Vacaciones para todos, pero con calidad e inversión
Si José Luis López Vázquez y Alfredo Landa representan junto a las suecas el despertar de España a finales de la década de los cincuenta como destino turístico, las maletas de equipaje de mano de Ryanair, contratar alojamiento a través de Airbnb y los viajes compartidos en Blablacar son algunos de los símbolos de la industria turística actual. “La irrupción de las aerolíneas low cost fue un factor determinante para el gran cambio de la industria turística española, la desintermediación, que ha provocado que cualquiera se organice un viaje comprando un billete de avión y una habitación de hotel”, asegura Josep F. Valls, catedrático de Dirección de Marketing de Esade Business & Law School.
Qué dicen los partidos
PP: Renovación de los destinos turísticos. Aboga por impulsar la renovación de los destinos maduros y la racionalización de las infraestructuras de transporte. Creará una línea de financiación de inversión en el sector y reforzará la percepción de calidad del turismo.
PSOE: Compromiso público y privado. Apuesta por avanzar con las relaciones público-privadas, reorganizar la red de oficinas de turismo, hacer de esta actividad una prioridad política para avanzar hacia un modelo más competitivo y fortalecer el programa de viajes del Imserso.
Ciudadanos: bajada del IVA en hostelería. Dentro de su propuesta de tener solo dos tipos en el IVA, propone que las actividades de hostelería, como hoteles, alojamientos, bares, restaurantes y comedores, pasen del 10% actual al 4% para elevar su competitividad con otros mercados, dado que los turistas sí pagan el IVA.
Podemos: modelo sostenible. Podemos propone iniciar un plan de sostenibilidad a 15 años para desarrollar un nuevo modelo turístico y apuesta por coordinar los impuestos medioambientales de las distintas regiones y revisar los que no tienen objetivos medioambientales.
España es el tercer país más visitado del mundo, por detrás solo de Francia y Estados Unidos, y año tras año bate récords en llegadas de turistas extranjeros. 2015 lo cerrará con unos 68 millones de visitantes. Unas cifras que se han visto impulsadas por “esfuerzos en promoción y, lo que es más importante, por la diversificación del turismo español”, según afirma Aurelio Vázquez, consejero delegado para Europa, Oriente Medio y África del Norte del Grupo Iberostar, y por la llegada de turistas prestados que buscan destinos seguros en tiempos de inestabilidad sociopolítica en países competidores. En el ranking de ingresos por turismo internacional España ostenta la medalla de plata, solo por detrás de EE UU. Este año serán más de 67.000 millones de euros, según los cálculos del Ministerio de Industria. Pero las patronales del sector apuntan que el crecimiento de los visitantes no se refleja en las cifras de gasto y critican que el turismo de bajo coste puede acabar pesando en ciudades como Barcelona, donde los vecinos de algunos barrios se quejan de la invasión de sus calles y plazas en verano.
El turismo ha sido y es una de las gallinas de los huevos de oro para la economía española, una industria que genera más del 11% del producto interior bruto (PIB) del país y una de la que más empleo ofrece, aunque en su mayoría de carácter estacional. Desde la patronal hotelera Cehat su presidente, Juan Molás, insta a los partidos a que “se considere al turismo como una política de Estado, que implique una mayor armonización del cuadro regulatorio por parte de las regiones, dado que con el reparto de las competencias se producen en muchas ocasiones manifiestas disfuncionalidades derivadas de las diferentes normativas en vigor”.
Renovación y calidad
La renovación de las zonas hoteleras maduras es una de las principales reivindicaciones de los empresarios, que reconocen que la falta de inversiones ha provocado la necesidad de un lavado de cara de ciertos destinos turísticos en Mallorca, Canarias y Costa del Sol para atraer tanto a nuevos tipos de viajeros, como para mantener el interés de los habituales con alternativas de valor. Aurelio Vázquez reconoce que “debemos ser capaces de transformar y actualizar la oferta turística con un marco legal nacional facilitador de las inversiones privadas y un plan concreto de renovación de las zonas turísticas maduras”.
La reconversión impulsada por Meliá de Magaluf es uno de los ejemplos de colaboración público-privada. “El Gobierno que llegue no puede vernos como un área en la que no hace falta invertir porque siempre funciona bien, porque los retos planteados en la actualidad son tan importantes que no basta con dar continuidad a las políticas turísticas, sino que se precisa una clara apuesta por la innovación y la calidad”, afirma Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International.
