_
_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La visión de Obama sobre el ‘brexit’

Barack Obama, de visita en Londres esta semana, podría riterar su apoyo a que Reino Unido permanezca en la Unión Europea, según informa la prensa. Boris Johnson cree que el presidente de Estados Unidos sería un “hipócrita” si lo hace. Los estadounidenses, según dijo el alcalde de Londres a la BBC, “ni soñarían” con compartir así la soberanía.

Es una afirmación peculiar. Estados Unidos y muchos otros países equilibran la soberanía nacional con las obligaciones en virtud de los acuerdos internacionales, cuyos beneficios se estima que superan las limitaciones que imponen a los legisladores. Reino Unido puede salir de la UE en cualquier momento, con o sin un referéndum como el previsto para el 23 de junio. Obama difícilmente metería la pata al afirmar que el argumento económico para permanecer en Europa es poderoso. Los beneficios generales de una reducción de las barreras comerciales –la UE es el destino del 44% de las exportaciones del Reino Unido– están apoyados por todo tipo de investigaciones académicas. Es casi seguro que Reino Unido sería más pobre, en cierta medida, fuera del bloque.

Aun así, Obama debe elegir cuidadosamente sus palabras. Políticos como Johnson y, al otro lado del Atlántico, Donald Trump, están aprovechando la gran insatisfacción que podría superar a los hechos.

La debilidad en el argumento económico a favor de permanecer en la UE es que no distingue entre lo que se tiene y lo que no. El aumento de la desigualdad, la sensación de que un complejo financiero-gubernamental opera de acuerdo con sus propios intereses y la desconfianza en los políticos y la globalización parecen estar en general entre los factores que explican el éxito de Trump hasta el momento en la carrera presidencial de Estados Unidos, así como en el apoyo constante para la salida de la Unión. La permanencia ha ganado terreno en los últimos días, según la encuesta de The Economist del 21 de abril. Sin embargo, las probabilidades de que Reino Unido salga se han acortado en las casas de apuestas y el Índice Brexit Breakingviews sube.

Según el alcalde de Londres, los estadounidenses “ni soñarían” con compartir su soberanía

Una dinámica similar se aplica a la inmigración. Como demuestra la propuesta de Trump para levantar un muro de 2.000 millas (unos 3.200 kilómetros) para cerrar el paso a los mexicanos, las fronteras nacionales provocan emociones fuertes. Reino Unido no es parte del Acuerdo de Schengen que permite viajar sin pasaporte por gran parte del resto de la UE. Por lo tanto, una salida no fortalecería automáticamente las fronteras británicas contra los visitantes no deseados, pero implicaría que Reino Unido ya no tendría la obligación de dar a los ciudadanos de otros países de la UE derecho a vivir y trabajar allí.

Alrededor de tres millones de ciudadanos de la UE viven en Reino Unido, a la vez que cerca de 1,2 millones de británicos viven en otras partes de Europa, según FullFact.org. Al igual que con el incremento del comercio, la investigación académica sugiere que la migración tiene un efecto positivo en el rendimiento económico en su conjunto. Pero la inmigración poco cualificada provoca sospechas de una sangría en los programas de bienestar. Y, al igual que con la globalización, normalmente hay nativos que salen perdiento y se sienten ignorados.

Quienes proponen permanecer en la UE parecen estar fallando a la hora de abordar este elemento populista o, tal vez simplemente humano. Desde luego, no han logrado el compromiso de la gente. En las elecciones europeas de 2014, la participación del Reino Unido fue de apenas un 36%, una cigra incluso más baja que la lamentable media europea del 43%. Esto contrasta con la participación británica en las elecciones generales del 66% el año pasado –una cifra que ha ido en aumento desde 2001–. El Parlamento Europeo es, sin embargo, una forma de ser escuchado en Europa. Pero no parece preocuparle a bastante gente.

Si Obama habla, estaría en el lado de la razón económica. Pero al igual que los partidarios de Trump desafían la lógica, los británicos parecen estar listos para hacer burla a la clase dirigente. Los eurófilos británicos tienen que llegar más allá de la mente, hasta los corazones de los votantes.

Archivado En

_
_