¿Tiene ideología la economía?
Les voy ahorrando tiempo. Sí, pero no siempre la misma.
La semana pasada, mientras se celebraba en Boston el encuentro anual de la American Economics Association (principal encuentro anual de los estudiosos del ramo), grupos de activistas protestaban contra el sesgo ideológico de la ortodoxia y su desconexión de la realidad. Prácticamente a la vez, el economista Thomas Piketty se daba un baño de popularidad en Madrid dentro de la promoción de su best-seller “El Capital en el siglo XXI”, que ha irrumpido en la ciencia económica con la fuerza de un tsunami.
En los años 70 (estos cambios siempre llegan con las crisis) cambió el paradigma económico que dominaba el mundo occidental en la posguerra. Milton Friedman representó mejor que nadie el desarrollo de una ciencia económica en la que el desarrollo de los mercados, la desregulación, la disminución del tamaño del Estado y los impuestos bajos se asociaban con la prosperidad. Ha sido el pensamiento dominante en los últimos 30 años, pero la crisis ha dejado al descubierto algunas de sus costuras.
En Boston, la palabra “desigualdad” aparece hasta en 38 estudios distintos que se presentarán en estas conferencias. El trabajo de Piketty y sus colaboradores no ha llegado solo a las listas de ventas o a los medios de comunicación, sino a la academia económica. Como explica Justin Wolfers, quizá no tanto porque los departamentos de economía compren las ideas o los análisis de Piketty sino porque no hay una alternativa teórica que explique por qué la desigualdad crece o por qué la recesión se ha cebado en las rentas bajas y medias.
Pero no es solo Piketty. Tyler Cowen, editor del blog Marginal Revolution, comentó en mayo de 2013, antes del fenómeno Piketty, que las batallas económicas de hoy son bien distintas a las de los años 70: la desigualdad, la sanidad o cómo atar en corto a los bancos. “No debería sorprender que el equivalente más cercano a Milton Friedman sea hoy Paul Krugman, en términos de ser un economista icónico, popular y ganador del Nobel”. Para Cowen, hoy los economistas más influyentes del mundo son Piketty, Krugman, Joseph Stiglitz, Jeffrey Sachs y Amartya Sen, “siendo Paul Krugman probablemente el más conservador”.
Quizá suene raro desde Europa, y particularmente desde la Europa del Sur, donde se han aplicado políticas económicas por imperativo europeo bajo los argumento de “no hay alternativa”, o “no es una cuestión política, sino técnica”. Pero sí, la ciencia económica de hoy no es la misma que en 2007. Noah Smith, escribiendo para Bloomberg, cuenta que lo que se ha movido ha sido no tanto la economía como la propia realidad. Los problemas que se afrontan hoy en día no son exceso de intervencionismo o impuestos altos, sino desigualdad, inseguridad y paro. Problemas tradicionalmente abordados por la izquierda.
Durante 30 años no solo la economía convencional ha tendido hacia la derecha. No solo eso: el pensamiento conservador se ha “apropiado” de la sabiduría económica y, con el consentimiento de la izquierda, se ha tendido a asumir que TODA la teoría económica se basa en mercados eficientes, desregulación y maximización de beneficios. Pero no todo es tan sencillo.
Paul Samuelson, el economista que sentó las bases de la síntesis neoclásica y autor del manual usado durante décadas en primero de carrera, estaba más cerca de la izquierda que de la derecha. Como también Solow o Tobin, que no eran precisamente outsiders. De los cinco economistas citados por Cowen, tres fueron premios Nobel antes de la crisis.
Los manifestantes que protestan contra la convención de Boston piden una economía heterodoxa (mezclando el PIB con budismo, por ejemplo), cuando como probablemente, como explican aquí, muchos de los problemas que les preocupan se pueden abordar desde una óptica tradicional. Simon Wren-Lewis habla, en esta entrada, de “vagancia heterodoxa”. Así que, sí, el pensamiento económico dominante ha virado hacia la izquierda… Pero ni ha sido tan monolítico como pretenden los think tanks conservadores ni como temen los manifestantes.
Les dejo con el bestiario de escuelas económicas: cómo se ven y cómo les ven el resto del mundo