Estimular el crecimiento, pero sin déficit
La economía española ha dado un giro”. Con esta gráfica expresión el Fondo Monetario Internacional (FMI) resumía ayer su diagnóstico –positivo diagnóstico– sobre el proceso de recuperación en España. El organismo que dirige Christine Lagarde concluye en su informe que esa recuperación continuará en el medio plazo, alentada por la vuelta de la confianza al consumo privado y a la inversión empresarial, y subraya como uno de sus primeros frutos la mejora del mercado de trabajo. Como protagonista de ese proceso, el informe reconoce el esfuerzo “colectivo” realizado por la sociedad y los altos niveles de sacrificio que ha debido asumir el país, en particular a través de la aplicación de una rigurosa política económica que empieza, finalmente, a dar resultados.
Además de reconocer esos avances, el FMI propone una batería de recetas para continuar con el proceso de recuperación. Esa vuelta de tuerca a la política económica se concentra en tres capítulos:la consolidación fiscal, el impulso al crecimiento y el funcionamiento de un mercado laboral que debe absorber casi 5,9 millones de parados.
El FMI acierta al insistir en que entre las prioridades de España sigue estando el control de un déficit público que continúa siendo elevado –pese a los esfuerzos realizados en los últimos dos años– y de una deuda que se acerca ya al 100% del PIB. Para lograrlo, el organismo exige un aumento de los ingresos a través de la elevación del IVA y de los impuestos especiales y medioambientales, tal y como Bruselas ha reclamado en más de una ocasión al Gobierno español. Ello supondría reclasificar una gran mayoría de los productos y servicios que actualmente tributan en IVA a un tipo del 10% y hacer que pasen a tributar al 21%. Hasta el momento, el Gobierno ha resistido la presión de la CE en este ámbito, consciente de que entre los afectados por esa medida figuran dos sectores clave para nuestra economía –turismo y distribución alimentaria– que es necesario defender. La resistencia del Ejecutivo constituye una apuesta estratégica valiente, siempre que se articule con un marco general de política fiscal que recoja una bajada de impuestos directos para devolver renta a los contribuyentes, pero que de ninguna manera ponga en peligro el objetivo de déficit comprometido con Bruselas.
Otra de las llamadas de atención del FMI se ha centrado en la preocupante falta de fluidez de nuestro sistema de crédito y en cómo ello constituye una grave barrera para la recuperación. Como no puede ser de otro modo, el organismo reconoce el esfuerzo de saneamiento –suficientemente acreditado ya– que ha acometido el sector financiero español, pero reclama que se limite la política de dividendos y se siga reforzando la recapitalización de las entidades como fórmulas para normalizar la función de la banca: financiar la economía y apuntalar la recuperación.