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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El refugio seguro de los dividendos

Las empresas cotizadas en la Bolsa española han abonado en los 11 primeros meses de este año unos 24.525 millones de euros en dividendos, una cantidad ligeramente inferior a la distribuida el año anterior, que estuvo artificialmente inflado por los pagos extraordinarios de la eléctrica Endesa. La cantidad de este año es casi el 2,5% del PIB y supone más dinero que el abonado por todas las empresas españolas en impuesto sobre beneficios, casi la mitad de lo que los españoles aportan por IRPF, y notablemente más que lo que la banca abona por intereses de los depósitos a los ahorradores. De hecho, en términos relativos, la Bolsa española es de las más generosas de Europa por sus dividendos, pues la rentabilidad imputable al abono del cupón llega hasta el 4,7%.

En España, la cultura financiera ha extendido entre los ahorradores el gusto por el reparto regular de beneficios, en el que es el más tradicional y conservador de los formatos de la inversión. De hecho, más de la mitad del patrimonio financiero de los españoles está alojado en simples depósitos bancarios, funcionando como proveedores de liquidez de la banca, y la mayoría de quienes apuestan por la renta variable lo hacen por la certeza de los dividendos. Así, los hogares tienen hoy el 26% del capital de las empresas cotizadas, el máximo en los últimos 12 años, y una proporción que duplica la media de la Unión Europea.

Y las empresas, solícitas a este proceder de los particulares, reparten de forma cuasi unánime sus beneficios entre los socios minoritarios. De las 84 compañías que componen los tres grandes índices de la Bolsa española, diez abonan más de un 5% entre sus socios, y cuatro de ellas superan el 7%. Y entre las 35 del índice selectivo, 26 de ellas tienen una rentabilidad por dividendo superior al 1,5% al que cotiza hoy el bono español a diez años.

Esa referencia del bono es precisamente la que marca ahora una buena parte de las decisiones de los inversores, que tradicionalmente se refugiaban en los bonos o incluso en los depósitos. Si la inflación persiste en valores pegados al cero, la rentabilidad real del bono puede seguir atrayendo dinero; pero agotada esa alternativa de seguridad, el depósito bancario ha dejado de tener el suficiente atractivo como para que los particulares confíen su dinero, al menos si buscan algo más que seguridad.

Las estimaciones que hacen los expertos de las casas de análisis para 2016 en la Bolsa española es que en el más modesto de los escenarios las empresas cotizadas repetirán los pagos de este ejercicio que ahora expira, incluso con una creciente tendencia a abonar dinero contante y sonante donde antes ponían nuevas acciones emitidas para evitar salidas de dinero de la caja. La única condición para que esta previsión se cumpla es que persista el crecimiento de la demanda interna y externa y que las empresas puedan mantener sus niveles de beneficios en una economía donde los ajustes empresariales, salvo muy contadas excepciones, se han cerrado ya. Incluso la banca, que ha sido el paradigma de sociedades precisadas de recapitalización, está en buenas condiciones para activar el crédito a empresas y particulares, pese a que su escenario para la composición de la cuenta de resultados esté más comprometido que el de las empresas manufactureras o de servicios. La estrechez de los márgenes, con unos tipos pegados al 0%, es evidente.

La estrategia de inversión fundamentada en los dividendos exige también un esfuerzo de análisis de los sectores y las compañías que operan en ellos, puesto que en una economía abierta, la empresa que hoy es una apuesta segura puede dejar de serlo mañana. Los inversores deben tener en cuenta, además del tratamiento fiscal aplicado a los dividendos, que las empresas a las que decidan confiar sus ahorros deben tener un itinerario temporal muy dilatado de abono de beneficios a sus socios, para comprobar que su comportamiento ha sido lo más homogéneo posible tanto en etapas de alto crecimiento como en periodos de crisis. Conviene también seleccionar empresas con buenos equipos de gestión, en sectores de crecimientos continuo, con poco endeudamiento ante la subida de tipos que se producirá a medio plazo tras el inicio de las alzas en EE UU, y a ser posible en un sector con severas barreras de entrada y donde los jugadores sean limitados.

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