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Análisis de las medidas no convencionales

BCE o Fed ¿Cuál es el banco central preferido por los inversores?

El mercado percibe con más satisfacción las medidas de la Fed que las del BCE Barclays insta al BCE a publicar sus actas pero sin revelar los nombres de los consejeros

David Marcial Pérez

La crisis financiera ha convertido a los bancos centrales en una especie de secundarios de lujo. La política monetaria ha sido una de armas más utilizadas para reactivar la economía y ha colado a los guardianes de la moneda en la pasarela de la opinión pública. En ocasiones no han necesitado ni tomar decisiones. Tan sólo con amenazar con ellas han surtido efecto. Basta recordar las palabras de Mario Draghi hace poco más de un año: “haré lo que haya que hacer, y créame, será necesario”. La deuda soberana de España e Italia empezó a dormir tranquila desde entonces.

Un estudio de Barclays ha analizado las medidas que han tomado cuatro de los principales bancos centrales durante este periodo. Y sobre todo, como las han contado y cómo las ha percibido el mercado. El valor de comunicar bien la política monetaria. El inesperado anunció ayer de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) retrasando el inicio de la retirada paulatina del programa de compra de deuda ( actualmente de 85.000 millones) es otro claro ejemplo del impacto que produce el juego de expectativas y resultados. La Bolsas recibieron la sorpresa con alborozo.

En los últimos años, los emisores han bajado los tipos a ras de cero y ampliado considerablemente la masa monetaria. Pero el as en la manga ha sido sobre todo las políticas de estímulo como las inyecciones de liquidez o la compra de bonos. En el argot del Banco Central Europeo (BCE) estas decisiones se llaman medidas no convencionales. Porque coquetean con pasarse de la línea que fue encomendada al emisor del euro desde su fundación: no financiar directamente a los Estados y, sobre todo, mantener la inflación a raya.

Una limitación con la que no cuentan, sin embargo, los otros grandes como el Banco de Inglaterra o la Fed. Ambos han conectado sin complejos la política monetaria con el desempleo. Hasta el extremo de fijar un umbral mínimo de paro, que hasta que no se superé mantendrá las políticas monetarias expansivas.

Según la encuesta realizada por el Barclays entre diferentes actores del mercado, 79% de los encuestados están satisfechos o muy satisfechos con las medidas adoptadas por la Fed. Los siguientes en la lista han sido el Banco de Inglaterra (BOE) con un 62%, el Banco de Japón (BOJ), que se apunta un 51% y en última posición el BCE con un 49% de satisfacción sobre sus medidas.

En cuanto a cómo ha comunicado esas medidas no convencionales la Fed, sólo un tercio cree que estas decisiones heterodoxas han mermado su independencia. Sin embargo casi el 50% cree que la toma de estas decisiones ha hecho más complicada su tarea de comunicación. El 64% está satisfecho con la comunicación del BoE, 53% con el BCE y 51% con el BOJ.

Barclays subraya como la Fed ha evolucionado mucho en cuanto a la transparencia de sus procedimientos y decisiones desde el inicio de la crisis. A las ruedas de prensa, se añade la publicación de las actas que revelan el contenido de los debates del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) o la información periódica sobre las previsiones macro de la entidad.

El BOE o el BCE, sin embargo, apenas han modificado su política de comunicación. El informe de Barclays reconoce los avances de Draghi en usar sus ruedas de prensa como herramienta monetaria preventiva, pero el banco británico se aventura a aconsejar al guardián del euro que publique las actas de su consejo de gobierno, como ya hacen los emisores anglosajones.

Publicación de las actas del BCE

El debate sobre la publicación de las actas del BCE es antiguo. Es, por ejemplo, una de las demandas históricas del Parlamento Europeo. La peculiar naturaleza de este organismo, sometido a la legislación comunitaria pero que funciona de manera supuestamente autónoma, ha desatado desde su fundación el debate sobre una rendición de cuentas más democrática.

Los defensores de esta medida dicen que ayudaría a los mercados, ya que la apertura fomenta la confianza. Y por otro lado también permitiría que gobiernos y ciudadanos comprobar si el BCE actúa dentro de sus competencias. No obstante, sus mandatarios son elegidos a su vez por los Estados miembros.

El ex presidente Jean-Claude Trichet fue muy estricto durante su mandato. La zona euro no es un país. Los banqueros centrales de los estados miembro podrían enfrentarse a presiones políticas si defienden políticas diferentes a las de sus gobiernos, lo que podría poner en riesgo su independencia.

Benoit Coeuré y Jorg Asmussen, dos de los miembros más influyentes comité ejecutivo del Banco Central Europeo, parecen pensar que no. El francés y el alemán han abogado por la publicación de las actas de las deliberaciones del Consejo de Gobierno.

Draghi no ha sido tan tajante, pero ha advertido que cualquier cambio en la política de comunicación del BCE se tomará bajo la premisa de mantener la independencia y credibilidad de la institución. Barclays, por su parte, matiza su recomendación y opta por instar a que el BCE publique las actas con las deliberaciones pero sin citar los nombres de los protagonistas.

Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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