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Conciliación

Si no tiene un hobby, más le vale encontrarlo

Dedicar todo el día en exclusiva al trabajo afecta de forma frontal al rendimiento del profesional. Perder la capacidad de disfrutar del tiempo libre lleva a volcarse en el trabajo.

Thinkstock
Javier García Ropero

A lo largo de esta semana, hasta nueve comunidades autónomas dan el pistoletazo de salida al curso escolar. La esperada vuelta al cole para los padres, aunque temida, eso sí, para muchos de sus hijos. Con ella no solo toca volver a abrir los libros, sino también el momento de elegir las actividades extraescolares que más se adaptan a los gustos y al potencial de los pequeños: deporte, música, pintura... Actividades que les permiten cubrir su tiempo libre aprendiendo, y socializando, en un ambiente de distensión.

Algo que a los cargos de responsabilidad de las empresas no les vendría mal imitar. Diversos estudios calculan que un consejero delegado de una gran empresa trabaja unas 60 horas a la semana, a lo que se añade una conexión casi permanente a la compañía a través del teléfono móvil. Una rutina que difícilmente permite pensar en otra cosa que no sea el trabajo, lo que conduce, a su vez, a una serie de consecuencias como el estrés, la ansiedad, la dependencia absoluta de todo lo relacionado con el empleo... Y, en definitiva, una nula conciliación de la vida laboral y personal. Un círculo vicioso que parte de la ausencia de un tiempo de ocio.

“No permitirse un momento de tiempo libre es una falta de responsabilidad total, una muestra clarísima de un grave problema de gestión del tiempo ”, afirma la investigadora del IESE Pilar García Lombardía. A su juicio, el problema de las apretadas agendas diarias de los altos cargos directivos no tiene tanto que ver con la cantidad de compromisos, sino con su organización: “Está demostrado que las reuniones de más de una hora no son efectivas. Que la capacidad de concentración tiene un máximo de entre 30 y 45 minutos, y que después baja”. Por ello, la estructuración de las tareas resulta fundamental, así como incorporar momentos de descanso en la jornada “para aprovechar mejor el tiempo”, apunta la experta. Aunque aún más grave, añade, es haber perdido la capacidad de tener hobbies y de disfrutar del tiempo libre: “Ante eso, la solución que encuentran es seguir trabajando”.

Reflexión para llegar a concienciarse

El presidente de la International Coach Federation en España, Jesús Rodríguez, se encuentra a menudo con clientes con perfiles ejecutivos con dificultad para librarse de las ataduras del trabajo. En esos casos, explica, el coaching no sirve para recomendarles qué actividades hacer, sino para acompañarles a reflexionar y llegar al convencimiento de que deben cambiar sus hábitos en favor de un tiempo de ocio diario: “En la gestión del tiempo subyacen las prioridades. Y se produce una insatisfacción porque no las están atendiendo. De ahí la importancia de tomar conciencia de lo que es prioritario para ti y dedicarle tiempo”, afirma.

Según su experiencia, “el directivo suele darse cuenta y pasar a la acción. Son personas que suelen destacar por ser muy resolutivas”.

“Los ejecutivos están sujetos a altos niveles de presión y de tensión. Eso les genera estrés, lo que acaba influyendo en su lado personal, en su motivación, en su confianza y su autoestima. Pero tienen la sensación de gestionar su tiempo de forma correcta”, explica Jesús Rodríguez, presidente de la International Coach Federation en España (ICF).

Priorizar las tareas, o delegar algunas de ellas en personal de confianza, es el punto de partida para comenzar a tener mayor tiempo disponible para respirar otro aire que no sea el del despacho. “Todo depende de por dónde se empiece a llenar la agenda”, describe Pilar García Lombardía. El ocio, entendido como el tiempo disponible una vez cumplidas todas las obligaciones, incluidas las domésticas, debe enfocarse a actividades que produzcan bienestar, tanto intelectual como físico, y sean coherentes con los valores y gustos de cada uno. También deben incorporarse de forma natural al día a día, en lugar de agruparlas en el fin de semana, y que aporten experiencias que no se encuentren en la rutina laboral:“Aprovechar actividades en grupo, con familia o con amigos. Las actividades que se hacen en comunidad generan unos lazos que no se dan en el entorno profesional y que el ser humano necesita”, añade la investigadora del IESE, que recomienda actividades físicas “fáciles”, ocio cultural y también solidario: “El voluntariado es una excelente vía para encontrar hobbies comunes”, subraya, y cita el ejemplo de la reforestación o de una empresa donde, a través del voluntariado corporativo, sus empleados descubrieron que muchos de ellos cantaban:“Formaron un coro y han llenado varias veces el Auditorio Nacional de Madrid con fines benéficos”.

Para Jesús Rodríguez, de ICF, “adquirir estos hábitos de ocio, tener una serie de espacios privados, les va a permitir oxigenarse, seguir creciendo motivados, mejorar su autoestima y honrar sus propios valores”.

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Sobre la firma

Javier García Ropero
Redactor de la sección de empresas, especializado en distribución, gran consumo y economía del deporte. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en información económica de la UIMP. Desarrolla su carrera en CincoDías desde 2011 tras haber pasado por El Mundo y Vocento.

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