La educación tiene arreglo
Cierto es que los mensajes siempre son catastrofistas y que España no sale bien parada en los resultados que miden los diferentes sistemas educativos de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En el último informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA), el sistema educativo español, a pesar de que mejora ligeramente con respecto al anterior de 2009, está a la cola de los países de la Unión Europea, y se advierte que en las asignaturas de matemáticas, lectura y ciencias permanece anclada justo por debajo de la media de la OCDE, a pesar de que se ha incrementado desde 2003 un 35% el gasto en educación y se han realizado esfuerzos de reforma a nivel tanto nacional como regional.
Lo que dicen los partidos
PP: Consenso. En materia de educación, el PP anuncia que convocará a todos los grupos políticos y a toda la comunidad educativa a la consecución de un pacto nacional por la educación. “Dejemos de lado las rencillas políticas y consigamos un modelo educativo consensuado por todos que aleje a la educación del debate y la confrontación política”.
PSOE: formación profesional. Además de reclamar el gran acuerdo social y político en torno a la educación como derecho a lo largo de toda la vida, la formación que lidera Pedro Sánchez defiende como uno de los principales desafíos conseguir que la FP tenga el reconocimiento y la inversión que se merece, lo que ayudaría a mejorar la empleabilidad.
Ciudadanos: mayor autonomía. El partido de Albert Rivera aboga por un plan nacional para garantizar una educación de calidad, gratuita, universal y sin imposiciones ideológicas para formar buenos profesionales, buenas personas y buenos ciudadanos. Reclama mayor autonomía de gestión de personal de los centros, así como de las asignaturas que imparten.
Podemos: más recursos. La inversión en educación es prioridad para el partido de Pablo Iglesias, que “en la medida de lo posible” tratará de alcanzar el objetivo de 15.600 millones de euros en gasto educativo. Hasta 2020 incrementará esta partida hasta 13.700 millones. Promueve una nueva ley de educación y un nuevo acceso a la función docente.
A pesar de todo, esto se puede arreglar, afirma el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, autor por encargo del ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo, del Libro blanco sobre la función docente no universitaria, que ha levantado un gran revuelo mediático y político, y donde también ensalza algunos de los logros en el nivel educativo español, como es la escolarización universal hasta los 16 años, la ampliación de la educación infantil y la integración en un breve espacio de tiempo de los inmigrantes. Por el contrario, y como debilidad del modelo, destaca los malos resultados obtenidos en los informes internacionales, así como la elevada tasa de abandono escolar temprano. Para Marina, la clave está en el profesorado, sobre todo en su formación, para el que propone siete años de carrera (cuatro años de grado, uno de máster y dos de prácticas remuneradas), una especie de MIR educativo parecido al que se utiliza con los médicos, así como evaluaciones periódicas durante el ejercicio de su profesión con repercusión en el sueldo. Actualmente, para ser docente hay que cursar cuatro años de grado y un año de máster en el caso de secundaria.
Asimismo, propone, con el fin de paliar la tasa de abandono, que aquellos maestros que estén mejor preparados impartan clase en los centros más conflictivos. El documento pretende ser la base del necesario pacto educativo, en el que todas las fuerzas políticas parecen estar de acuerdo. Cabe recordar que, en 2010, el ministro de Educación durante el último mandato socialista, Ángel Gabilondo, estuvo a punto de cerrar un acuerdo nacional en materia educativa que no pudo ser por la negativa del PP.
¿En qué consiste un pacto de Estado en educación, cómo se consigue que pueda ser aplicado, que tenga repercusión en el alumnado, en la sociedad? A algunas de estas preguntas responde Marina en su último libro, Despertad al diplodocus, donde señala que el consenso político debe tener prioridad sobre ciertos temas, como el presupuesto, los objetivos, el marco básico de la organización escolar, el tratamiento del profesorado y sobre el currículo.
