¿Cómo afecta a Río 2016 el veto a los atletas rusos?
La exclusión del equipo de atletismo es el enésimo contratiempo para la organización Los turistas rusos son conocidos por su alto desembolso durante sus visitas
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El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) confirmó ayer que el equipo ruso de atletismo no podrá competir en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. La decisión, que afecta a 68 deportistas, ha sido tomada tras corroborarse a través de varias investigaciones, que Rusia amparó y organizó un sistema de encubrimiento del dopaje sistemático de sus atletas, en el que participó incluso el servicio secreto. El castigo no es todo lo severo que podría, en tanto que varias agencias nacionales antidopaje reclamaron la semana pasada al Comité Olímpico Internacional (COI) que prohibiera a Rusia la participación en los próximos juegos.
![La saltadora de pértiga rusa, Yelena Isinbayeva, en Reino Unido en 2015.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KGCALHVXPZPYZBZUE4CG3TNM7Y.jpg?auth=4fc324f680c28ab53ab5be11242e886a841c0c6a8f7fa7e35085d008791aca43&width=414)
El golpe es especialmente duro para los 68 atletas afectados, entre los que se cuentan la pertiguista Yelena Isinbayeva, clara dominadora de esa disciplina desde hace más de una década; las saltadoras Anna Chicherova y Maria Kuchina o el vallista Sergey Shubenkov.
“La decisión es en sí un golpe para el olimpismo, pero también es un paso importante en la limpieza del deporte”, afirma Carmelo Paniagua, vicepresidente del Comité Olímpico Español y colaborador con el Centro de Estudios Olímpicos de la Universidad de Navarra. En su opinión, cuando se juega sucio y se emplean métodos ilícitos para ganar, lo normal es que se abra una investigación “y si se comprueba que ha habido malas prácticas, como así ha sido, es lógico y necesario que haya una respuesta, también porque supone un aviso para el resto de países”. Esto no quita que el fallo sea un jarro de agua fría para los atletas.
Paniagua explica cómo los Juegos Olímpicos son una de esas citas imprescindibles para estos deportistas de élite, que se preparan durante años para llegar a punto a un evento al que tienen pocas oportunidades de acudir, “por un lado debido a la exigencia que supone y por otro, que se celebra de forma muy espaciada en el tiempo”. Pero se mantiene firme. “Viva la limpieza en el deporte”.
Para el mundo olímpico la baja de Rusia es una pérdida deportiva importante. Solo entre los juegos de Atlanta, en 1996, y los de Londres, hace cuatro años, el atletismo ruso ha logrado un palmarés de 26 medallas de oro, 26 platas y 25 bronces. “Rusia es una de las potencias mundiales en esta categoría, por eso su falta va a ser notable”, reconoce Paniagua.
No está claro qué efecto puede tener la exclusión de los atletas rusos en el evento deportivo del año en términos económicos. Parece poco probable que quienes tenían pensado apoyar a sus deportistas en Brasil dejen de viajar por el hecho de que parte de sus compatriotas hayan sido vetados. “Los aficionados, de cualquier país van a estas competiciones para disfrutar del deporte, y no van a dejar de acudir a ver el espectáculo por esta decisión”, señala Carmelo Paniagua. Por eso, la presencia de los seguidores rusos en Río, en su opinión, no peligra.
El objetivo de Embratur (Instituto Brasileño de Turismo) es “aumentar ampliamente” los 36.000 turistas rusos que visitaron el país sudamericano en 2015, según aseguró el director de marketing del citado organismo, Sérgio Flores, a la agencia rusa de noticias Sputnik.
En términos comparativos, España recibió el año pasado la visita de 956.000 rusos, una cifra mala si se compara con los 1,58 millones que llegaron al país en 2013, según datos del INE y del Instituto de Estudios Turísticos. Los rusos son especialmente apreciados por el sector turístico gracias a su alto nivel de desembolso en periodos vacacionales. Cada visitante de ese país gasta en España una media de 1.487 euros durante su estancia, estando la media en 976.
Río de Janeiro, una candidatura gafada
No se puede decir que Río de Janeiro esté teniendo un camino de rosas hasta la inauguración de los juegos olímpicos, prevista para el próximo 5 de agosto. El país sudamericano anunció un ambicioso programa de desarrollo de infraestructuras deportivas y de transporte valorado en casi 7.000 millones de euros, pero hay serias dudas de que las obras puedan acabarse a tiempo.
Según un reciente informe de Moody’s, los juegos no ayudarán demasiado a la economía brasileña, más allá de jugosos beneficios para algunas de las empresas adjudicatarias de contratos. Brasilia espera que el evento atraiga a 350.000 turistas, aunque esa previsión es de antes de que se supiese del virus Zika, otro importante contratiempo.
La tremenda crisis política que atraviesa el país, con la presidenta Dilma Rousseff suspendida y un gobierno provisional en cuestión, y la poca aceptación de los juegos, rechazados por más de la mitad de la población, dicen mucho de cómo se vive la situación fronteras adentro.
El veto al equipo ruso de atletismo y la detención de varios jóvenes brasileños, que supuestamente planeaban atentar durante los juegos, ambas noticias conocidas ayer, son los últimos problemas a los que se enfrentan los juegos.