En busca de las auroras boreales por los fiordos noruegos
El recorrido marítimo es un canto a la belleza natural y una invitación para la lectura o las fotos durante el tiempo de navegación
Si quiere esculturas naturales, belleza en estado puro, marcos incomparables, kilómetros de islas, mar, montañas de granito, abetos, abedules, hayas, avellanos y olmos, los fiordos le esperan. Noruega tiene el mayor número de ellos y se concentran en el oeste del país.
Tienen nombres impronunciables, en los que la lengua se atraganta en el paladar, como Hjorundfjor o Geirangerjord. Geológicamente, son valles excavados por un glaciar que ha sido invadido por el mar, pero son mucho más. Para el primer contacto, y si le gustan los viajes tranquilos, una buena opción es un crucero, el expreso del litoral, Hurtigruten es un clásico. Partir desde Bergen o Kirkenes es una buena opción.
La retina se le llenará de imágenes que no en vano han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La primera visión será de asombro, como los niños que se quedan pegados al cristal, contando las gotas de lluvia al disfrutar del primer atardecer, en el que los tonos rosados se van fundiendo en un horizonte que trata de ganarle el pulso al mar. Postales continuas para los amantes de la fotografía y el poeta que todos llevamos dentro.
No importa la estación. Todas son hermosas. El otoño, por el color dorado que ofrecen las copas de sus árboles, los frutales y los arbustos de frutos rojos; el verano, por la imponente luz de medianoche; el invierno, por la blancura inmaculada de la nieve, y la primavera, porque la explosión de color tarda en despuntar en el norte de Europa.
Hay 34 puertos donde el barco hace escala
Prepárase para dejar atrás el estrés de la ciudad y sumergirse en unos ritmos marcados por la sirena del barco, que avisa de un nuevo puerto, la megafonía alertando de un faro a diestra o siniestra o de una aurora boreal. Disfrutará de tiempo para estar en cubierta, acariciado por la brisa, el sol o el frío o, si lo prefiere, la quietud de los miradores de la séptima planta, con imponentes ventanales desde los que podrá chatear, leer la última novela policiaca, una obra de Ibsen o ese libro que se le resistía en la mesilla por falta de tiempo.
Le cautivará la luz, capaz de transformar, al estilo de los impresionistas, muchas islas en cientos de imágenes bañadas por una amplia paleta de color, la que inmortalizó Munch en El Grito o August Cappelen en sus pinturas de los fiordos. Del añil del amanecer al amarillo oro al mediodía y el rojo, granate, anaranjado o rosa al caer el día.
No es un crucero al uso con fiestas de disfraces y etiqueta. Dispondrá de extensos bufés y cenas con materia prima local, con predominio del pescado (salmón, arenque, bacalao o caballa).
A bordo convivirá con los longevos noruegos, octogenarios que acompañan a centenarios a la revisión médica, familias que celebran fiestas y parejas con niños. Todos serán sus compañeros en la travesía, pues Hurtigruten se creó en 1893 para asegurar el servicio postal entre el norte y el sur del país todo el año (www.hurtigrutenspain.com). Y con el tiempo se ha convertido en una línea de uso mixto, abarcando el transporte de mercancías, de pasajeros y los cruceros de turismo. Por ello, un solo barco permite el traslado de más de 400 turistas, 45 coches y cientos de pasajeros de corta distancia. En sus doce barcos el año pasado, aproximadamente 400.000 personas viajaron con Hurtigruten a lo largo de la costa noruega (100.000 turistas y 300.000 de pasajeros locales).
La principal ventaja de esta línea es que puede empezar y terminar el viaje en cualquiera de los 34 puertos de la ruta en donde tiene parada. Cada día hay organizadas excursiones al interior para saborear algunos de los principales enclaves costeros. El trayecto de siete días que va de Bergen a Kirkenes, en la frontera con Rusia, se puede contratar desde 956 euros por persona, en cabina interior y en régimen de media pensión. El precio asciende a 1.367€ si se amplia la ruta a 11 días.
Será un viaje que no le dejará indiferente. Gracias a las corrientes cálidas que trae el Golfo, los fiordos gozan de un clima templado y normalmente nunca se congelan. La profundidad de los fiordos, hasta 1.308 metros por debajo del nivel del mar, como en Sognefjord, posibilita la navegación de grandes embarcaciones. Impresionan los enclaves que atraviesa la embarcación, como la cueva de los Trol o el Púlpito, y los puertos en los que atraca, parajes que en el Mediterráneo parecería que solo son posibles tras encallar y haber perdido el rumbo.
