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Tribuna
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Una nueva etapa para Novagalicia

Se desvela el final de un principio. Que no el principio del final. No partía como favorita. Otra cosa es saber qué entendemos por favoritos y quiénes establecen ese preciado o poco preciado según se mire vocablo. Banesco gana la subasta pro Novagalicia. El banco que pudo ser y no fue, y que ahora será, sí, de otro modo, pero sabiendo que podría ser de múltiples modos según el resultado de este atrompicado y poco claro proceso de nueva privatización. Algún día se sabrá todo lo que sucedió, cómo sucedió y quiénes y por qué se pusieron tantas piedras en el camino de una cambiantes, oscilante reforma financiera que terminó con las cajas de ahorro.

Reglas de juego tan tortuosas como oscilantes, sin explicación, sin preguntar siquiera, sin que nadie interpelase y diagnosticase la intencionalidad objetiva de quiénes licitaban y el futuro próximo e inmediato de lo que iban a hacer e implantar para la viabilidad real y cierta de esta entidad. La última semana no sólo ha sido de vértigo, también de cierto sonrojo, acompañado de un maridaje muy ibérico, la confusión, el péndulo y todo lo que ustedes quieran imaginar. Es este país donde se regula como se regula, donde la ética es la que es y donde la seguridad jurídica sigue siendo la que es pero no la que algún día fue. Así se nos percibe. Veremos si Bruselas dentro de unos años, tal vez con otro comisario de competencia distinto al actual, abra un expediente o proceso en torno a todo lo sucedido.

A priori la mejor de las noticias, de haberlas, que las hay, es que si Banesco toma las riendas de este banco la competencia es mayor. Cuantos más actores estén en el mercado, mejor para el mismo, que sea éste y no el real decreto el instrumento que purgue el mercado. La sana, leal, honesta, limpia y transparente competencia es el alma de la empresa, de la economía. Caminábamos y caminamos hacia un oligopolio; de más de cincuenta entidades financieras hace un lustro a una docena o decena contando lo que aún está en manos públicas. Y eso no es una buena noticia. No nos engañemos. Al contrario. Diga quién lo diga. Cuando un pez grande absorbe o fusiona a uno pequeño o se hace con él, la ósmosis acaba siendo total, diluido éste en aquél acaba desapareciendo toda particularidad e identidad genuina para confundirse en uno. Lo sabemos todos.

No es mala noticia tampoco el saber y veremos si se corrobora que esta oferta, ahora realidad, era la única que, de un lado ofrecía una mayor cantidad que la ha hecho adjudicataria directa al menos por sobrepasar en 200 millones de euros a otras ofertas, con lo cual, los otros licitadores, sobre todo, aquellos que tenían un umbral de bonificación de crédito fiscal excesivo, han ofrecido demasiado poco por esta entidad hoy saneada. A la caza de la ganga. O poca o ninguna confianza, o indisimulado apetito o voracidad de ganancia. Adviértase además el rigor, veremos si objetivo finalmente o no, de preferenciar a los bancos españoles en detrimento de los extranjeros y los fondos con los créditos fiscales de lo que sí se podrían beneficiar. Lo que dicho en números se traduce en una capacidad de crédito menor para Banesco de 500 millones de euros, que no se inyectarán a la economía real, al crédito de las empresas y de las familias. Porque sí, el grifo no sólo sigue restringido sino que su regulación es austera, parca y deficitaria. Y esto se hace voluntariamente. El riesgo siempre ha existido, la aversión al mismo también, así como los medios que lo mitigan. Sin garantía no hay crédito. Banesco adquiere a buen precio una joya. Sí, una joya, porque si sale bien esta operación y el futuro deja de ser aciago, es un excelente campo para proyectarse, crecer, consolidarse en España a través de Galicia y ganar una fidelización que el pueblo y la sociedad gallega quiere y necesita. Ya está en Galicia a través de Etcheverría. La carta de presentación es buena. Ha prometido preservar empleo y oficinas. Hemos perdido mucho en el camino. Eso sí, el camino, el caminante y el rumbo acaban de cambiar. Nueva etapa sin duda. Más competencia, y eso es sano, señores. No tengamos miedo al futuro.

Abel Veiga. Profesor de Derecho mercantil de ICADE

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