España, a la cola del emprendimiento social
Solo el 0,51% de la población adulta (18-64 años) decide iniciar un proyecto de este tipo
Uno de cada dos consumidores deja de adquirir productos o servicios si considera que la marca que los vende no es una empresa responsable. Los nuevos consumidores no perdonan a las compañías que no se comportan de forma ética. Algo que antes era asumible, perdonable por el cliente, hoy puede llegar a costarles la supervivencia.
La necesidad de ser una empresa responsable se hace más acuciante todavía si ponemos el foco en las nuevas generaciones. Este grupo de consumidores va más allá. Un 70% de los jóvenes entre 18 y 35 años no solo deja de comprar esas marcas, sino que las sancionan y las penalizan, según un informe realizado por la Fundación Adecco.
En ese contexto, el emprendimiento social surge como una opción sólida, viable y con mucho potencial. Pero en este país queda mucho camino por recorrer. Según el último estudio del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), Estados Unidos está a la cabeza del emprendimiento social. Un 4,15% de la población adulta está realizando proyectos de emprendimiento social en ese país. España, sin embargo, cuenta con el peor dato de toda Europa. Solo el 0,51% de la población adulta (18-64 años) decide iniciar un proyecto de emprendimiento social.
Precisamente, teniendo en cuenta ese pírrico punto de partida, el potencial es enorme. España tiene que apostar por este tipo de emprendedores. Emprendedores que nacen, no se hacen. Hechos de una pasta especial, que tienen la inquietud y la curiosidad de crear algo desde cero y, sobre todo, de querer cambiar las cosas. Pero con una actitud diferente. Ellos se inquietan, se conmueven y difícilmente anteponen su zona de confort a otras cuestiones que los demás damos por buenas. Su vocación es tan intuitiva y tan auténtica que a veces ni siquiera se reconocen como emprendedores sociales.
"Ser una compañía generadora de cambio es ir más lejos en lo social y empresarial, integrar en la línea de negocio un elemento innovador”
Sus parámetros son diferentes a aquellos que mueven a las empresas tradicionales. No buscan únicamente ganar dinero. Lo que buscan es poder vivir de esa idea y crear impacto en la sociedad de alguna manera. Presentan modelos de negocio innovadores, utilizan su creatividad y sus habilidades de liderazgo para dar solución a un problema social.
Este tipo de empresas se mueven con reglas éticas y en su ADN está mejorar el planeta y la vida de las personas que vivimos en él. Algo que genera valor. Especialmente en las grandes ciudades. Es ahí donde el consumidor está más sensibilizado con cualquier iniciativa que permita hacer su vida más fácil, más colaborativa, menos contaminante.
En general, todos los proyectos que ayuden a mejorar la calidad de vida del ser humano tanto desde el punto de vista de la salud, de la vivienda, del transporte o de la alimentación cumplen una función social, algo que además puede ser muy rentable económicamente. Porque el emprendimiento social es, a fin de cuentas, emprendimiento y, como tal, está llamado a generar ingresos, beneficios, ser sostenible y viable económicamente. Algo que permite cuadrar el círculo.
Y más con la irrupción de los millennials en escena. Este tipo de consumidores son muy activos socialmente y generan una mancha en la reputación de las marcas muy grande, en ocasiones irreversible. Una oportunidad, sin embargo, para aquellas empresas o proyectos con vocación social. Una oportunidad que en España no terminamos de aprovechar porque, según el GEM, nuestro país “carece de educación emprendedora”.
Pero ¿cómo podemos generar impacto social desde las empresas? Algunas compañías se plantean dónde reside la clave para hacer de este mundo un lugar mejor, sin descuidar su rentabilidad económica. Y es en el valor compartido donde encontramos la llave para poder lograrlo.
Tomando protagonismo en la creación de un cambio positivo, empatizando con los problemas de las personas y buscando una solución que permita obtener negocio e impacto social a partes iguales. Ser una empresa generadora de cambio es ir más lejos, tanto en lo empresarial como en lo social, integrando en la propia línea de negocio un elemento innovador.
Y esto es algo que va a ir todavía a más, como ya están pudiendo comprobar muchas grandes compañías. Según el informe #500 Corporations: How do the World’s Biggest Companies Deal with the Startup Revolution?, el 68% de las 100 mayores empresas del índice Forbes Global 500 colaboran con startups, muchas de ellas tienen un enfoque social y trabajan conjuntamente bajo el modelo del valor compartido, que viene a ser una especie de win-win en el que tanto la sociedad como la empresa ganan.
Por eso toca remangarse, apostar, creer, confiar, apoyar, financiar y dar soporte desde todos los ámbitos, tanto público como privado, al emprendimiento social en España.
Manuel Lencero es fundador y CEO de la Fundación UnLtd Spain.