Pero no tendrá repercusiones reales si no va acompañado de un pacto social y de una sólida gestión para implicar a diferentes grupos sociales. Porque, insiste este experto, ni el Ministerio de Educación ni las consejerías en esta materia pueden gestionar solos el cambio educativo. “No se trata solo de transformar una escuela mediocre en una escuela de alto rendimiento, sino de transformar todo el sistema educativo, actuar sobre el entorno, promover una sociedad del aprendizaje que a su vez produzca una sociedad del conocimiento, que a su vez haga progresar la calidad de vida. Según se vaya consiguiendo, la escuela recuperará todo el protagonismo y podrá aspirar a la excelencia”, afirma el catedrático de instituto, que recientemente participó en un debate sobre el futuro de la educación en España, organizado por Abante, en el que también participó Luis Garicano, catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics y responsable económico de Ciudadanos, quien cree que es urgente llegar a un consenso educativo, y debería lograrse, a partir del Gobierno que resulte de las elecciones del 20D, en 100 días. “Tiene que ser posible, está todo diagnosticado, y tiene que haber voluntad de hacerlo. Hay cada vez más conciencia de que es necesario que haya un pacto, ya que uno de cada cuatro alumnos abandona la escuela, y uno de cada tres repite curso antes de los 15 años”.
¿Por qué debemos fijarnos en el modelo finés?
Las comparaciones, muchas veces, son odiosas, pero otras sirven para que nos fijemos en qué podemos mejorar. Desde hace 15 años, que comenzó a elaborarse el informe PISA, Finlandia siempre ha estado en los primeros puestos de Europa, de lo que se deduce que los niños finlandeses de hoy estarán el día de mañana entre los profesionales mejor preparados del mundo. El secreto no es otro que el interés de los gobernantes, pero también de los padres y de la sociedad en general, por la educación, por que no haya diferencias entre las escuelas porque en todas el grado de excelencia es máximo, por implantar una cultura del aprendizaje. Aquello que entendió también y tan bien Bill Clinton cuando, siendo presidente de EE UU, apostó por el concepto de learning society, o de Tony Blair, para quien su principal prioridad fue “education, education, education”. Pero la clave no es invertir ingentes cantidades de dinero, sino tener claro a qué se va a destinar, tener un plan trazado a largo plazo. La calidad frente a la cantidad. Porque una gran parte de los esfuerzos debe ir destinada a dignificar la tan denostada hoy figura del maestro. En Finlandia se pone a los mejor preparados en primaria. ¿Y aquí?
De lo que hablan los expertos es de cambio de modelo, más que de presupuesto, a pesar de que la inversión económica siempre ha sido uno de los frenos que ha impedido en otras ocasiones llegar a un acuerdo. “Se pueden conseguir grandes logros con un presupuesto austero si lo que hay es voluntad de modificar las cosas”, señala Marina. A lo que Garicano apostilla que lo “importante es que todo el dinero adicional entre de manera diferente, si se aporta más, que sea como un grano de arena, ha de estar condicionado a grandes cambios”.
Los directores de los centros educativos serían los auténticos líderes de esta revolución educativa y serían seleccionados, según el citado documento en manos del Ministerio de Educación, entre docentes con experiencia en el aula, pero además deberían hacer un curso de formación en los futuros centros superiores de formación del profesorado. El líder no estaría solo, dispondría de un gerente que organizara horarios y controlara actividades, además de un responsable de estudios encargado de organizar los procesos de aprendizaje. Serían los directores los que determinarían la necesidad de profesorado en cada colegio.
Porque una de las prioridades es la necesidad de aplicar la gestión a la educación, en parecidos parámetros a los empresariales. Sirva como ejemplo, apunta Marina, que el Ministerio de Educación reconoce 670.000 docentes, “y no tiene departamento de recursos humanos”. En el libro blanco se recoge la necesidad de mejorar las condiciones laborales del maestro. Según datos de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza de UGT-FETE, el salario bruto mensual va de los 1.971 euros que cobra un profesor en Galicia a los 2.335 euros que gana el mismo colega en el País Vasco. En secundaria, según la misma fuente, la retribución oscila entre los 2.231 euros de Galicia y los 2.943 euros de Ceuta y Melilla.
La educación será uno de los temas centrales, así lo aseguran los candidatos a formar Gobierno, de la próxima legislatura. El PSOE, por ejemplo, presentó el mes pasado un documento sobre un nuevo modelo de profesionalidad docente para el siglo XXI, donde también recoge el MIR educativo y siete años de formación. PP y Ciudadanos se han comprometido a estudiar las propuestas del libro blanco, que, a su vez, rechaza Podemos. Es posible que el deseado pacto esté cerca.
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