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Informe de la Comisión Europea

El 12,5% de los trabajadores en la Unión Europea es pobre

España tiene una tasa de temporalidad del 26,6% y hay 1,4 millones de hogares sin ocupados

Cabecera de la manifestación del pasado 1 de mayo en Madrid.
Cabecera de la manifestación del pasado 1 de mayo en Madrid. Efe

El proceso de devaluación salarial que se ha producido en la Unión Europea y con mayor intensidad en los países con una senda exigente de consolidación fiscal (Grecia, Portugal o España) ha provocado un cambio sin precedentes en el mercado laboral europeo. Trabajar ya no es sinónimo de salir de la pobreza. Esa es al menos una de las conclusiones del estudio anual Empleo y Desarrollo Social, en el que la Comisión Europea asegura que la pobreza laboral afecta ya a uno de cada ocho empleados de la Unión Europea (un 12,5%), frente al 10% de antes de la crisis. Una situación paradójica si se tiene en cuenta que la crisis se dejó a principios de 2014. Unos porcentajes que son superiores en el caso de los trabajadores autónomos, como constata el hecho de que la tasa de entrar en riesgo de pobreza de los trabajadores por cuenta propia a tiempo completo es 3,5 veces superior a la de un ocupado con la misma jornada.

¿Cómo se ha producido esta situación? El informe apunta a varios factores. En primer lugar, el ajuste de los salarios, especialmente significativo en los países con fuertes desequilibrios de déficit o deuda como España. Las estadísticas oficiales muestran que las variaciones salariales pactadas en convenio no han bajado, sino que se han moderado hasta no superar el 1% en los últimos cuatro ejercicios. Un dato que encierra otra realidad, ya que la retribución media, según el INE, se sitúa en 22.858 euros por trabajador. Los sectores más intensivos en mano de obra (construcción, comercio u hostelería) se sitúan por debajo de ese nivel. Especialmente bajos son los salarios en la hostelería, con retribuciones medias que apenas superan los 12.000 euros en el caso de las mujeres.

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Esas estadísticas, además, valoran en exclusiva los empleos a tiempo completo y no computan el impacto que tienen los trabajos a tiempo parcial o temporales, cada vez más frecuentes entre los ocupados. España vuelve a ser un referente en este apartado. En el tercer trimestre de 2016 había 4,1 millones de temporales sobre un total de 15,4 millones, lo que arroja una tasa de temporalidad del 26,6%. Si el análisis se realiza sobre aquellos ocupados que tienen jornada a tiempo parcial, el resultado apunta que había 2,4 millones de asalariados (15,5% del total). Es lo que las autoridades comunitarias definen bajo el eufemismo “baja intensidad en el trabajo”.

El tercer factor que detecta la Comisión Europea es la elevada presencia de miembros desempleados dentro de un hogar. También aquí España saca nota. Los últimos datos de la Encuesta Población Activa revelan que hay 1,4 millones de hogares en España (el 7,5% del total) en los que no hay ningún ocupado y existen otros 5,1 millones (27,6%) en los que no hay ningún activo (persona en edad o disposición de trabajar).

Desde la Comisión detectan que la caída del gasto medio en prestaciones por desempleo en torno al 10% deja margen para aumentar las inversiones en políticas activas de empleo en la UE, cuya cobertura se ha reducido desde 2009 y varía entre el 5% y el 50% entre los Estados miembros.

El análisis de la Comisión Europea respecto al nivel de pobreza de los habitantes, con independencia de si trabaja o no, es mucho más positivo. Según el estudio, más de un tercio de la población pobre en edad de trabajar ha salido de esta situación cada año entre 2010 y 2013. También afirma el estudio que la tasa de personas en riesgo de pobreza o exclusión social entre 2012 y 2015 se redujo en la mayoría de los socios comunitarios, hasta alcanzar el 23,7% en el conjunto de la UE, lo que supone un total de 119 millones de personas y el nivel más bajo desde 2010.

Desde Bruselas achacan este cambio al mejor ciclo económico tras varios años de crisis, a la mejora de las condiciones laborales (en especial la reducción del desempleo) y a una inflación inusualmente baja, que ha permitido a los ocupados ganar poder adquisitivo.

Otro de los puntos en los que se centra el informe es la integración de los refugiados en el mercado laboral. En este sentido, Bruselas asegura que la integración ha mejorado “significativamente” con el paso del tiempo, a pesar de que puede tomar entre 15 y 20 años alcanzar la paridad con la población nativa en este aspecto. Así, el estudio recalca que la tasa de empleo depende en gran medida de sus habilidades y su nivel de educación. Por ejemplo, los refugiados con educación superior de entre 26 y 64 años tienen una tasa de empleo “muy superior” a los que tienen un nivel inferior. De la misma forma, la tasa de empleo de aquellos con un nivel de idioma intermedio es del 59%, más del doble que los que tiene un nivel bajo (del 27%). Por ello, la Comisión subraya que tanto los refugiados como los países de destino se beneficiarían de una mayor inversión en su educación, lo que también mejoraría sus perspectivas laborales en el país de acogida.

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