Otra opción interesante es combinar el viaje en barco con el coche. Se puede realizar un trayecto de navegación de cuatro días Bergen-Trondheim (la habitación interior doble cuesta 396 euros). Después, conducir por varias de las carreteras turísticas. Destacamos la de Lofoten porque combina montañas majestuosas, prados verdes, playas de arena blanca, barcos pesqueros de madera, cabañas rojizas de pescadores y mar verde esmeralda. Las corrientes marinas entre las islas proporcionan una importante industria pesquera y ricas tradiciones culturales. A lo largo de las costas hay aldeas con sus típicos rorbuer (casas de marineros) para dormir.
Y como broche del viaje, las auroras boreales. Existen. No son solo producto de la fotografía, aunque en ellas brillan más. La leyenda japonesa asegura que los niños concebidos bajo ellas serán varones. El otoño y la primavera son la mejor época para descubrirlas, un fenómeno provocado por el campo magnético de la tierra y el viento solar. El frío y la cercanía al Ártico facilitan la visión pero requieren paciencia. Evite la luna llena y los lugares muy iluminados y abríguese bien. Cuando el cielo se ilumine de verde o vea los destellos azules habrá valido la pena.
Bergen y la liga hanseática
Un crucero por los fiordos es una primera toma de contacto con Noruega. Un bocado para quedarse con ganas de repetir. En el primer asalto hay tres ciudades que no conviene pasar por alto: Bergen, Alesund y Tromso.
Sobresale el casco antiguo de Bergen, el conjunto de casas hanseáticas de madera, junto al muelle donde convivían en 1360 más de mil mercaderes alemanes encargados del comercio y tratamiento del bacalao. Para que la influencia germana no se impusiera sobre una población entonces 3.000 habitantes, se les prohibía relacionarse con las mujeres locales. Pasadizos y poleas nos trasladan a aquella época.
Naturaleza salvaje y helada
Cuando el barco para en Bodo, cerca de las islas Lofoten, se ofrece la posibilidad de ir en zódiac para realizar un safari marino y rafting. Se requiere espíritu intrépido y espalda preparada para soportar los latigazos que dan los remolinos. Tras atravesar las corrientes marinas más fuertes del mundo (Saltarstaumen) por un estrecho de tres kilómetros de longitud y 150 metros de ancho, que conecta los fiordos Saltenfjord y Skjerstadfjord, se llega a un parque natural donde se pueden observar águilas marinas y una cuarta parte de las aves migratorias que anidan en Noruega. La sorpresa la puede dar alguna ballena u orca a la que el ruido no haya echado.
CÓMO IR No hay vuelos directos a Bergen, desde Madrid o Barcelona se tarda en total unas seis horas y media de tiempo. Norwegian e Iberia hacen escala en Londres y KLM, en Ámsterdam. Hay billetes desde 283 euros ida y vuelta en clase turista. Si la ida es a Bergen y la vuelta desde Tromso, el precio sube hasta los 500 euros y el tiempo aumenta, ya que son necesarias dos escalas, en Oslo y en Ámsterdam. A veces hay vuelos directos desde Alicante con compañías chárter porque algunos noruegos tienen casa en la Costa Blanca española.
DÓNDE DORMIR. En Hjorundfjord, cerca de los Alpes de Sunmmøre y el valle de Norangdal, se sitúa el Hotel Union, que data del siglo XIX. Uno de los retiros más visitados por la realeza europea y por personajes como Karen Blisen o el káiser Guillermo II de Alemania. Este alojamiento se conoce por sus impresionantes vistas hacia los fiordos y los bosques de Noruega, un paisaje verdaderamente inolvidable. La cadena Clarion tiene hoteles muy céntricos en las principales poblaciones noruegas, como Oslo, Alesund, Bergen, Kristiansand o Tromso.
CRUCERO. Si opta por Hurtigruten, cuenta con una amplia variedad de opciones. Once días desde Berger hasta Kirkenes y con regreso a Bergen. O descenso en Bodo o Tromson. Hay salidas diarias y paradas frecuentes a lo largo de la costa. Los barcos pueden alojar vehículos, haciendo de esta manera que sea más fácil combinar ambas opciones. Hay descuentos para mayores de 67 años.