver nada. De entrada, si las importaciones finalmente quedasen gravadas con una arancel, las empresas importadoras (pienso sobretodo en compañías dedicadas al comercio minorista como Wallmart o las automovilísticas) verán incrementados notablemente sus costes y los consumidores americanos reducida su capacidad de consumo.
Por otro lado, hace unos días, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha tachado de "absurdas" e "inquietantes" las declaraciones realizadas por la nueva Administración de EEUU que acusan a Alemania de manipular el euro con el objetivo de obtener ventajas competitivas frente a sus socios comerciales. En un discurso pronunciado en la ciudad de Mainz, respondía así a las acusaciones realizadas por el director del Consejo Nacional de Comercio de EEUU, Peter Navarro al diario "Financial Times". No obstante, Weidmann sí que reconoce que la economía alemana se beneficia de la débil cotización de la divisa comunitaria, aunque indica que la depreciación del euro responde, entre otros factores, a la política monetaria puesta en marcha desde del BCE, que está siendo muy criticada su efectividad desde Alemania.
Ha podido dar una respuesta más razonable que la de Draghi el otro día (ha reconocido que el euro esta infravalorado) porque, en este tema, no tiene nada que ocultar. Esta en la misma línea de declaraciones de Wolfgang Schäuble, Ministro de Finanzas alemán, en una reciente entrevista y respondiendo a Peter Navarro: “Estrictamente hablando, la tasa cambiaria del euro es demasiado baja para la posición competitiva alemana.[...] Cuando el jefe del BCE, Mario Draghi, se embarcó en la política monetaria expansiva, le dije que aumentaría el superávit exportador de Alemania”. No les ha cogido de improviso.