Machos alfa, ballenas y banca de inversión
En estos casos, la versión habitual de los hechos, suele apuntar a traders locos que se terminan equivocando en sus posiciones y perdiendo grandes sumas de dinero. El mercado acaba poniendo a cada cual en su sitio etc, etc.
El caso de Iksil y Artajo tiene más enjundia. Al operar en un mercado muy poco líquido con pocos participantes, la capacidad de mover los índices era elevada, y de hecho es lo que denunciaba el artículo de Bloomberg que destapó el caso. Pero se encontraron con la horma de su zapato. Al otro lado de las pantallas no estaba “el mercado”, en genérico, sino un puñado de inversores similares a Iksil. Entre ellos estaba, como contaba aquí Felix Salmon, Boaz Weinstein, que en 2009 había sido expulsado de Deutsche Bank por perder 1.000 millones moviendo dinero del banco en el mercado de CDS.
Weinstein montó su propio hedge fund, Saba Capital, que operó, precisamente, tomando posiciones contrarias a las de Iksil. Y, además de Saba Capital y otros bancos, algunos traders de JP Morgan tomaron posiciones contra Iksil. Éste y Artajo se quejaron, Reuters, de que otros traders del banco estaban filtrando información a otros hedge funds para debilitar la posición de la London Whale.
Según el relato de la justicia de EE UU, ante las primeras pérdidas Iksil pretendía cerrar la posición y sufrir una pérdida puntual, pero Artajo presionó para mostrar una pérdida menor, y terminó haciendo que Grout, el segundo trader acusado por EE UU (Iksil no lo está) manipulase los precios de referencia de la cartera. El macho alfa había perdido su estatus, pero se resistía a ceder el trono. Y el mercado de CDS y derivados sobre CDS es tan ilíquido que se pueden manipular precios sin que salte a la vista de forma instantánea. Solo hay que decir que se encontró una contraparte a ese precio.
La historia me ha devuelto a esta pieza de The Guardian con los comentarios de un ex trader sobre el mundo de las mesas de los gigantes de la inversión y la "selección negativa". Además de los comentarios sobre la competencia extrema y el superávit de testosterona, la historia aporta un detalle: el banco en el que trabajan los traders es lo de menos; una simple plataforma. Operan para sí mismos. No hay ningún problema en operar contra el propio banco para el que trabajan con tal de aumentar el bonus.
A los traders que operan por cuenta del banco se les pide que hagan mucho dinero, no se pregunta demasiado y se les da una parte del pastel. Los supervisores de estas mesas son traders que han ascendido, y su objetivo es mantener el estado de las cosas, no modificar conductas que, por otro lado, les han llevado al puesto de líder del grupo. Según el artículo, hay un cierto sentido de colaboración contra el banco o el sistema. ¿El banco? No se entera apenas de nada, o prefiere no hacerlo. Luego, claro está, vienen los grandes agujeros, los traders locos y las disculpas por fallos de supervisión. Pero no es un accidente. Si pides a otros que echen carreras con tu coche, no te deberías quejar cuando lo estropean.
Más información (quien tenga mucho tiempo libre)
Informe de JP Morgan sobre el caso
Música contra la crisis, Linda Lyndell, What a Man
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