La creación de empleo vendrá de las grandes empresas
España tenía a finales de enero una tasa de desempleo superior al 20% de la población activa, solo superada en la Unión Europea por Grecia, sacudida por unos ajustes draconianos durante la crisis, con un 24,6% de paro. El porcentaje de desempleados en España duplica la media de la zona euro y se encuentra muy lejos de los países de nuestro entorno económico, como Francia, Alemania o Italia. Una brecha que no es circunstancial y que se ha mantenido de forma estructural, excepto en el último de los quince ejercicios de continuado crecimiento (1993-2008), en el que la tasa de desempleo tocó mínimos históricos al bajar del 8%. Salvo ese momento, el porcentaje de parados en España siempre ha duplicado a los de la zona euro. Y una de las razones, según los expertos, es la particularidad del tejido productivo español, colonizado por pequeñas empresas. De las 3,114 millones de compañías dadas de alta, 3,110 millones tienen menos de 250 trabajadores y tan solo 3.839 superan esa cifra.
Un informe elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) revela las consecuencias de ese menor tamaño medio. “Esta característica limita la productividad porque representa un freno para incorporar más capital humano y capital tecnológico, desarrollar procesos innovadores o internacionalizar la actividad”, subraya el estudio.
El 61% de las empresas sin asalariados en España no llega a cinco años de vida
Pero el principal obstáculo que encuentran estas microcompañías es el limitado margen para crear empleo como consecuencia del complejo entorno en el que nacen. “Se crean empresas en España, pero muchas son pequeñas, un porcentaje mayor cierra pronto y otras no generan empleo adicional. La menor supervivencia empresarial se debe, en parte, a a que la mayoría de empresas que nacen pequeñas carecen de los recursos humanos y financieros adecuados para alcanzar tamaños que les permitan aprovechar economías de escala y ser más productivas”, recalca.
De esta manera, el tamaño de las empresas que integran el tejido productivo es el que más condiciona el empleo y la reducción del paro. Y un buen ejemplo se produce en Francia, Alemania y Reino Unido, en el que al menos un tercio de los puestos de trabajo se crean en empresas de 250 trabajadores. El porcentaje más elevado se produce en Reino Unido, con un 46,1%, seguida por Alemania, con un 37%, y Francia, con un 35,9%. Todos ellos muy por encima del 27% de España. De hecho, si se comparan las cifras de España y Reino Unido, el balance es el contrario: el 63,3% del empleo en Reino Unido se genera en empresas de más de 50 trabajadores, mientras que el 69,6% de los puestos de trabajo en España se crean en pymes o micropymes.
- Menos años de vida
El informe también incide además en que el tamaño es el factor que determina las posibilidades de supervivencia de una empresa y los niveles de productividad.
Cuantos menos asalariados, menos posibilidades de subsistir. La vida media de las empresas sin asalariados es sensiblemente inferior a las de más de diez trabajadores en cualquiera de los países estudiados. En España, el 61% de las empresas sin asalariados no llega a los cinco años, mientras que ese porcentaje baja al 41% para las pymes de menos de diez trabajadores. “La elevada rotación empresarial hace que el saldo del empleo creado cada año y el destruido por las que cierran tenga escasa influencia en las variaciones del empleo total”, remarca la publicación.
Y la productividad es inferior a medida que el tamaño de la compañía se hace más pequeño. En el caso de las microempresas españolas, la productividad es la mitad que en Alemania o una cuarta parte de la registrada en Reino Unido. La brecha apenas existe en las empresas de más de 250 trabajadores.
Los autónomos no elevan la productividad
La elevada destrucción de empleo en España durante los años de la crisis (3,2 millones de puestos de trabajo menos) y la devaluación salarial posterior han provocado una recomposición en el tipo de empleo, potenciando el autónomo (por cuenta propia) y limitando el asalariado.
¿Ha tenido esa transformación un impacto en la productividad? El informe de la Fundación BBVAy el IVIErevela que no. “El bajo perfil formativo de muchos de esos nuevos emprendedores (solo uno de cada diez parados con estudios obligatorios realiza formación) dificulta la supervivencia de sus proyectos, que en su mayoría, consisten en actividades de escaso contenido tecnológico y bajo valor añadido”. En su opinión, la mejora de la productividad requiere la ampliación de las actividades de formación continua y promover el emprendimiento entre los titulados superiores.