_
_
_
_
El Foco
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Empleo 2015: una gran oportunidad

Las previsiones para este año no pueden ser mejores: intensa creación de empleo, conversión de empleos temporales en indefinidos, incremento de la transformación de trabajo a tiempo parcial en jornadas a tiempo completo –casi un 15%–, etcétera. En 2014 se han revisado varias veces al alza las estimaciones de crecimiento económico y del empleo para 2015 y sectores como la nueva industria, e incluso la construcción, llevan tres trimestres dando señales de vigor.

El principal desafío actual consiste en tener que actuar, al mismo tiempo, en diversos frentes, todos importantes

¿Podemos considerar, entonces, encarrilada la solución a los problemas de nuestro mercado de trabajo? ¿Se han hecho los cambios necesarios para poder hacer frente a las nuevas necesidades del tejido productivo? ¿Cómo se va a trasladar a los trabajadores la confianza en una estabilidad que es imprescindible para sus proyectos personales, para el consumo y para la cohesión social?

En mi opinión, el principal desafío actual consiste en tener que actuar, al mismo tiempo, en diversos frentes, todos importantes, todos prioritarios. Por un lado, es necesario afianzar la recuperación del empleo, sabiendo aprovechar la coyuntura favorable de nuestra economía y respondiendo a la demanda de capital humano cualificado que necesitan nuestras empresas, sobre todo las pymes, que ocupan en torno al 65% del empleo.

Las pymes, que han superado los difíciles años de la crisis, que han ajustado al máximo sus costes, que han optimizado sus recursos y, por qué no decirlo, que han ocupado el espacio que han dejado sus competidores menos afortunados o peor situados, se han adaptado rápidamente al nuevo escenario: han aprendido a localizar mercados, a orientarse a los nuevos hábitos de consumo y a funcionar con una financiación casi de goteo. Pero, sobre todo, han comprendido el valor y el talento de un capital humano que hay que integrar con el máximo grado de compromiso, pero con la suficiente flexibilidad para tener capacidad de reacción futura.

Y en este nuevo panorama están jugando un papel cada vez más determinante los servicios privados de empleo en forma de ETT, de consultoría, de selección, de recolocación o de headhunting. Las pequeñas y medianas empresas, de la misma forma que normalmente no tienen internalizada una asesoría jurídica, un departamento de comunicación o un área de informática, recurren a los profesionales que pueden ofrecerles soluciones integrales para asegurar que cada proyecto, cada puesto, va a estar cubierto con la persona más adecuada, más capacitada y con la mejor experiencia. En esta materia, como en las demás áreas estratégicas de un negocio, un error o una decisión ligera suelen ser fatales.

Tenemos, pues, una tarea que habría que acometer lo antes posible: dotar de agilidad, eficacia y eficiencia a los mecanismos de intermediación laboral. Sin ello, no podremos garantizar que las empresas accedan al capital humano que necesitan ni será posible dinamizar la movilidad geográfica y la adaptabilidad profesional que precisa nuestro desarrollo. No es exagerado afirmar que, en pocos meses, podríamos encontrarnos con la paradoja, que ya detectamos desde Asempleo, de que coexistan grandes cifras de personas desempleadas, por un lado, y por otro lado, necesidades no atendidas de profesionales con capacidades específicas para los nuevos requerimientos.

Se necesita una nueva mirada, aparcar rigideces conceptuales e ideológicas y movilizar muchos recursos

Este frente, el de responder a los retos de las oportunidades que tiran de nuestro crecimiento, se tiene que reforzar con dos elementos cruciales para garantizar que los jóvenes lleguen al mercado de trabajo con mayores posibilidades de éxito: una buena diagnosis de habilidades y competencias y una orientación profesional que tenga muy presente la evolución previsible de los sectores productivos y, dentro de ellos, las diferentes profesiones. Únicamente a partir de este ejercicio previo necesario, la formación para el empleo (sea de tipo medio o superior) puede resultar útil a las propias personas y a la sociedad. La orientación profesional a lo largo de toda la vida profesional debería de ser tan importante como la propia formación. Tengamos en cuenta que, mientras que la formación inicial para el empleo dura entre tres y seis años, la vida profesional, tal como está configurándose ahora, se extenderá durante más de 40.

El segundo frente a cubrir es abordar una solución para los casi cinco millones y medio de personas que no trabajan y desean hacerlo. Dicho de esta forma, hay que reconocer que el desafío parece inabarcable e irrealizable. Por ello se han de adoptar soluciones muy a medida y segmentar. Detrás de cada desempleado hay una historia, una experiencia profesional, una formación, una ubicación y una motivación diferentes. Creo que es importante hacer una diagnosis personalizada y un balance de competencias que permita ver, en cada caso, cuáles son las posibilidades y las necesidades y combinar la medida justa de políticas activas (orientación profesional, formación, acompañamiento en la búsqueda de empleo) con medidas de apoyo económico a personas y estímulos a las empresas para su colocación. Pero tampoco debemos hacernos trampas en el solitario: no va a resultar fácil priorizar, a la vez, la entrada de jóvenes en el mercado de trabajo para su primer contacto con el empleo, el reingreso de los desempleados de corta duración que conservan buena parte de sus habilidades y competencias laborales y la inclusión de los parados de larga duración con más de un año en desempleo, que son cerca de 3,3 millones (61,4%) y que tienen dificultades de inserción derivadas de la procedencia sectorial o una formación insuficiente o desactualizada.

Para lograr conjugar todos estos objetivos se necesita una nueva mirada, aparcar rigideces conceptuales e ideológicas y, mirando a lo que hacen nuestros socios europeos más exitosos, movilizar el mayor número y calidad de recursos a favor del empleo. Y en ese camino, las agencias de empleo y las empresas de trabajo temporal estamos dispuestos a aportar lo mejor de nuestra experiencia, nuestros recursos y nuestro compromiso.

Andreu Cruañas es presidente de Asempleo.

Archivado En

_
_