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El Foco
Tribuna
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De los depósitos a...

Las últimas medidas del BCE inyectan mayor presión sobre la capacidad para remunerar el ahorro tradicional canalizado por medio de los depósitos y, en el futuro cercano, lo usual serán los tipos cero, exceptuando las acciones comerciales para captar clientes o vincularlos. En nuestro país, los últimos datos del Banco de España ilustran bien el inexorable camino hacia esta situación, pues el tipo medio ponderado de los nuevos depósitos a plazo se situaba en 0,35% en enero para los hogares. Las cifras se alejan del 0,66% de finales de 2014 y, aún más, de los atesorados a finales de 2012 cuando los hogares podían realizar depósitos hasta un año al 2,97% de media.

Francisco Vidal, Jefe de Análisis de Intermoney
Francisco Vidal, Jefe de Análisis de Intermoney

El difícil escenario para rentabilizar el ahorro, especialmente entre los perfiles más conservadores, está teniendo consecuencias en las decisiones de los hogares. Por un lado y dada la mejora del entorno económico que diluye los incentivos para ahorrar por motivo de precaución, las familias se muestran más proclives a consumir e invertir, lo cual refuerza la senda de crecimiento. Por otro, esta situación impacta en sus decisiones financieras.

El rendimiento de los depósitos a plazo ha dejado de compensar la menor flexibilidad que implican y se prefieren las cuentas a la vista. En España, los hogares atesoraban en este instrumento 308.560 millones en 2012 y 370.012 millones en 2014, frente a los 439.766 millones actuales, es decir, ha registrado crecimientos del 42,5% desde el momento de máxima tensión en el euro y casi un 19% en el último año. En otras palabras, las familias dan la espalda a los depósitos para invertir sus ahorros.

Invertir en inmobiliario diversifica nuestras inversiones pero no debe representar el grosor de las mismas

La política monetaria ultraexpansiva del BCE está detrás de esta situación y España solo es un ejemplo dentro de la zona euro, si bien en el agregado del área los ajustes de tipos serán más abruptos en el corto plazo. En enero, de acuerdo con el BCE, el tipo de los nuevos depósitos a hogares hasta el plazo de un año ascendía al 0,64%, lejos de los actuales niveles próximos al 0% del euríbor a 12 meses. Los presentes niveles de los depósitos no son sostenibles y, a pesar del alivio que supondrá la nueva liquidez del BCE a largo plazo, las presiones sobre los márgenes de la banca europea cobran vigor e imponen acelerar el proceso de abaratamiento de su pasivo.

Las posiciones a la vista en el conjunto de la eurozona ya han pasado de 2,73 billones a finales de 2014 hasta 3,1 billones, monto que irá en aumento en los próximos meses. El actual escenario de tipos se prolongará en el tiempo y, ante esta coyuntura, la apuesta por las posiciones más líquidas será una de las opciones preferidas por los europeos de perfil más conservador. Esta opción sacrifica la obtención de rentabilidad a cambio de una elevada seguridad, aunque será la mayoritaria.

No obstante, en la zona euro los hogares atesoran 6,58 billones en depósitos (762.000 en España) y aquí la diferencia entre opción mayoritaria y unánime es muy importante. En este mundo diverso también habrá quien no renuncie a rentabilizar sus ahorros y las miradas girarán a otras opciones. Una de ellas será la inversión en vivienda, si bien hacerlo directamente es complejo, pues deben atesorarse mayores recursos y, además, tenerse en cuenta otros riesgos y gastos derivados de la posesión de un bien inmueble, muy alejados de los vinculados a la operativa con depósitos. Así, tanto por limitaciones de recursos como para lograr una estructura inversora más eficiente, el camino sería apostar por vehículos de inversión especializados en este campo.

Datos del BCE demuestran que el trasvase de los depósitos a posiciones de mayor riesgo ya se está produciendo

La otra cuestión es si en la eurozona, caracterizada por crecimientos moderados de la actividad, tasas de paro todavía elevadas y el riesgo de cambio de regulaciones vinculadas al ámbito residencial en determinadas naciones, la opción de invertir en inmobiliario sea la más adecuada. Esta es una forma de diversificar nuestras inversiones, pero no debe representar el grueso de las mismas, sobre todo, ante las dificultades para monetizarlas bajo determinados escenarios de tensión.

El interés ya suscitado por los activos financieros tomará fuerza y el proceso al que asistimos de trasvase desde los depósitos a fondos de inversión se acelerará. El interés de la banca por mantener la vinculación con los clientes y seguir rentabilizándolos explicará la preponderancia de esta fórmula respecto a la inversión directa, aunque tampoco debemos obviar las ventajas de los mismos más allá de las fiscales. La profesionalización de la gestión y la diversificación de las inversiones permiten a los minoristas acceder a unos rendimientos que seguramente por sus propios medios no obtendrían, reduciéndose su preocupación a que el fondo elegido se adapte a su perfil de tolerancia al riesgo. Sin embargo, la cuestión que nos interesa es otra y radica en el potencial impacto sobre los mercados, en concreto de los europeos, de este trasvase de recursos.

En la segunda mitad de 2015 y a pesar del entorno más difícil, los datos del BCE apuntaban el buen desempeño de las suscripciones de fondos mixtos de renta variable (107.200 millones) y puros de Bolsa (47.500 millones) en la eurozona. En su gran mayoría, dichas cifras eran explicadas por los residentes en el área cuyas suscripciones de fondos ascendían a 142.200 millones en el segundo semestre, estando muy en línea la predilección por los fondos mixtos con la búsqueda de mayor rentabilidad por parte del ahorrador conservador que sacrifica parcialmente la seguridad para obtener más rentabilidad. Los datos demuestran que el trasvase desde los depósitos a posiciones de mayor riesgo ya se está produciendo y, bajo un escenario de menor tensión, se reforzará. De hecho, antes del surgimiento de las tensiones chinas, en el segundo trimestre de 2015 los europeos suscribían 104.500 millones en fondos.

A tenor de los datos expuestos y con el permiso de la inestabilidad, podríamos plantear como una tesis racional que un 5% de los depósitos actuales (329.000 millones) en la eurozona sean canalizados a otro tipo de inversiones dentro del área y mayoritariamente por medio de fondos de inversión, pero también mediante carteras gestionadas. Los hogares suelen invertir en lo que conocen y, por ello, cabe esperar que los europeos lo hagan en su entorno cercano, lo cual dará un respaldo extra a los mercados del euro y, en particular, a la renta variable ante la falta de atractivo de la fija.

Francisco Vidal es Jefe de Análisis de Intermoney

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