La austeridad, única vía para una Europa germanizada
Más de la mitad de los Estados miembros rebasó en 2012 el límite máximo de déficit público Los países de la UE han rebajado en 300.000 millones sus números rojos desde 2009
"El pueblo alemán ha demostrado albergar la firme convicción de que no hay alternativa posible al proceso de reforma estructural a nivel tanto europeo como nacional”. Así se expresó el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el telegrama que envió a la canciller Angela Merkel para felicitarla por su incontestable triunfo electoral.
Ambos políticos comparten que el saneamiento de las cuentas públicas es una condición necesaria para abandonar la crisis económica. En el fondo, esta sintonía resulta secundaria. El anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se encontraba en las antípodas de Merkel y, como Rajoy, elevó el IVA, el IRPF, recortó el gasto público y redujo el sueldo a los funcionarios y el poder adquisitivo de los pensionistas.
El discurso que abandera Merkel y que defiende la Comisión Europea se ha impuesto en todos los países, con independencia del color político del Gobierno. Las políticas expansivas del gasto público, que se adoptaron en los primeros compases de la crisis, pronto fueron calificadas de inútiles y contraproducentes. Hoy, la reducción del déficit público se ha convertido en axioma. No se discute, solo cabe debatir, como hace una debilitada Francia, acerca de la velocidad de los ajustes.
En el año 2009, los números rojos del conjunto de los Veintisiete alcanzaron los 807.996 millones de euros, un 6,9% del PIB comunitario. Tres años después, el déficit se ha reducido un 36,3% hasta los 514.087 millones(el 4% del PIB). En este período, las mismas recetas han saltado de un Estado a otro. Por ejemplo, más de la mitad de Estados miembros ha aprobado subidas del IVA –no es el caso de Alemania, que elevó el impuesto indirecto antes de la crisis, en 2007– y ha reducido el gasto público. Los Estados miembros gastaron en 2009 el equivalente al 51% de su PIB, cifra que se ha reducido ya en tres puntos. Y seguirá cayendo.
No hay alternativa. Como señaló Merkel durante la campaña electoral, Alemania está dispuesta a ser solidaria, pero siempre con la condición de que los países que reciben ayuda apliquen medidas para sanear sus cuentas públicas y mejorar la competitividad a través de recortes o moderaciones salariales. El Pacto de Estabilidad de la UE establece que todos los países deben situar sus números rojos por debajo del 3%. A través de los procedimientos de déficit excesivo, Bruselas exige recortes a los países que sobrepasan el límite. Es cierto que, antes de la crisis, ese umbral ya existía e incumplirlo carecía de consecuencias. En los últimos 18 años, Alemania ha rebasado el objetivo de déficit en nueve ocasiones. Y Francia, en once. En 2003, el entonces canciller alemán, Gerhard Schröder, y el presidente francés, Jacques Chirac, impidieron que la Comisión Europea sancionada a sus respectivos países después de incumplir el pacto de estabilidad durante tres ejercicios seguidos.
“Somos unánimes en el rechazo de cualquier dogmatismo en cualquiera de los dos objetivos [de deuda y déficit público]. Creemos que, en la actual fase de la evolución económica, el énfasis sobre el crecimiento debería ser mayor, sin incluir la consolidación presupuestaria”, señalaron ambos mandatarios. Eran otros tiempos.
En los últimos 18 años, Alemania ha incumplido en nueve ocasiones el objetivo de estabilidad. Y Francia, en once
Para Alemania y Bruselas, hoy no hay otro camino que el de la estabilidad presupuestaria. La magnitud de los desequilibrios actuales no existía cuando se minimizaba la importancia de cumplir el objetivo de déficit. Países como Grecia, Irlanda o Portugal han precisado de un rescate para evitar la quiebra y España –la cuarta economía de la zona euro– ha visto como su déficit superaba el 10% del PIB.
Berlín entiende que los desequilibrios presupuestarios han comprometido el futuro de la moneda única y ha reaccionado redoblando la presión sobre los ajustes. Una consecuencia de ello es la nueva regla comunitaria que exige que los Estados miembros no puedan registrar un déficit estructural superior al 0,5% del PIB. El déficit estructural es el desfase que registra una economía en una situación neutral, es decir, sin expansión ni recesión. El objetivo último es que todos los Estados acompasen su gasto público a su nivel de ingresos. Será un proceso lento. Hoy, 16 de los 27 Estados miembros incumplen el objetivo de estabilidad del 3%. Y solo uno tiene superávit: Alemania.