Estacionalidad
La industria turística ha trabajado en los últimos años por reducir la estacionalidad o al menos, ampliar la temporada. Para Escarrer, es preciso “extender las temporadas hasta, al menos, nueve meses”, dado que “cualquier inversión en esta línea sería recuperada con creces”, para lo que desde el sector se reclama la creación de incentivos fiscales y laborales.
Menos hambre de récords y más trabajos concretos
Sobre el papel, las propuestas electorales en materia turística cumplen muchos de los objetivos del sector, la renovación de los destinos maduros, fomentar la colaboración entre administraciones y empresas e incluso bajar el IVA turístico para fomentar la competitividad. España no puede permitirse quedarse atrás, algo que se vislumbra fácil ante la velocidad de crucero de la industria turística mundial, pero sí debe replantearse qué modelo turístico quiere y hacer apuestas claras.
España se ha situado además en el punto de mira de las cadenas hoteleras internacionales que han apostado, junto a los grandes inversores, por ciudades como Barcelona y Madrid, disparando la inversión hotelera a máximos en los últimos años. Si bien, la moratoria de la ciudad Condal ha frenado en los últimos meses algunas operaciones, ante la falta de seguridad jurídica. Una circunstancia que perjudica la buena imagen internacional ante los inversores, que se busca, y que se debería buscar más, ante los visitantes.
Ningún partido se atreve a tomar posiciones sobre la economía colaborativa, una tendencia imparable, a la que más que dejar a un lado debieran sentar a la mesa de trabajo.
Rafael Gallego, de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV), afirma que “desde hace cinco años, coincidiendo con el inicio de la Primavera Árabe, hemos reclamando una mayor promoción interna. Es innegable que nuestras costas no admiten mayor capacidad de llegada de turistas, están ya casi al límite, y lo que hay que hacer es apostar por promocionar las diferentes opciones de turismo dentro de España”.
Competitividad
La inmensa mayoría de los viajeros a la hora de elegir entre un destino que conoce y otro desconocido, más barato y que le ofrezca un producto similar, se decantarán por el segundo. “La nueva administración debe impulsar un desarrollo fiscal y financiero que favorezca la competitividad turística, que contemple la reducción del IVA turístico y la eliminación de nuevas cargas o impuestos turísticos que graven la actividad”, afirma Vázquez. El IVA turístico pasó con la crisis del 4% al 8%, y luego al 10%, y el sector clama por que se revierta su escalada para que cuando se recuperen los destinos competidores en sol y playa y compitan con precios no sea dañino para la industria nacional.
Conectividad
Ya no es solo atraer a las aerolíneas de bajo coste para que pongan en los aeropuertos españoles sus bases. El sector pide que se fomente la intermodalidad del transporte, con la conexión de los aeropuertos con las estaciones de trenes. “Una lanzadera de la T4 de Barajas al AVE facilitaría mucho la distribución de los pasajeros”, afirma Gallego, que también aboga por mejorar las terminales de los puertos de cruceros. “Hay algunas que no están a la altura de lo que ofrecemos”, reconoce. Pero además, el sector insiste en la necesidad de mejorar la conectividad aérea con Asia, una región con un gran crecimiento de turismo emisor.
La economía colaborativa
La diversidad de legislaciones autonómicas dificulta una normativa común para el alquiler vacacional. Un alojamiento que ha existido siempre, pero que ha registrado un crecimiento feroz impulsado por el auge de plataformas como Airbnb o Homeaway. La economía colaborativa, en sus facetas de alojamiento o transporte –Blablacar–, es criticada por la industria, ya que tanto hoteleros como empresas de transporte de pasajeros la acusan de competencia desleal y reclaman e instan a las administraciones –que en algunos casos han optado por prohibir o por adoptar legislaciones que se han quedado en el papel– a que cumpla con parte de las obligaciones y normativas a las que ellos están sujetos.
El lujo como objeto de deseo
Entre cinco turistas que gastan 100 euros y uno que gasta 3.000 al día, la industria prefiere apostar por engalanarse y atraer a un tipo de viajero que no busca el sol y playa, sino las compras, la gastronomía y la cultura, pero del que hay que aprender para adaptarse a sus gustos y necesidades, algo en lo que otros destinos, por el momento, llevan la delantera.
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