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Tribuna
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Reivindicar la humanidad en la era digital

Hace un par de meses participamos en el Global Drucker Forum en Viena que trataba sobre la digitalización de la sociedad. Algunos oradores presentaban las tecnologías digitales como, por ejemplo, las redes sociales, el WhatsApp o Skype, así como los negocios basados en internet (Uber, Airbnb, Zipcar) como “un mundo feliz”, en alusión a la novela de Aldous Huxley, que conllevaría solamente oportunidades y ningún tipo de riesgo.

Sin embargo, la profesora Rita Gunther McGrath, de la Columbia Business School, recordaba que las personas tendemos a sobreestimar cambios positivos en el corto pero infravalorar los cambios negativos a largo plazo. Para corregir estos prejuicios de exceso de confianza y falta de miras hace falta trabajar sobre tres marcos distintos: el jurídico, el organizativo y el educativo.

En primer lugar, las nuevas tecnologías tienden a erradicar regulaciones u organizaciones intermediarias que protegen al consumidor ante fuerzas de mercado ocultas. El modelo tecnológico y de negocio de Uber, por ejemplo, pone en riesgo las licencias de taxis y, mientras este modelo proporciona posibilidades de ingresos económicos, aumenta la vulnerabilidad de los trabajadores de todo un sector. Un efecto similar se puede producir para el sector del alquiler a través de Airbnb, que permite a los propietarios poner en alquiler sus viviendas habituales. Además, los marcos jurídicos actuales, normalmente de ámbito nacional, no contemplan adecuadamente el cibercrimen que, muchas veces, es de naturaleza internacional y que no se centra en unas personas jurídicas o físicas sino en organizaciones virtuales. Similar a los marcos jurídicos que se establecieron en el ámbito social a raíz de la Revolución Industrial durante el siglo XIX, nuevas regulaciones se hacen necesarias para que la revolución tecnológica no ponga en peligro nuestras bases de convivencia y de bienestar. El Centro de Transformación Digital de la Universidad de Deusto, compuesto por la Facultad de Ingeniería, Deusto Business School así como Deusto School of Law, trabaja activamente para proponer soluciones a los responsables políticos.

En segundo lugar, el aumento desenfrenado del uso de correos electrónicos y de mensajes instantáneos representa desafíos adicionales para los directivos. Según nos recuerda el profesor de Management Henry Minzberg, de la Universidad McGill en Canadá, las responsabilidades directivas conllevan, sobre todo, reflexión, planificación así como dirección y coordinación de personas y el directivo no debería dedicar tanto tiempo en tareas de carácter meramente reactivo. Además, subraya que la innovación no suele surgir de relaciones a través de Skype sino de interacciones que se hacen cara a cara.

Asimismo, Gunther McGrath, señala que la ejecución simultánea de tareas o de microtareas encadenadas resulta ser, muchas veces, contraproducente. Todos somos conscientes del riesgo que corremos y que hacemos correr a nuestro entorno si, conduciendo en malas condiciones meteorológicas con mucho tráfico, hablamos por teléfono o consultamos nuestro GPS. Hace falta, por tanto, una reflexión profunda sobre cómo dominar las nuevas tecnologías para nuestro bien y no ser dominados por ellas.

Tercero, la transformación digital pone en cuestión conceptos antropológicos y sociales. La profesora del MIT Sherry Turckle, especializada en sociología y psicología, ha mostrado que la mera presencia visible de un teléfono móvil perjudica de manera dramática la calidad de la interacción fundamental entre individuos que es la conversación. Según sus estudios, el contacto visual entre personas aumenta el bienestar y la empatía. Se recomienda, por tanto, apagar los teléfonos y esconderlos durante reuniones y encuentros. Además, habría que limitar el uso de pantallas tanto en casa como en las aulas. La implantación de las nuevas tecnologías no puede sustituir las interacciones físicas. Turckle menciona que los ejecutivos de Silicon Valley llevan a sus hijos a escuelas que apenas hacen uso de las nuevas tecnologías. Esas escuelas enfocan la educación hacía actividades físicas y el aprendizaje a través de tareas prácticas y creativas. Estos padres ejecutivos creen que los ordenadores inhiben el pensamiento creativo, la interacción humana y reducen la capacidad de concentración.

Conocedores de muchos beneficios que nos traen las nuevas tecnologías, empezamos a descubrir los efectos adversos para el ser humano y la sociedad, en general, que, entre todos, debemos de afrontar y gestionar para el bien de nuestra humanidad.

Luc Theis / Sébastien Fosse. Director general de Deusto Business School / Investigador de Deusto Business School

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