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El Foco
Tribuna
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La EPA y la realidad

Desde un punto de vista técnico, los datos del paro se miden en la economía española a través de dos mecanismos. Por una parte mediante los datos del paro registrado en las oficinas públicas de empleo y por otra a través de la denominada Encuesta de Población Activa (EPA).

La EPA se realiza desde 1964 y utiliza actualmente una metodología que data de 2005. Se trata de una investigación que se lleva a cabo a través de una muestra de unas 65.000 familias, con periodicidad trimestral y con el objetivo de obtener los datos del mercado del trabajo en sus diferentes niveles, es decir, ocupados y parados, y también de conseguir información de la población ajena al mercado laboral, es decir, los inactivos. En total se recaban datos de unas 180.000 personas.

Las diferencias entre los resultados que se obtienen por uno y otro sistema son sensibles, alcanzando a menudo más de un millón de personas.

Además, conviene señalar que las estadísticas no se adaptan muy bien a la población activa, afectada por la emigración de españoles a otros países en busca de trabajo y de inmigrantes, que cansados de sufrir un prolongado paro y sin apenas esperanza de encontrar trabajo, vuelven a sus países de origen.

Las estadísticas no se adaptan muy bien a la población activa, afectada por la emigración y la inmigración

El paro constituye sin lugar a dudas una de las principales preocupaciones de los españoles, sobrepasando con creces a otros problemas y, en general, podemos extender esta misma inquietud a la mayor parte de los países avanzados.

A lo largo de la historia económica se han registrado muchas y muy variadas aportaciones a la teoría del pleno empleo. Se conviene en afirmar que un parado es aquella persona que deseando trabajar no encuentra un puesto de trabajo. El derecho a trabajar constituye un derecho fundamental de las personas y es una parte primordial del llamado Estado del bienestar. La persona que trabaja encuentra habitualmente satisfacción en lo que hace y además percibe un salario que le permite gozar de cierto grado de independencia frente a terceros. Estos aspectos son muy relevantes, porque, volviendo a la definición antes apuntada, nos encontramos con personas que no encuentran el puesto de trabajo que desean y se ven obligadas a aceptar trabajos impropios para su formación y preparación, y a menudo con un añadido muy negativo a la hora de percibir el salario correspondiente. Y si la desmotivación crece es posible que incluso dejen de buscar trabajo. Así nos encontraremos con una bolsa de parados no registrados. Por otra parte, los jóvenes, que en España alcanzan tasas de paro insoportables, muy cercanas al 50%, y la población femenina, vienen siendo también sectores de la población muy castigados.

La regulación laboral aparece como el marco general que organiza el mercado del trabajo en la economía. Fija las reglas del juego en aspectos tan relevantes como la contratación y sus modalidades, jornada, salarios, vacaciones, beneficios sociales, jubilación y todo lo referente a las condiciones en las que se tiene que desenvolver este mercado. Tras el inicio de la crisis económica se han producido reformas en muchos regiones del mundo, entre ellas Europa y, en concreto, en España. Este ha sido y continuará siendo un punto de encendida discusión en el ámbito político y social. Las reformas emprendidas han tendido a flexibilizar el mercado y, bajo la pretensión de crear empleo, se ha producido un frenazo a las políticas que se venían manteniendo con anterioridad a la crisis. Consecuencia de ello, entre otros aspectos, ha sido la proliferación de los denominados minijobs en muchas economías, y en España de forma especial.

Bajo la bandera de los ajustes, la sociedad española ha tenido que acomodarse a una manera de trabajar diferente. Mayores jornadas, condiciones más duras y salarios muy ajustados. En época electoral se resaltan las tasas de crecimiento del PIB, pero los bolsillos de las personas perciben con poca alegría esas noticias. La realidad del paro está ahí y una salida en falso puede condicionar el ahorro y la inversión.

La reducción de las coberturas de desempleo supone otra fuente de preocupación constante

Tampoco es un aspecto desdeñable el relativo a la formación de los parados y de los trabajadores, a muchos de los cuales no les ha quedado más remedio que aceptar trabajos desmotivadores. La reducción de las coberturas del desempleo supone otra fuente de constante preocupación para todos, y no olvidemos que, además de los factores mencionados, sufrimos un grave problema de financiación con las pensiones. Faltan cotizantes y la situación del mercado financiero tampoco ayuda.

Por otro lado, parece que resulta muy interesante crear empleo, aunque sea de mala calidad, pero todos esos beneficiarios están condenados a vivir al día y no poder formar parte de los consumidores ni de los inversores durante mucho tiempo. Su esperanza de cambio, basada en la definitiva salida de la crisis quem en opinión de muchos, aún no se ha producido, puede solaparse con más acontecimientos.

Se avecinan nuevos ajustes. Debemos ir pensando en una rápida adaptación a los nuevos sistemas de trabajo que van a afectar a sectores de alta empleabilidad. La posición estratégica de varios sectores económicos de nuestro país, que encaran los próximos ejercicios con un alto nivel de tecnología aplicada, se va a traducir en un novedoso enfoque de los negocios en terrenos bastante alejados del actual.

Amenazas en estos sectores, la vuelta a un ciclo depresivo o de crisis de crecimiento, que podría producirse a la sombra del endeudamiento excesivo de muchos países desarrollados, donde vuelve a hablarse del ladrillo como sector de alto nivel ocupacional, con los riesgos que conlleva, nos sitúa ante un panorama de posibles nuevas burbujas al que convendría adelantarse, y sin olvidar el aspecto mencionado de los nuevos sistemas de trabajo que se están implantando de forma paulatina pero decididamente.

Los empleados actuales, los parados y los jóvenes en período de formación precisan urgentemente un alto grado de formación para afrontar la situación con éxito. Constituirá una falta de responsabilidad de los gobernantes, de los empresarios y de los formadores no tomar, sin dilación, una posición activa en este campo.

Cecilio Moral Bello es catedrático de Economía Financiera. Director del Máster en Finanzas de ICADE

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