Afianzar el crecimiento
Esta es mi respuesta ante cualquier pregunta sobre qué necesita España. Y no la valoren de forma negativa: el fuerte crecimiento que registra la economía española en este momento es envidiado en Europa y deseado en el resto de los países desarrollados. Pero, unos y otros también presentan una tasa de desempleo mucho más baja que la española y un nivel de endeudamiento mucho menor. Estos son los dos principales retos a los que nos enfrentamos en los próximos años: generar empleo en un contexto de desapalancamiento. Y no será fácil, especialmente porque el contexto exterior no va a ayudar.
La economía española puede finalizar este año con un crecimiento triple al promedio de la zona euro. Pero, pese a todo, aún no hemos logrado recuperar los niveles de producto previos a la crisis (algo que sí han hecho la mayoría de los países de nuestro entorno). Esto nos dice dos cosas: 1. La gravedad de la crisis; 2. Una crisis que dista mucho de estar superada. Al final, la intensidad de la recuperación es consecuente con la intensidad de la caída. Favorecido el fuerte repunte económico por la combinación de factores positivos desde las reformas estructurales y ajustes fiscales acometidos en los primeros años de la crisis, la simultánea importante mejora de las condiciones financieras (siendo el protagonista el Banco Central Europeo) y los posteriores beneficios del desplome del precio del crudo y por la depreciación del euro. La ligera expansión fiscal durante el 2015 ha complementado este favorable escenario externo e interno para la recuperación de la economía española. Sinceramente, en un contexto de elevado output gap sería muy difícil justificar un crecimiento económico más moderado al observado. Y un crecimiento que probablemente seguirá siendo intenso a corto plazo.
Pero no es suficiente. Y con serias dudas aún sobre su sostenibilidad en el tiempo. Eso que el modelo de crecimiento anterior a la crisis apoyado en mayor medida en el consumo y en la construcción ha dado paso a otro con una economía mucho más abierta hacia el ha ha dado paso a otro con una economía mucho más abierta hacia el exterior, pero donde el consumo privado sigue siendo determinante. Ahora la construcción comienza a recuperarse, poco a poco, al mismo tiempo que esperamos también una recuperación de la inversión en capacidad. Pero una y otra sin poder suplir la esperada moderación del consumo privado a medida que se reduzca el output-gap y prosiga el desapalancamiento.
Todo ello nos lleva a una moderación del crecimiento en los próximos meses, convergiendo en dos o tres años al crecimiento potencial que en este momento apenas supera el 1.0 %. Suficiente para iniciar una suave reducción de la deuda pública y privada, extrapolando las favorables condiciones financieras actuales, pero sin poder bajar la tasa de paro más allá del 17% o 18 %. Y todo esto asumiendo que el crecimiento mundial se acelere en este periodo, algo que es más que discutible con los enormes riesgos que subsisten a medio y largo plazo. La propia normalización monetaria, más tarde o más temprano, y un mercado financiero que seguirá dominado por un exceso de confianza en la actuación de los bancos centrales.
¿Valoran que el panorama que les dibujo es pesimista? Bueno, algunos dicen que el pesimista es el optimista bien informado. Pero yo prefiero aquella otra expresión que considera al pesimista como aquella persona que mira el mundo de forma realista lista. Y es importante hacerlo así, considerando el drama del paro juvenil, la elevada temporalidad de la contratación, las ha dado paso a otro con una economía mucho más abierta hacia el exterior, las dudas que se mantienen sobre la salud del sistema de pensiones y hasta la necesidad de acometer una reforma a fondo de nuestro sistema fiscal (incluyendo la relación entre el Estado y las autonomías). ¿Entienden ahora algo más el título del artículo? Afianzar el crecimiento es lo mismo que hacerlo sostenible en el tiempo.
Simplemente pido aprovechar el buen momento económico para seguir profundizando las reformas que permitan una economía más flexible, pero al mismo tiempo de mayor valor añadido (con menor temporalidad y salarios más elevados). Necesitamos atraer inversión en capacidad, frente a la financiera que nos ha premiado en los últimos dos años. Y no es solo que sea una demanda implícita derivada de la pertenencia al euro; es una necesidad imperiosa dada la existencia de las anteriores debilidades de fondo. Y de otras muchas que he dejado al margen: sanidad, educación y desigualdad social.
Una última reflexión sobre el comportamiento reciente de los mercados financieros. Nuestros activos, financieros y también los mercados residencial/comercial, se han convertido en objeto de deseo de los inversores internacionales. Inversores financieros, en algunos casos anticipando una política monetaria expansiva llevada al límite, en otros buscando rentabilidad de la propia recuperación. ¿Hablamos de factores temporales? ¿Lo es el propio flujo de inversión de cartera y préstamos frente a la inversión directa que se ha mostrado mucho más limitada?
Hoy por hoy no puedo responder a ambas cuestiones, aunque me inquieta que sea en ambos casos afirmativa. Pero, de nuevo, es relevante que nuestras autoridades comprendan la necesidad de mantener un escenario de estabilidad política con objetivos claros de política económica para el futuro. Un Gobierno estable y certeza económica a futuro: es la mejor combinación de factores para atraer inversión productiva y protegernos de los potenciales riesgos desde el exterior.
José Luis Martínez Campuzano es estratega de Citi en España.