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Paraísos fiscales para el 1%

Eduardo Saverin es el compañero/amigo de Mark Zuckerberg y socio en la fundación de Facebook que termina expulsado de la empresa por su ex amigo y que, tras el litigio y el pacto secreto de rigor, termina con un en torno a 4% de la empresa, un pellizco de varios miles de millones de dólares. En 2011 cuando Saverin renunció a la ciudadanía estadounidense; la salida a Bolsa de Facebook le obligaba a pagar unos 700 millones de dólares (según el WSJ) en impuestos, con lo que se convirtió en una suerte de expatriado residente en Singapur.

Saverin no es, en términos exactos, parte del 1% más rico de Estados Unidos. Saverin, de hecho, no es del 1% de ninguna parte; quizá de Singapur, donde es meramente residente. No hay muchos Saverin en el mundo, pero, al parecer, sí bastante gente con cuentas en Suiza o Andorra. Quizá la desigualdad de la que tanto hablamos últimamente no esté sobrevalorada, sino infravalorada; los paraísos fiscales, además de servir para escamotear impuestos y cobijar dinero obtenido de forma dudosa, también sirven para ocultar riqueza.

Es la tesis de Gabriel Zucman, colaborador durante muchos años de Thomas Piketty y que acaba de publicar su propio libro: La riqueza oculta de las naciones. Más allá de casos particulares un poco más o un poco menos sangrantes como el de Saverin, o de los trucos contables y acuerdos políticos de las multinacionales para pagar menos impuestos, Zucman aporta una cuenta bastante sencilla. Suma los activos financieros y los pasivos financieros de todo el mundo y… la suma no cuadra.

Los pasivos son, con fecha 2013, seis billones de dólares superiores a los activos. Salvo que alguien haya pedido dinero prestado a los klingoln en algún momento, este descuadre sugiere activos ocultos por esta misma cantidad. Según Zucman, estos activos, que se han duplicado en 10 años, están en paraísos fiscales: fondos y otros productos de inversión domiciliados en áreas poco reguladas o sometidas a un estricto secreto bancario.

Apunta Zucman más cifras. De los beneficios obtenidos en el extranjero por las empresas de EE UU, el 50% procede de países con una fiscalidad favorable: Singapur, el Caribe, Suiza, Luxemburgo, Holanda o Irlanda. En 1982 era el 20%. Aquí el otro gráfico.

La derivada va un poco más allá del debate sobre desigualdad. Ya señaló Piketty que la ausencia de un sistema fiscal global y la capacidad de los más ricos para evadir impuestos hace recaer el gasto público sobre las clases medias, lo que no es positivo para la democracia, la equidad o la eficiencia económicas.

Pero no hace falta compartir las conclusiones de Zucman o Piketty. Como explican en esta entrada, de donde me he permitido tomar prestadas las imágenes, más allá de las políticas, para cualquiera que quiera entender la economía estas cifras implican un cambio significativo.

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