La omnipresente China
El gigante asiático es hoy una pieza fundamental en el puzle económico global, de su salud dependen países, mercados y empresas.
Si China tose, al sureste asiático le da gripe y Latinoamérica se resfría. Australia es un ejemplo, padece el virus desde 2015. La menor demanda de materias primas del gigante asiático, con la consecuente caída de los precios, ha generado una profunda crisis en la industria minera australiana, un país que había incurrido en fuertes inversiones para elevar su capacidad de producción ante la expectativa de mayores exportaciones.
En el otro extremo figuran Argentina, Brasil, Perú o Chile, donde también afecta la devaluación del yuan. Pero lo que comenzó como un simple resfriado puede convertirse en epidemia global, hasta alcanzar regiones, sectores, mercados y empresas aún insospechados.
Que China goce de buena salud es vital para la estabilidad económica mundial. En 2014 desbancó a Estados Unidos como primera potencia en términos de PIB. Si en los noventa su producción representaba menos del 6% y cerca del 3,5% de las exportaciones e importaciones totales de bienes, hace dos años significaba el 16% y 12%, respectivamente, según un informe de BBVA Research; un reflejo de su apertura internacional.
Las exportaciones españolas solo suponen el 1,9%. El mayor efecto en las compañías nacionales viene de América Latina
“El hecho de que importe al año más de 500.000 millones de dólares (unos 400.600 millones de euros) en materias primas, el 30% de sus compras en el exterior, nos da una idea de su papel como una de las mayores fuentes de demanda”, añade el documento.
O los casi ocho millones de barriles diarios de petróleo que adquiere, cercano a la cuota estadounidense, añade Avelino Vegas, profesor de EOI, experto en finanzas y negocios internacionales. Por eso, una menor actividad china presiona a la baja los precios del crudo o el cobre. Más todavía, la suma de sus compraventas (41% del PIB) es superior a la de Estados Unidos (28%), que se consideraba como la locomotora del planeta, indica Vegas.
- Impulso a la inversión
Esa mayor presencia en los intercambios de bienes y servicios ha hecho que hoy sea la nación que más ha incrementado su grado de interconexión en los últimos años (entre 1995 y 2009), apunta un indicador de la OCDE. Esto significa que su dinamismo o desaceleración impacta en el PIB, comercio, inversiones y el sistema financiero mundial.
África subsahariana, Rusia o Canadá son también dependientes. “China es hoy muy competitiva, ha impulsado la inversión y mejorado su capacidad tecnológica”, aporta Louise Curran, profesora de Toulouse Business School.
Además, es el mayor tenedor de activos netos gracias al superávit por cuenta corriente. Es decir, el dinero sobrante lo dedica a inversiones en cartera (acciones y bonos) y a la acumulación de reservas (la mayoría, para la adquisición de deuda pública estadounidense). “Cualquier ralentización en su ritmo de compra o venta neta podría suscitar un repunte de los bonos de EE UU, lo que endurecería las condiciones de financiación global”, recuerdan en BBVA Research.
- Menos beneficios
El problema es que persisten aún los fantasmas de la crisis de 2008, y en el intento de reducir su independencia exportadora para avivar el consumo interno, su fortaleza se ha debilitado. De ahí que su contracción no solo perjudique a nivel macro, sino también micro, en concreto a las compañías que tienen gran parte de su negocio en el exterior.
Es el caso de España, donde las principales del Ibex poseen una fuerte exposición al mercado latinoamericano. “La caída de los precios de las materias primas ha puesto de manifiesto la dependencia de la región de las commodities, lo que ha llevado a la desaceleración o recesión de sus principales economías, entre ellas Brasil. Y como China es su principal cliente, la salud del país asiático es clave para el continente”, explica Vegas, de EOI.
¿Pero cómo se traslada ese entorno adverso a las compañías? Las consecuencias se reflejan de forma indirecta en la cuenta de resultados, bonos corporativos y cotización bursátil. “Los sectores más afectados son el energético, de telecomunicaciones y bancario”, precisa.
