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Directivos

La recta final del año, el examen del buen ejecutivo

Dejar para el último trimestre lo que no se ha hecho antes eleva la presión sobre el equipo de trabajo.

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Javier García Ropero

El año se aproxima, de forma irremediable, a su recta final. Cuando termine septiembre, dará comienzo el último trimestre del ejercicio para la mayoría de empresas. Unas semanas que siempre resultan decisivas para resolver cuál será el balance final: tanto para las que, hasta ahora, han registrado buenos resultados y tienen que trabajar para mantenerlos, como para las que deben intentar dar la vuelta a sus números. Las horas de trabajo aumentan, la presión también, y con ellas, un desgaste mayor para los equipos de trabajo.

Sin embargo, y pese a que es una constante habitual en muchas de las empresas del país, llegar a los últimos meses del ejercicio con los deberes por hacer denota un importante déficit de gestión, que comienza desde el primer día del año. “Alas empresas que los docentes tomamos como modelo de buena gestión, les da igual que sea diciembre, septiembre que enero”, afirma Ceferí Soler, profesor del departamento de Dirección de Personas y Organización de Esade. Este tipo de compañías no se enfrentan a una carga de trabajo acentuada en las semanas finales del año, ya que, explica Soler, “se plantean objetivos cada mes, no a final de año, y evalúan su desempeño general, y el de quienes la componen, también cada mes”.

En este sentido, Miguel Ángel Ariño, profesor de Análisis de Decisiones del IESE, cree que “ir de cabeza al cierre del ejercicio es una falta importante de planificación. Como el estudiante que quiere aprenderse la lección el último día”. Algo que, según analiza, pasa a menudo en las empresas del país. “El cierre del ejercicio es algo que tiene una fecha conocida. Si no se actúa con previsión, y se deja mucho trabajo para el final, eso denota que las cosas se pueden hacer mejor, y que, por tanto, el trabajo del directivo encargado también es mejorable”.

Ceferí Soler también pone el acento sobre la labor, y la formación, de los ejecutivos ante estas situaciones. “Hay que planificar la formación de los jefes, y evaluar su desempeño. Los que tienen experiencia y conocimiento, saben ya en septiembre cómo va el ejercicio y lo que hay que hacer, y lo que no, en lo que resta”, apunta.

Esa capacidad del ejecutivo no solo se aprecia en el trabajo realizado hasta que llegan los meses finales del año, sino también en el tipo de exigencia que eso implica para sus subordinados. Según los datos de la Encuesta de Población Activa, publicada por el Instituto Nacional de Estadística, las personas que realizaron horas extra, pagadas y no pagadas, en el último trimestre de los ejercicios 2015 y 2014, aumentó en un 10% respecto al trimestre anterior. El los últimos tres meses de 2015, fueron 727.000 personas las que realizaron alguna hora extra. Más trabajo, no siempre recompensadas y más presión por conseguir los objetivos. “Cualquier jefe debe estar encima de su equipo, y este tiene que estar acostumbrado a vivir con un cierto grado de presión. La diferencia está en el clima de trabajo. Cuando hay un buen jefe, a la gente le gusta trabajar con él, hay buen ambiente y aceptan esa presión”, argumenta Ceferí Soler.

“Si la empresa planifica, y por tanto, se trabaja bien, la gente no tendrá por qué estar saturada el último día”, añade, por su parte, Miguel Ángel Ariño, quien señala, además, cómo el aumento del número de horas para dar salida a las tareas pendientes castiga a la productividad. “Más trabajo, más horas, menos rendimiento, y como resultado, más nervios. Síntomas de que la empresa no está bien dirigida”, concluye.

El 55% de las horas extra no se pagan

Uno de los principales efectos de no hacer las tareas a tiempo, y concentrarlas en unas pocas semanas, es el aumento de las horas extraordinarias de trabajo. Sin embargo, y como se ha demostrado en los últimos años, eso no quiere decir que, necesariamente, los trabajadores sean retribuidos por ello.

En el año 2015, se realizaron 25.006 horas extraordinarias cada semana en España. De ellas, el 55% no eran retribuidas. Una situación que se repite desde el año 2012, y que también ha continuado en los dos primeros trimestres de este año. En esos seis meses, las horas extra semanales fueron 12.218,2, de ellas 6.698,6 sin retribuir.

Sobre la firma

Javier García Ropero
Redactor de la sección de empresas, especializado en distribución, gran consumo y economía del deporte. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Especialista en información económica de la UIMP. Desarrolla su carrera en CincoDías desde 2011 tras haber pasado por El Mundo y Vocento.

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