Es el caso de Telefónica, cuyos ingresos en Brasil disminuyeron un 11% en el primer semestre de 2016 respecto al mismo periodo del año pasado, o Santander, cuyo beneficio se redujo en un 15%, señala Vegas. “También ha generado impagos en el tejido empresarial en el sureste asiático, y que afectan, por tanto, a las españolas que allí operan”, destacan fuentes de la aseguradora Crédito y Caución.
- Divisas
“Si las empresas tienen grandes inversiones en emergentes con dificultades, esto se traducirá en menores beneficios por el cambio de divisas y una posterior caída en Bolsa”, subraya Ignacio de la Torre, director de los másteres en Finanzas de IE Business School. El tipo de cambio es otro mal que ha sufrido Inditex en los últimos años y que repercute en las menores ventas en México, Turquía, Rusia y China, entre otras. Un impacto negativo de hasta el 5% sobre sus ingresos en el primer trimestre del año, según analistas del sector; aunque no ha lastrado su crecimiento semestral, del 8%.
Con todo, Europa se libra de un impacto directo por la menor relación comercial, al igual que España. Aquí las exportaciones suponen el 1,9%, hasta los 2.875 millones, y las importaciones, el 8,6%, hasta 13.545 millones, últimos datos a julio de 2016.
“EE UU recibe el 17% de los bienes chinos, mientras que Alemania llega solo al 3%, y Reino Unido, al 2,5%”, indican en EOI. Pero los expertos alertan de que un posible contagio puede venir desde Berlín, que ha aumentado en los últimos años sus ventas al gigante asiático.
En España, los sectores con mayor exposición son el químico, sobre todo plásticos, colorantes y curtientes; textiles y confección y maquinaria industrial, identifican desde BBVA Research. Así, las compañías que operan en el País Vasco, Cantabria, Aragón, Cataluña y Murcia serían las más perjudicadas.
Esta casa de estudios recalca que “el impacto sería relativamente reducido”. De hecho, las ventas a China cayeron en los primeros siete meses del año un 6,7% por esa disminución sostenida de la actividad en los emergentes, según los últimos datos del ICEX. No obstante, este mercado se vislumbra entre los de mayor crecimiento potencial junto con Marruecos o Chile.
Finalmente, la apreciación del euro frente a las monedas emergentes es otra cuestión que puede repercutir de forma indirecta en la caída de los flujos comerciales.
La bomba de tiempo
En los mercados mundiales hay un temor mayúsculo, su endeudamiento desproporcionado, que ya representa el 280% del PIB chino, debido a la recién explotada burbuja inmobiliaria –menos profunda que la española– y bursátil, y que puede generar un efecto dominó en una ya frágil banca mundial, advierten en Crédito y Caución.
“El impacto financiero es el más sensible, porque la secuela es global. China registra unas fugas de capitales de 50.000 millones de dólares (unos 44.500 millones de euros). Y pese a que el Gobierno está interviniendo, en un futuro tendrán que devaluar aún más el yuan”, considera Ignacio de la Torre, director de los másteres en Finanzas de IE Business School.
Un escenario que puede generar desconfianza en el mercado de divisas en Sudáfrica, Turquía o Argentina, y hasta crisis bancarias en naciones con elevada deuda. A lo que seguiría un rescate –como sucedió en España–, convirtiendo una deuda privada en pública. Y, al final, los flujos de capital vuelven a EE UU, la moneda refugio, advierte.
El FMI prevé un crecimiento del 6,5% en 2016 y del 6,2% en 2017, cuando antes lo hacía al 11%, pero el miedo es que baje del 5%. Así las cosas, parece que la esperanza del cambio de modelo productivo hacia uno más consumista queda por ahora en ilusión, porque, ante este panorama, la población ha respondido con más ahorro. De ahí también el freno del gigante, al que las empresas han de estar alertas si quieren evitar el contagio.